Y hay más probabilidades de terminar bien si piensas en el final antes de empezar.
Hay cosas que salen bien y no las planeas. Son maravillosas perlas de la espontaneidad que todos disfrutamos.
Pero las misiones más importantes, bien vale planearlas. No hacerlo es renunciar a la oportunidad de darle la forma que quieres a tu proyecto de vida. Es dejar que la casualidad, la suerte u otras personas tomen las decisiones. Es jugar a la lotería.
Cuando empiezas sin pensar en el final
Es tentador. Te embarcas en proyectos, relaciones, dietas, cursos o lo que sea con la ilusión de que ESO va a terminar bien.
Apenas das unos pasos en ESO, te embarcas en otra historia más. Solo te dejas llevar por las ganas y por una fantasía donde todo sale bien al final.
Hasta que un día te das cuenta de que tienes muchas cosas empezadas. Demasiadas que no sabes cómo continuar o dónde y cuándo parar con ellas.
Estoy hablando de mí. No sé si te identificas, pero esto nos pasa a muchos.
Ese día en el que caes en la cuenta de la cantidad de cosas que no has terminado como quisieras duele.
Duele porque te gustaría volver el tiempo atrás y ahorrarte la tremenda cantidad de esfuerzos que has dejado a la mitad o que has desaprovechado.
Ves que podrías haber terminado más cosas o mejor, si hubieras planeado antes.
“Empezar con el fin en mente” es un gran consejo de Stephen Covey. Pero es antiguo, en realidad.
¿Quién no se ha lamentado alguna vez de no haber pensado bien en cómo salir de una aventura antes de embarcarse en ella?
Pensar en el final cambia el modo en el que abordas lo que tienes delante.
¿Es malo abandonar a medias?
Todos hemos abandonado cosas a medias. Yo también.
No tiene porqué ser malo abandonar y rectificar el rumbo. En cualquier caso, esa decisión es preferible a seguir adelante con lo que no sabes hacia dónde va a llevarte.
Sin culpa, puedes decidir dar un carpetazo definitivo a las misiones pendientes que has dejado para “algún día”, a los proyectos que ya no tienen sentido o a aquellos que se han vuelto un castigo de los dioses.
Es difícil, porque sabe a dar por perdido lo que has invertido en esos asuntos.
Pero todos lo hemos hecho. Las personas cambian. Cambian sus prioridades. Y, qué rayos, si queremos tomar el timón de nuestra vida, no nos queda de otra que pensar mejor dónde nos metemos y para qué.
Nunca es tarde para echar cabeza y planear un poco mejor, a menos que estés a las puertas de tu hora final.
La importancia de planear el final
A menudo la gente más exitosa no es la que más trabaja o la más inteligente, sino la que planea su rumbo y termina las cosas que empieza.
En la productividad este es un buen consejo.
Si te dejas tareas o proyectos a medias, puedes haber aprendido un montón de tus experiencias, pero el final es donde se recogen los frutos más visibles del esfuerzo.
Nadie va a pagarte por un trabajo hecho a medias. Tu carrera sin terminar no te dará los mismos beneficios que te daría si la hubieras terminado. Dejar las cosas por la mitad rara vez es una buena inversión.
Y pensar en el final también es un buen consejo para vivir mejor. Las cosas que más lamentamos al final de nuestros días son las que dejamos sin hacer… O las que ni tan siquiera empezamos.
Si pudiera hablarle a mi “yo pasado” le diría:
Piensa en el final de lo que empiezas. Elige. Planea bien. Y no te dejes nada pendiente de lo que después te arrepientas.
Fuente https://tusbuenosmomentos.com/pensar-en-el-final
