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Empresas con propósito, empresas que triunfan

“Mucha gente asume erróneamente que las empresas existen solo para hacer dinero. Esa es una parte importante, sí, pero se debería profundizar más en la verdadera razón de existir… La respuesta es ‘el propósito’, aquello que puede servir de inspiración a una compañía durante 100 años y que no se puede confundir con los objetivos estratégicos del negocio, que cambian continuamente a lo largo de 100 años. El propósito es la estrella que nos debe guiar”.
David Packard, cofundador de Hewlett-Packard

Difícilmente una empresa puede sobrevivir sin hacer dinero, pero la paradoja es que no puede hacer dinero para sobrevivir si no responde antes a una cuestión muy concreta:

¿cuál es el propósito de la compañía?

Las personas felices responden a un patrón muy claro: tienen mucha seguridad en sí mismas. Saben qué quieren, lo persiguen y abordan los devaneos inevitables que la vida nos proporciona poniendo por encima de todo su propósito.

Y una empresa, que no es otra cosa que la suma de personas, debería construirse sobre la base de un propósito que dé sentido a todo, que sea el germen de una cultura empresarial propia con la que se puedan sentir identificados los trabajadores y, por tanto, que les estimule a dar lo mejor de si mismos.

El ‘propósito’ parece un concepto muy abstracto, pero las compañías con más éxito han sabido definirlo con precisión. Algunos ejemplos:

  • Disney: “Crear felicidad”.
  • Samsung: “Dedicar nuestro talento y tecnología a crear productos y servicios que contribuyan a una mejor sociedad”.
  • Google: “Organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil”.
  • Facebook: “Dar a las personas el poder de compartir y hacer el mundo más abierto y conectado”.
  • Starbucks: “Inspirar y nutrir el espíritu humano: una persona, una taza y una comunidad a la vez”.
  • Nike: “Llevar inspiración e innovación a cada atleta en el mundo. Si tienes un cuerpo, eres un atleta”.

Todo lo que nos lleva hacia ese propósito son las metas diarias que hay que alcanzar, los proyectos que se deben ganar, las cuentas que hay que cuadrar… Y la consecuencia natural es el beneficio. O dicho de otro modo, cada día uno se empeña en hacer ladrillos (objetivos) para levantar finalmente un edificio imponente.

Bruce Jones, Senior Programming Director del Instituto Disneyopina que trabajar desde el propósito da entidad y personalidad a la empresa, es decir, se la hace diferencial e identificable, tanto para los clientes como para los propios empleados. Y este es el punto esencial: la organización depende de su gente, de su motivación e implicación en los proyectos. De que sientan que lo que hacen tiene valor y contribuye a una causa común.

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Jones se apoya en estudios laborales en Estados Unidos para exponer una realidad común a cualquier otro país: solo un 20% de trabajadores disfruta de su empleo. ¿Qué ocurre con el 80%? ¿Si NO son felices pueden ser productivos? ¿Serán capaces de aportar nuevas ideas, de innovar, de favorecer entornos de trabajo agradables o de generar empatía con los clientes?

En mi experiencia, no. Y no lo pienso por casualidad: una investigación adicional realizada por el IOpener Institute de Oxford, apunta que los empleados satisfechos permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen un 65% más de energía para llevarlas a cabo y su vinculación a la empresa es mucho mayor.

Basados en los datos, a los que tanta importancia les damos, una organización eficaz debería ocuparse de contar con equipos ‘felices’. Y en este punto, seguro que algunos de los que lean estas líneas, pensarán que “Podemos” se está apropiando no sólo de los espacios televisivos, políticos, si no también de los espacios empresariales 😉

La realidad es que lejos de crear disneylandias laborales, lo que buscamos en Territorio creativo es poner a las personas en el centro, para poder ser cada vez más eficientes y eficaces en la respuesta a nuestros clientes. Y sin tener equipos motivados al máximo posible, no pasará.

Y entre las muchas vías para lograrlo – comunicación abierta, autonomía para los trabajadores, flexibilidad de horarios- me parecen especialmente importantes las que plantean desde el IOpener Institute:

    • Definir un horizonte claro con el que las personas se identifiquen y en el que encuentren un sentido al esfuerzo diario.
    • Crear confianza en los propios recursos para hacer frente a los desafíos puntuales como pasos necesarios para alcanzar un objetivo común

.

Y con tantas reflexiones, parece que nos pasamos el día “inventando la pólvora” en esto del management de las personas. Pero la realidad es que lleva inventada hace mucho tiempo, según apuntaba David Packard.

Así que parece claro que lo que sigue sin abundar son buenos artificieros que manejen esa pólvora, por lo que se puede observar a nuestro alrededor.

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