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Qué no debe hacer un líder en el manejo de conflictos

por Ignacio Martínez

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El congreso llegó a su fin, había superado las expectativas de Gerardo. Además de ponencias teóricas, también se expusieron casos de éxito por parte de líderes quienes presentaron cómo aquella metodología que era el tema central del congreso, resultó en cambios favorables para sus respectivas empresas.

Integración de unidades de negocio, proyectos exitosos de expansión, crecimiento en el negocio de dos dígitos, cambios favorables en la forma de trabajar en reconocidas empresas, convencieron a Gerardo de la utilidad de la metodología.

Fueron 3 días muy intensos, mucho aprendizaje y networking.

¿Cómo reaplicar ese éxito en la empresa dónde laboraba?

Gerardo tuvo la oportunidad de relacionarse con los ponentes de los casos de éxito, quienes le invitaron a recorrer las instalaciones de sus empresas para conocer cómo consiguieron triunfar, que retos tuvieron y más inquietudes por resolver. Gerardo regresó lleno de conocimientos, amplió su red profesional y con las puertas abiertas para conocer en primera persona qué sí hacer y qué no. Visualizó beneficios para la empresa donde laboraba, oportunidades para crecimiento en el mediano y largo plazo.

Felipe, uno de los ponentes de casos de éxito, al inicio de la implementación de aquella metodología, ocupaba en su empresa un puesto similar al que en esos días del congreso desempeñaba Gerardo. Varios años después, con el éxito del proyecto, Felipe empezó a ascender hasta ocupar el puesto de Director de proyectos estratégicos. Ese caso inspiró a Gerardo, “si él lo logró, yo también puedo”.

La asistencia a aquel congreso, fue una iniciativa propia de superación profesional. Aun así, Gerardo se dio tiempo para preparar una presentación a José, su jefe. Aquella empresa donde laboraba había tenido ciclos de bonanza, de crisis y Gerardo visualizaba muchos beneficios de acuerdo a lo que había aprendido en el congreso, que quedaron plasmados en el material a presentar.

“¿Qué te pareció José?” Planteó Gerardo al final de la presentación. José no dijo palabra alguna; así terminaría la reunión.

“Quizá José necesita tiempo para digerir estos conceptos; quizá de mi parte, necesito reforzar mis argumentos, así que voy a insistir”. Para Gerardo, era cuestión de tiempo para que José asimilara todo aquello y apoyase su iniciativa. Para él, José era muy buen jefe, lo admiraba mucho.

Pero José tenía una perspectiva diferente que Gerardo. Padre de tres hijos, dos de ellos profesionistas y económicamente independientes, su hijo menor estaba por ingresar a la universidad. Después de pasar por muchas circunstancias dentro de la empresa, unas buenas, otras no tanto, él ahora aspiraba a que el resto de su trayectoria profesional fuera tranquila, sin sobresaltos, ni obstáculos en el camino. Su sueldo era excelente, dentro de unos años se retiraría con un buen nivel de vida y disfrutaría su jubilación también con altas prestaciones económicas, sus tres hijos ya independientes, él y su esposa dedicados a viajar, ese sería su futuro ideal.

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Más que interesarle los grandes proyectos, metodologías de vanguardia, a José le interesaba no tener problemas. Para eso, hizo alianza con Cuauhtémoc, quien tenía puntos de vista similares.

Unos meses después, Gerardo fue contactado por colegas en otras áreas de la empresa. Estaban interesados en conocer más de la experiencia que había adquirido; aquellos colegas, coincidían en con la perspectiva de Gerardo y estaban dispuestos a apoyarlo, pues la iniciativa era muy buena y los beneficios serían para toda la empresa. Eso significaba, más fuerza para trabajar en equipo, eso es lo que Gerardo necesitaba para plantearlo a José, quien era partidario de trabajar y compartir en equipo.

Después de exponer ese planteamiento de trabajar en equipo con otras áreas de la empresa, José reaccionó con mucha seriedad “Voy a hablar con nuestro director para decirle que estás llamando la atención con eso que sabes; eso no es conveniente para nuestros proyectos”. Al final del día, José citó a Gerardo “Ya hablé con nuestro director y le expuse lo que está sucediendo. No es tu tiempo para ascender”, Gerardo no hizo comentarios, pero tampoco estuvo de acuerdo.

Aquella mañana, José recibió la visita de personal del departamento de desarrollo de talento. “¿Están interesados conocer el rendimiento de cada uno de mis colaboradores?” Preguntó José.
“Sólo nos interesa dar seguimiento a uno de ellos, a Gerardo, le vamos a aplicar una evaluación para conocer su desarrollo” Fue la respuesta de aquellas personas. Gerardo era un profesionista que se distinguía por su proactividad, por ir más allá de las funciones de su puesto. Continuamente se actualizaba por iniciativa propia.

Los resultados de la evaluación fueron contundentes. Gerardo excedía requisitos para su puesto. Inclusive estaba ya apto para un cargo gerencial.

Al conocer los resultados de la evaluación, José se dio cuenta que tenía un obstáculo en el camino, Gerardo.

A los intereses de José, no le convenía un Gerardo crecido. Así que comenzó a presionarlo y hacerle notar sus defectos.

En aquel proyecto, se presentó un cuello de botella; Mireya, la consultor senior y Eduardo un colaborador de José, recomendaron un cambiar los objetivos y tomar rumbo diferente. José, estaba empecinado en que esos objetivos sí eran realizables. Insistía en lo mismo cada vez que coincidía con Gerardo. Fiel a su estilo de aportar más valor, invirtió tiempo en encontrar solución a lo improcedente como lo catalogaron Mireya y Eduardo, y lo consiguió. Pero ese tiempo invertido tuvo consecuencias, Cuauhtémoc se quejó de falta de atención en otros compromisos laborales acordados con Gerardo, lo acusó de demorar sus proyectos. José no tuvo piedad al reprender a Gerardo, esa fue su recompensa al valor agregado de su trabajo.  Haciendo un esfuerzo extra y con la presión de José, Gerardo recuperó la “demora” y cumplió en tiempo con Cuauhtémoc.

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Después de su participación en aquel proyecto, Mireya y Eduardo fueron promovidos a un puesto superior. Por otro lado, los “compromisos urgentes” que Cuauhtémoc reclamó quedaron en el olvido después de completarse; la presión había sido en vano. Para Gerardo no pasaron desapercibidos aquellos movimientos.

Pilar, era una joven Milenial quien pidió ayuda a Gerardo para su proyecto, carecía de conocimientos y experiencia. Gerardo fue su guía de principio a fin. Así, Pilar pudo presentar buenos resultados a su jefe José.

Semanas después, José anunciaba un nuevo ascenso, Pilar; además le exigió a Gerardo que la apoyara pues aún estaba en la curva de aprendizaje.

El tiempo continuó su curso.

Aquel Viernes Gerardo llegó a su casa para pasar el fin de semana. Era una tarde lluviosa y fresca; al descender de su automóvil, observó un auto estacionado en la puerta de su cochera. “Buenas tardes, busco la casa de Gerardo”, dijo el conductor. “Aquí es, yo soy Gerardo”. “Ah! Soy Francisco”.

Francisco y Gerardo fueron compañeros durante la etapa de la educación media básica (la secundaria cómo se conoce en México). Era la primera ocasión que coincidían desde la secundaria. Francisco se había mudado de ciudad.

Varios fines de semana después, Francisco organizó una reunión de compañeros de generación e invitó a Gerardo. Asistieron Martín y otros amigos. Entre bromas, anécdotas de antiguos maestros, fiestas, escapadas escolares, se creó un ambiente muy agradable y relajado. De repente, dejaron los recuerdos y enfocaron la plática en el presente. Gerardo se enteró que Francisco era ya el directivo de una importante empresa; Martín, también ocupaba un importante puesto otra empresa.

Francisco y Martín fueron compañeros de clase de Gerardo, compartieron tareas y experiencias escolares. Ya eran destacados profesionistas. En aquel congreso en el que Gerardo participó tiempo atrás, Felipe destacó qué al implementar la metodología, enfrentaron fuertes retos durante 5 años, pero después consiguieron el éxito. Habían transcurrido 6 años de aquella ocasión y Gerardo no sólo no había sido apoyado con su iniciativa, sino que su carrera profesional iba en reversa; la relación con José, estaba muy deteriorada.

Gerardo reflexionó mucho durante el resto de la reunión con sus amigos y en el resto del fin de semana. Necesitaba generar sus propias oportunidades. Francisco y Martín eran ejemplos que eso era posible.

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Para no variar, el Lunes inició con una discusión entre José y Gerardo, por un asunto menor. Gerardo se dio cuenta entonces, del ambiente tóxico en el que laboraba. No tenía apoyo, por el contrario. Ya era tiempo de buscar nuevos horizontes.

Así, José despejó su camino. Algunos años después, una nueva crisis llegó a aquella empresa y con la edad cumplida para su jubilación, José se retiró.

La iniciativa que Gerardo presentó años atrás sólo quedó en eso. Probablemente si se hubiera analizado y enriquecido con la aportación de más personas, se hubiesen conseguido beneficios similares o superiores a los casos de éxito presentados en aquel congreso.

Pero eso no se sabrá, debido a un conflicto de intereses mal gestionado. Aquellas buenas intenciones se esfumaron. Fue algo que el viento se llevó.

Los conflictos pueden producir estancamiento y ambientes nocivos de trabajo.

Pero también tienen su cara positiva. Bien manejados, pueden representar oportunidades para prosperar.

Fuente Fuente http://ignaciomartineza.com/liderazgo/

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