Por Samuel Casanova
Si los ejemplos anteriores te suenan familiares, te doy la bienvenida al concepto de feedback de calidad. Si logras transformar las conversaciones anteriores en feedback de calidad, conseguirás una mayor cantidad de información, más precisión, empatía y como consecuencia un abanico más amplio de acciones posibles. En resumen, estarás más cerca de la situación real y podrás tomar mejores decisiones.
El feedback anterior es algo frecuente y normal. En algunos contextos lo podrías observar casi a diario. El ser humano está diseñado para ahorrar energía y sobrevivir. Enjuiciar, etiquetar, generalizar, negativizar y echar las culpas a los demás ahorra un montón de energía mental. Sin embargo, este tipo de feedback es, en el mejor de los casos, inocuo. En el peor, que suele ser la mayoría, es o se convierte en tóxico. Si eres tú el que da este tipo de feedback, es probable que se gire en tu contra. Vamos, piensa durante 1 minuto si recuerdas alguna ocasión donde te haya pasado a ti.
Un feedback de mala calidad se caracteriza por:
Cuando te encuentres con un feedback como éste siempre tendrás la opción de indagar y ver qué hay detrás de todos estos juicios. Debes buscar el feedback de calidad, que en contraposición con el anterior:
Mucho cuidado que el feedback de calidad no significa “enrollarse más”. En los ejemplos puedes observar que las frases son más largas al dar detalle de los hechos y las consecuencias en lugar de juicios o etiquetas. Las frases largas son el efecto de centrarte en los hechos y consecuencias, pero frases largas de por sí no implican feedback de calidad.
Algunos modelos (como CNV o Feedback Wrap) proponen que para que sea un feedback de calidad completo debe contener también una sugerencia o propuesta de acción. Yo personalmente creo que es algo opcional. En la mayoría de ocasiones creo que es mucho más efectivo si la acción o compromiso nace en la otra parte y no en mí.
Por ejemplo, imagina que estás haciendo coaching a un equipo y le das un feedback constructivo sobre su puntualidad. Podrías acabar proponiendo que para mejorar esto el que llegue último escribe el acta, o se pone un sombrero mejicano, o paga un euro… Pero sería mucho más efectivo si en lugar de eso les das el siguiente feedback: “He observado que en las últimas 4 reuniones menos de la mitad del equipo estaba presente al inicio de la reunión. Lo que veo que provoca esto es que se penaliza a la gente puntual, que debe esperar y no puede invertir su tiempo correctamente. ¿Todos tenéis la misma percepción? ¿Cuál es la causa de que tanta gente llegue tarde? ¿Qué medidas se nos ocurren para mejorar este aspecto?”
Más allá de la forma, un último aporte que ayuda a que el feedback se perciba de calidad es que exista un equilibrio entre el feedback positivo y el constructivo. Nuevamente tu mente no te ayuda. El ser humano está programado para ver antes las cosas negativas o peligrosas que las positivas. No se trata de pintarlo todo de color rosa, ni de utilizar la conocida y socorrida técnica del bocadillo. Se trata de equilibrio. Todo es susceptible de mejora, la perfección no existe. Aplicando la misma regla, siempre hay algún aspecto positivo en todo, el 100% negativo no existe.
Si vas con un feedback mal construido y sin una intención sincera de ayudar detrás, es probable que actúe en tu contra. Mejor dar ese feedback desde el plano de los hechos y las consecuencias con el objetivo de ayudar y mejorar la situación. También es fundamental buscar el equilibrio entre el feedback positivo y el constructivo.
Fuente: https://samuelcasanova.com/2020/02/feedback-de-calidad/