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Ya no eres imprescindible

Las relaciones, con el tiempo, cambian. Algunas evolucionan, otras se deterioran, y algunas otras se rompen.

En las relaciones personales suele pasar. No soy la misma persona ahora que hace 30 años. Mis relaciones con mis amigos mas cercanos, con los que llevo toda la vida juntos, han cambiado, evolucionado o transformado, según se mire por cada una de las partes.

En las relaciones de pareja pasa algo parecido. Del enamoramiento inicial (según los expertos y entendidos dura poco tiempo, ya que estamos en un estado de “euforia” que termina pasando, como la alegría efímera), se pasa a un amor comprensivo, empático y sincero. Luego puede evolucionar en cariño y apoyo, aunque en algunos casos puede llevar a broncas, discusiones y finalmente rupturas.

En las relaciones laborales pasa algo parecido a la pareja. Después de mas de 23 años con empresas y gestionando personas he visto claramente las fases:

  • Enamoramiento / Incorporación a la compañía: Cuando he contratado a una persona, lo he hecho desde el convencimiento (malo si tenemos dudas ambas partes al principio) de que es la persona idónea. La ilusión de “ficharla” para mi compañía, se acompaña durante un tiempo inicial. Los primeros días el cariño y la formación para que aprenda cuanto antes son prioritarios para que esa persona se adapte rápidamente a la empresa y al resto de personas.
  • Adaptación / estabilización: Pasado un tiempo (según la Cultura de urgencia de algunas compañías pueden ser semanas o meses) la persona ya conoce la empresa, la Cultura, los Valores, lo que esperamos de ella (si esto no lo conoce pronto es que algo estamos haciendo mal) y ya se ha “aclimatado” a la organización. A empezado a interaccionar con las personas de equipos directos o indirectos. Y ya debería conocer perfectamente los procedimientos de la compañía. Es una etapa donde cada persona “ocupa su lugar”
  • Cumplimento de objetivos / Exigencia de resultados: Cuando la persona ya esta aclimatada, entonces suponemos que debe empezar a ofrecer Resultados. Se trata de una etapa donde, manteniéndose el cariño y el respeto, se empieza a exigir ciertos” frutos” de su trabajo. Esta relación evoluciona a la “Exigencia” por parte del empleador o responsable directo, y a la “dedicación” de la persona, que implica profesionalidad. En esta etapa se pueden producir los primeros “desencuentros”.
  • Revisión de objetivos / adaptación a los cambios: Como una organización es algo “vivo”, que cambia, se transforma, y evoluciona. Las personas deben adaptarse a esos cambios. Entonces es cuando empiezan las transformaciones de compañía que requieren una adaptación personal. Aquí pueden entrar en conflictos los “viejos hábitos”, que se suelen verbalizar con un “siempre lo hemos hecho asi, y nos ha ido bien”, que implica una resistencia al cambio. También hay personas que “abrazan el cambio” con la esperanza que las cosas vayan a mejor, a la empresa y por supuesto a sus intereses personales. Son momentos donde el conflicto puede poner en tensión a la organización y a las personas que las componen
  • Desencuentro / Desencanto: Esta etapa suele ocurrir cuando ya se lleva un tiempo en la compañía. Aunque los plazos cada vez se acortan más. He notado como esta etapa puede ocurrir entre los 3-5 años de la incorporación de la persona a la organización. Aquí entramos con la posibilidad de Burnout o “personas quemadas” con sus responsables, con la compañía, con los clientes, con los compañeros, o con la forma de actuar de la empresa en cuestiones críticas.  Las personas poco analíticas y que son impulsivas suelen saltar a la siguiente fase rápidamente. Las mas analíticas lo pueden hacer mas tarde, o intentan reconvertir su realidad de alguna manera.
  • Ruptura o Apatía: Llega un momento en que la persona “ya no aguanta más”. Normalmente suele venir por algún desencadenante o situación que considera “limite” para plantearse, o que sus responsables se planteen, el abandono de la compañía, vía despido o vía salida voluntaria de la persona. La tensión se “masca” en el ambiente. Los días se hacen largos. Los desencuentros son cada vez mas frecuentes. Algunas personas optan por la táctica del “Avestruz”, que consiste en meter la cabeza debajo de la tierra y aguantar como sea. Se camuflan sin que se les note. Suelen ser personas desmotivadas, o desganadas, que “cumplen” (a veces ni eso) con su día a día, sin ser exigentes consigo mismos. Suelen arroparse en la “indemnización” que les tendrían que dar si “les echan”, que suele ocurrir mas veces de lo que se piensa. Cuando se produce la ruptura a veces esta es brusca, y puede ir acompañada de conflicto laboral y judicial.
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¿Qué ha pasado durante todo ese tiempo? Cada caso es un mundo, pero hemos pasado del enamoramiento, donde eres una persona “Necesario o casi imprescindible” a la ruptura y desencuentro donde “Ya no eres imprescindible”.

Un buen amigo, que esta en su ultima etapa profesional debido a su edad, me dijo al fichar por una empresa: “Quiero ser necesario en los primeros 5 años, y prescindible en los siguientes”. Su humor flemático relacionado con esa frase es que tiene ya 60 años.

En los últimos tiempos estoy contemplando como personas “que eran imprescindibles” en un momento determinado por las organizaciones, abandonan esa “imprescindibilidad” y pasan a ser “molestos” y un “obstáculo” para la compañía.

Un caso recientes de alguien que estuvo al principio de la fundación de la compañía, monto un área vital para los objetivos, y logro resultados de crecimiento constante, al no poder adaptarse a los cambios, ha tenido que abandonar la empresa, con gran pena por parte de las personas que lo ficharon.

Tambien me he encontrado el caso de una persona que lleva mas de 15 años en la compañía, y que su nivel de desmotivación es muy alta. Añora los viejos hábitos y los procedimientos de otras épocas. Su responsable no quiere “romper la relación” debido a una indemnización alta (según su criterio) que hace que tengan una relación tensa de “aguantarse”, basada en “no te echo porque no puedo permitírmelo”. Curiosamente esta persona ayudo a crecer a la compañía.

¿Conoces casos que empezaron con ilusión, ayudaron a la empresa a logran grandes objetivos, y luego fueron denostados y despreciados? Creo que algunos. Yo conozco bastantes.

¿Qué hacemos entonces? Como en las relaciones de pareja hay que tener memoria. Hazte las siguientes reflexiones:

  • ¿Qué me enamoro de esa persona? ¿Sigue teniendo aquello que me “engancho”?
  • ¿Hemos sido honestos y sinceros en la forma de comunicarnos? ¿Lo hemos hecho desde el cariño y el respeto?
  • ¿Se puede cambiar la situación? ¿Es posible adaptarnos a unas nuevas “reglas del juego”? ¿Puede evolucionar nuestra relación?
  • Si todo esto no funciona ¿Cómo debe ser la ruptura? ¿Tengo necesidad de que la relación se rompe de forma abrupta y conflictiva? Aquí aconsejo tirar de memoria desde la generosidad y el agradecimiento por la etapa “bonita” que se paso juntos.
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He tenido que prescindir de amigos, buenos profesionales, y personas que no se adaptaron a los cambios. Siempre que he tenido que hacerlo he querido recordar lo que nos unió, lo que hicimos juntos, lo momentos de
“lucha” codo con codo, y sobre todo el cariño y el respeto que nos hemos tenido.

Nadie es imprescindible, todos somos necesarios. Esta frase me ha acompañado en mi carrera profesional

¿Tu que opinas?

Fuente http://www.angellargo.com/ya-no-eres-imprescindible/

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