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“El Barco”

Por Julián Candermo

La práctica de la justicia y la aceptación de la injusticia se definen por el precio que estamos dispuesto a pagar por “ser justos”, lo cual no deja de ser un concepto subjetivo…

Lo bueno, lo malo, lo aceptable, lo inaceptable; se mueven dentro de diferentes límites (… o mares), en donde podríamos definir como límite inferior al “sentido común” propio de la cultura de una sociedad, lo que alimenta a los valores de una organización y al de las personas.

A su vez, el límite superior se vería determinado por el horizonte y lo que estamos dispuestos a arriesgar, como sociedad, organización o personas. Estos límites, dispares dentro de una misma sociedad, día a día, es más difícil de que sean “comunes”, los mismos no son permanentes y la velocidad de los cambios, hacen que la temporalidad de los mismos, se vean disminuidos, para bien y para mal (en particular, el inferior).  

Los empresarios, los gobernantes, los asesores, los maestros, los padres, los hijos, los todos… ejercemos, con mayor o menor impacto, el poder y con él, hacemos justicia y aceptamos la injusticia cuando el precio que debemos de pagar es “demasiado” alto… Pero lo importante, es llevar “El Barco” (nuestro Barco) hacia buen puerto.   Los Barcos, al igual que las Organizaciones, se construyen y mantienen a flote por una Misión, y zarpan, para lograr una Visión.

Cada vez que el Barco se propone un destino, es con un determinado objetivo dentro de su Visión y en el marco de su Misión. Y, el día que esta última es lograda, el Barco pasa a ser un museo flotante o va camino a un astillero que lo “matará, gestará y bautizará” con un nuevo nombre y una nueva Misión.  

Estos instrumentos de “construcción cóncava y fusiforme de madera, capaz de flotar en el agua”; cuentan con un Capitán y con un equipo de Marineros, ambos dirigidos por un Almirante, un Directorio, un Mercado o por Capitales diversos. Con lo cual, el Marinero debe cumplir las órdenes de un Capitán y este las de sus superiores.  

Los Marineros son quienes instrumentan las tareas ordenadas por el Capitán, quien puede solicitarlas por las marcas que lleva bordadas en sus hombres o por una actitud de liderazgo. Y, en este estado, los Marineros, determinan en gran medida la capacidad de flotación del Barco.

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Los remos, son el arma por excelencia de los Marineros, los cuales pueden saber o no utilizar. En el caso de que no sepan cómo utilizarlos o deban mejorar el dominio en esta letal arma, es el Capitán quien se debe ocupar de hacer que esto suceda, a tal punto que debe lograr que el aprendiz supere significativamente al maestro.

Los Marineros expertos en el manejo de remos, definen el destino del Barco…  

Los Barcos zarpan sobre aguas que les son favorables o desfavorables y, en nuestros mares, la marea suele cambiar radicalmente cada cuatro u ocho años. Con lo cual, los Marineros deben tener una capacidad de cambio significativa; al igual que el Capitán, en la lectura de las rutas marinas y en el liderazgo para que los Marineros puedan afrontar, sin demasiada resistencia, las nuevas órdenes.

En donde, dada la estructura organizacional y la verticalidad en la misma, hace que no siempre el Capitán pueda/deba informar a sus compañeros lo que viene, por qué y que este cambio llevará al destino de la Visión.   El Capitán, siendo la máxima autoridad sobre el Barco, debe lograr que los Marineros remen según lo definan sus órdenes… Y no siempre, esto es posible… En los Barcos suele haber rebeliones, de un Marinero, con liderazgo o conocimiento, o de varios sin liderazgo, pero que suman conocimientos.

En esta situación, el Capitán, sí o sí, debe alinear a estos Marineros hacia la Visión, dado que colocan en riesgo al Barco, y con ello, a todos los Marineros (los que, en puerto, los esperan familias, amigos y algún que otro perro); también puede enfrentarlos remo en mano, pero, como lo hemos mencionado anteriormente, los Marineros son más diestros en el uso de esta funesta arma.  

Y es aquí donde el Capitán debe debatirse entre la justicia y la injusticia, en donde además de negociar con los Marineros en revuelta, debe solicitar órdenes a su Almirante. Este debate se origina por la necesidad del Capitán de evaluar si el motivo de la revuelta de sus Marineros es correcta o no, dado que, en algunos casos, los Marineros son los que llevan al Barco al destino; como así también las ordenes de un Almirante, pueden hundir al mismo, pero, de igual manera, “donde manda Capitán, no manda Marinero”…

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Y todos los Marineros deben utilizar sus remos hacia el destino ordenado por el Capitán y, los que no lo hicieran así, dependiendo del tipo de Barco, serán acompañados bajarse del mismo (en algún Puerto de paso) o serán invitados a caminar sobre el tablón.  

En definitiva, los Barcos, tienen una Visión y los Marineros pueden decidir subir o bajarse del mismo, lo que no pueden es utilizar sus armas, a la inversa de lo ordenado por el Capitán, independientemente donde lleven estas decisiones.   En las Organizaciones de hoy, el arma letal es el conocimiento y será una decisión de cada uno de nosotros de cómo, y en que intensidad y con qué fin utilizamos al mismo. Aunque si no es para mantener a flote al Barco, será mejor que no colaboremos en su hundimiento… Recordemos que hay más tripulantes.

Fuente: http://came-educativa.com.ar/newsletter.php?m=novedades_d&id=4145

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