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El secreto de la ‘suerte’ emprendedora en 3 simples pasos

Por Eduardo Scheffler Zawadzki

Les voy a revelar un secreto: cuando tenía siete años y sabía que venía un día difícil, me ponía mi ropa interior de Spider-Man. El superhéroe era mi favorito y hacerlo parte de mi rutina me daba una extraña sensación de certeza que me permitía afrontar cualquier dificultad. No importaba si era martes (día de educación física), si me topaba con el bully del salón o si no había estudiado para el examen: si llevaba puestos mis calzoncillos de El Sorprendente Hombre Araña sentía que la suerte estaba de mi lado.

Y mi pequeño ritual funcionaba. O al menos eso creía.

Muchos años después en diversas juntas de trabajo, escuché a la ejecutiva de ventas estrella del equipo decir la misma frase una y otra vez: “la suerte se reparte a la seis de la mañana”. Ella no hablaba de ropa interior, amuletos, ni cábalas. Simplemente se refería al poder que todos tenemos para crear nuestra propia suerte trabajando.

Cuando escuchamos que alguien ha triunfado solemos asociar su historia con el azar, con las coincidencias o con verdaderos chispazos de suerte capaces de iluminar la vida de una persona para siempre. Rara vez nos detenemos a pensar en lo que hay detrás de ese momento. No vemos el esfuerzo, ni el trayecto recorrido. No vemos las dudas, ni los tropiezos. No vemos los lustros enteros en que una persona se levantó antes de que fueran las seis de la mañana…  

Construyendo una realidad con suerte

Hay sujetos a los que la vida les sonríe. Todo parece salirles bien. Son los suertudos del mundo que siempre terminan teniendo éxito. Hay otros que batallan. Sus días se nublan, sus planes se truncan, sus proyectos se esfuman. Estos desafortunados llevan a rastras la mala suerte y parecen condenados a vivir con ella hasta el final de sus días.

En 1993 el psicólogo inglés Richard Wiseman intentó descifrar qué era lo que realmente sucedía con estos dos grupos de individuos. ¿Qué los diferenciaba? ¿Por qué unos parecían estar siempre en el lugar y momento indicados y los otros no?

Wiseman colocó anuncios en diversos periódicos y logró reclutar a 400 individuos entre los 18 y los 84 años. La mitad de ellos se describían como “afortunados” y argumentaban estar cumpliendo sus sueños; los demás verbalizaban tener siempre mala suerte y aseguraban que las cosas rara vez les salían como ellos deseaban.

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Durante años el investigador habló con ellos, los entrevistó, les pidió que llevaran un diario describiendo cada jornada y los sometió a distintas pruebas y experimentos. Y aunque nunca pudo explicar lo azaroso de la existencia humana, encontró algunos patrones de pensamiento y comportamiento que parecían incidir directamente en la suerte que los individuos tenían…

Los experimentos de Wiseman

Lo primero que Wiseman hizo fue pedirles a los individuos que contaran el número de fotografías que había impresas en las páginas de un diario. En promedio el grupo de los desafortunados tardó dos minutos en completar la tarea, mientras que los suertudos lo hicieron en unos cuantos segundos. ¿La razón? En la segunda página del periódico había un mensaje que leía: “Deja de contar. Hay 43 fotografías en este periódico”. El texto ocupaba media plana y aun así solo aquellos que manifestaron tener suerte lograron verlo.

Por medio de diversas pruebas de personalidad Wiseman comprobó que el grupo de los desafortunados sufría de mayor ansiedad que el grupo de los suertudos. La ansiedad hace que a una persona le sea más difícil percibir cosas que no son evidentes. El investigador concluyó que la gente que dice no tener suerte suele estar preocupada por una cosa y esto no le permite ver todo lo demás. Eso que deja de ver pueden ser anuncios en el periódico… o grandes oportunidades que podrían transformar su vida. La gente que dice tener suerte suele ser más relajada y abierta; eso les ayuda a percibir todo lo que hay a su alrededor, no solo aquello que estaban buscando.

Wiseman observó el comportamiento de ambos grupos en eventos sociales. Los desafortunados solían llegar a las reuniones con una idea clara de con quién se iban a sentar, con quién platicarían y con quien convivirían, mientras que los suertudos llegaban a los mismos eventos más relajados y dispuestos a sentarse a platicar con quien fuera… aunque no lo conocieran.

El secreto de la suerte en tres simples pasos 

Con los resultados de sus estudios Richard Wiseman intentó crear una receta para atraer la buena suerte que hoy en día sigue pareciendo vigente. Estos son los comportamientos que el investigador sugiere adoptemos para atraer a la buena fortuna en la vida y en los negocios:

  1. Mantén la mente (y los ojos) abiertos. La obsesión por alcanzar la meta que te pusiste tiempo atrás puede estar haciendo que dejes de ver lo que hay a tu alrededor. Es posible que tengas frente a ti un enorme anuncio pidiéndote que dejes de contar fotos, que vuelvas la mirada, que te des cuenta de que en el mundo hay mucho más que lo que hoy te agobia. Dales espacio a tus miedos, levanta la vista y atrévete a percibir el mundo desde otro sitio.
  2. Ve el lado positivo de las cosas. Toda tragedia trae consigo una oportunidad. Clavarte en lo que no lograste, en lo que no salió, en la expectativa que no se cumplió, amenaza con nublar no solo un día, sino que toda tu vida. Date tiempo para ver qué es lo que sí has conseguido, quién sí eres y cómo es que llegaste vivo a este día. Abraza lo positivo y haz un esfuerzo por abandonar los pensamientos negativos. Jamás dejes que la tragedia te defina.
  3. Haz algo extraordinario (al menos) una vez a la semana. La rutina nos da seguridad. Despertar a la misma hora. Desayunar lo mismo que ayer. Tomar la misma ruta a la oficina. Pedir el mismo café. La rutina nos da seguridad, pero también nos limita. Rómpela y deja que las oportunidades y la gente nueva se acerquen a tu vida. No sabes qué te traerán, pero es probable que con estas nuevas actividades también llegué esa fortuna que según tú, no existía.
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Ya lo sabes: atrévete a experimentar, a romper la rutina, a redefinirte, a ser diferente, a libérate de aquello que te tiene atrapado. Socializa, conversa y nunca dejes que el miedo sea tu guía.

Al parecer eso es lo que la gente con suerte hace cada día de su vida. Así es que levántate a las seis de la mañana… o a las nueve… o a las diez, con la sabiduría de que la suerte no se reparte: tú la creas con tu manera de existir.

Fuente: https://www.entrepreneur.com/article/313308

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