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Efecto Streisand y el uso del “No”

Por Eduardo Press.

En el año 2003 la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand, denunció a un fotógrafo y a una página de internet exigiendo una indemnización por haberse publicado una foto aérea de su casa en una publicidad que contenía imágenes de la costa de California, alegando su derecho a la privacidad. Al mismo tiempo solicitó que se eliminara esa imagen.

Con lo que se consideró en ese momento como un intento de censura, Barbra Streisand consiguió que una información en un primer momento intrascendente acabase obteniendo una gran repercusión mediática, esa fotografía inmediatamente se “viralizó”.

A esta situación se la conoce como “Efecto Streisand”.

Algo parecido sucedió en nuestro país hace poco tiempo con un libro político. Públicamente y con mucho ruido algunas librerías anunciaron que no iban a comercializar ese libro con lo que supongo querían mostrar y persuadir a potenciales lectores que era un libro que “no se debía” leer. Esa forma de “publicidad” generó el efecto contrario, despertó mucho más interés y curiosidad y el libro fue record de ventas durante un breve período.

Estas noticias me llevaron a hacer algunas reflexiones sobre el intento de ocultar información, el uso del no y las consecuencias que trae en la comunicación en las organizaciones (y en la vida misma).

NO

Existe el mito de que el cerebro no procesa el no. Es paradójico, esta afirmación incluye dos veces la palabra no. Lo que sí podemos afirmar es que una expresión negativa resulta más compleja procesarla al cerebro, ¿por qué? porque primero asocia el aspecto positivo para después negarlo.

Un típico y antiguo ejemplo: si se le pide a alguien “no pienses en un camello” el cerebro lo primero que hace es pensar en el camello para después “no” pensar en el camello. Lo mismo sucede con cualquier consigna o afirmación negativa. Cuando se dice “no corras” primero se asocia con correr para después negarlo.

¿Por qué sucede esto?

Nuestra mente tiene un lenguaje diferente al que usamos con palabras. Nuestro cerebro traduce toda palabra en símbolos e imágenes.

Nuestro contacto con el mundo que nos rodea es siempre a través de nuestros sentidos, es decir “percibimos” y ¿qué percibimos? Sensaciones que después de ciertos procesos que suceden en nuestra mente se transforman a través del lenguaje en palabras. Pero primero está la percepción después la palabra que la nombra.

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Como ciencia ficción, si existiera la posibilidad de una especie de “google maps” que nos muestre que hay en nuestros cerebros encontraríamos abundancia de imágenes y símbolos.

¿Qué sucede en la comunicación?

Si hay una palabra que no puede traducirse en una imagen en nuestro cerebro es “no”.

Cuando uno dice “no quiero tal cosa” o no “hagas tal cosa” la primera imagen que aparece es “tal cosa”.

Es conocido en el ámbito del deporte (y en muchos otros también) cuando uno quiere que suceda algo se concentra en pensar en lo que no quiere que pase….y… termina pasando. Hace unos años entrevistaron a un golfista de primera línea que había comenzado a trabajar con una psicóloga especializada en alta competencia y comentó que una falla muy habitual era que cuando enfrentaba una laguna en la cancha se concentraba en que la pelota no fuese al agua, cosa que pasaba en casi todos sus tiros. La psicóloga le hizo ver que era tal la concentración en que la pelota no vaya a la laguna que la imagen que tenía en la cabeza era la laguna. Hacia allá iba la pelota.

No es el mismo efecto decir “no corras” que decir “camina despacio”, no es lo mismo decir (o pensar) “no debo llegar tarde” que decir “debo llegar temprano”.

¿Y qué tiene que ver esto con la comunicación?

Esta semana estaba intercambiando mensajes con una cliente de una empresa sobre el resultado de un tema que había quedado pendiente con alguien de mayor jerarquía (sobrina y tío). Comencé a escribir un mensaje diciendo “creo que no te conviene dilatar la resolución del tema”, lo terminé de escribir y no me gustó. La transformé en “me parece que te conviene terminar el tema lo antes posible”. La diferencia es sutil pero genera un gran impacto a la hora de comunicar evitar las frases negativas.

¿Y en las empresas?

Fui testigo de muchas presentaciones de planes, propuestas, programas, diferentes anuncios en reuniones de equipo, de grupos gerenciales, etc. y muchas veces esos anuncios incluían lo que “no se iba a hacer” … yo me pregunto ¿qué necesidad hay de anunciar lo que no se va a hacer? ¿qué valor agrega a la conversación? Esa expresión funciona como un distractor de lo que sí se está proponiendo.

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Volviendo al efecto Streisand, con el objetivo de invisibilizar algo se le da más importancia, provocando el efecto contrario.

Es el mismo efecto de anunciar lo que no. En muchos trabajos y artículos que incluyen definiciones de conceptos los autores comienzan con una frase parecida a: “vamos a ver primero lo que no es X concepto. ¿Para qué?

Para qué llamamos la atención sobre lo que no. El interlocutor se queda “enganchado” en eso.

Los otros días una colega me comenta que en un curso online iban a grabar las clases pero que no lo iban a distribuir a los alumnos, que se lo iba a anunciar. Le pregunté para qué y me dijo para que sepan que no se va a distribuir a pesar que nunca se había hablado de distribuir ninguna grabación. Es decir que al momento de comunicar la decisión estamos abriendo una “necesidad” que no se había planteado hasta el momento.

Estamos acostumbrados a decir o escribir afirmaciones negativas, no es grave pero puede ser una barrera para una comunicación clara y fluida.

Las oraciones negativas suelen ser menos claras que las afirmativas, cuando se niega algo se abre un abanico de posibilidades que no le ofrece otras alternativas al receptor del mensaje. Por ejemplo si alguien dice “No llego a la mañana” no nos da la pauta de cuando llega, queda la posibilidad de que llegue a la tarde, a la noche, al mediodía, al día siguiente, nunca….

Por eso recomiendo practicar el uso de afirmaciones en positivo. Muchas veces no podemos evitar que se nos instalen en la cabeza afirmaciones negativas. Mi recomendación es practicar transformar las afirmaciones negativas en positivas, es una práctica, uno lo puede hacer en un diálogo con otro o en su propia cabeza, entrenar la cabeza para poder hacer que las afirmaciones positivas surjan más fácilmente.

Aquí les dejo algunas oraciones negativas para que practiquen transformarlas en positivas:

  • No hay nada que hacer
  • Esto no funcionará
  • Eres un desastre
  • Nunca se hizo así
  • Están muy equivocados
  • Eres muy egoísta
  • No se puede contar contigo
  • Con este grupo no se puede hacer nada
  • No vale la pena

Fuente: https://www.sitioandino.com.ar/n/352337-efecto-streisand-y-el-uso-del-no/

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