Todo lo mudará la edad ligera…
Garcilaso de la Vega
Mudar de piel se hace imprescindible para crecer, transformarse en otro más curioso, más flexible, más sabio… y en estos tiempos de mudanza constante desaprender deviene una competencia clave.
Aprendimos muchos de nosotros bajo la máxima de que “la letra con sangre entra” y quien aprende con miedo, no quiere aprender nada nuevo. No quiere cambios ni transformar nada. Su experiencia de aprendizaje no fue gozosa sino dolorosa. Y así, tantos trabajadores, profesionales maduros y expertos cierran los ojos a lo que emerge, a lo nuevo e ignoto que trae oportunidades de crecimiento y mejora, si desaprendemos los viejos usos para poder aprender nuevos oficios.
Fruto de la digitalización y de nuevas tecnologías disruptivas, el mercado laboral se transforma y aparecen nuevas profesiones desconocidas e inexploradas para todos, tengamos la experiencia, los conocimientos y las habilidades que tengamos, pertenezcamos a la generación que pertenezcamos…, ya que nadie tiene aún recorrido suficiente por estos nuevos senderos, sobre estas nuevas funciones, tareas y metodologías, nadie sabe aún lo suficiente como para tomarnos la delantera, vamos todos al mismo paso…
De la misma manera que nuestras memorias biográficas evolucionan, que reinventamos una y otra vez nuestro pasado, comencemos a arremangarnos para diseñar nuestro presente futuro en consonancia con el ritmo de transformación de nuestro entorno.
Las crisis que están acompañando este primer cuarto de siglo XXI, económica, pandémica, revolución tecnológica, transformación del mundo laboral, etc., están provocando el impacto necesario para iniciar un aprendizaje transformador, un cambio de vida profundo y duradero que nos ponga en el camino de un nuevo ciclo profesional y vital. Un choque con nuestras viejas convicciones que nos permita observar la realidad desde una óptica nueva, contrapuesta al aprendizaje acumulativo basado en lo que ya conocemos, que abra la posibilidad a la creación de nuevo conocimiento.
Así que, ¡manos a la obra!, revisemos cuidadosamente nuestras fortalezas para iniciar desde ahí nuestra segunda, o tercera, o…. “N” carrera profesional.
Reskilling lo llaman y va de
transformación antes que reinvención, va de crecimiento, desarrollo, ampliación de nuestras competencias, en busca de nuestro “
IKIGAI“, lo que dé sentido a nuestra vida.
El camino del aprendizaje permanente (y más en aprendices sénior) se inicia a partir de tres preguntas clave:
¿Qué sucederá si no aprendo esto?
¿Qué ganaré si aprendo esto?
¿Qué tengo que cambiar si aprendo esto?
Y tiene una condición previa: requiere una revisión profunda de nuestros hábitos mentales y puntos de vista, nuestros sistemas de creencias y estilos de habitar en el mundo. Si no ponemos en cuestión nuestro marco de referencia difícilmente se producirá el
aprendizaje transformacional que nos permita dar ese cambio de piel que nos lleve hasta ese nuevo oficio, ese nuevo paradigma, ese nuevo mundo.
Nuestra incompetencia para generar cambios en nosotros mismos reside en el plano emocional más que en el plano racional. Y para provocar estos cambios, precisamos de una actitud adaptativa e innovadora que nos permita desarrollar estas habilidades emocionales, que nos doten de capacidad de reacción frente a condiciones adversas y de entusiasmo por la creación de un futuro mejor.
Un mundo en acelerada transformación requiere de nosotros que sepamos gestionar información de forma ágil y rápida, interactuando con la tecnología con altas capacidades analíticas y críticas, que tomemos decisiones con total autonomía y que nos adaptemos con la máxima flexibilidad a entornos líquidos no estables.
Para el mundo emergente, la mano de obra barata pronto dejará de constituir una ventaja competitiva. Surgen nuevos trabajos y empleos cualificados por lo que urge por parte de las empresas y los gobiernos dotar a los trabajadores de competencias adecuadas para esta transformación del trabajo.
Algunos analistas hablan de que en los próximos años desaparecerán como tales el 40% de los trabajos conocidos, por un proceso de automatización y robotización que se ha acelerado desde que las máquinas “aprenden”. Eso parece abocarnos a las personas a un mundo de ocio y plenitud, ¿o tal vez a todo lo contrario?
La tecnificación y automatización del trabajo ha sido una constante en las últimas décadas y durante el siglo XX la productividad laboral creció, por ejemplo, en EEUU un 800%, mientras que el tiempo libre sólo aumentó un 10%.
Durante el siglo XX países desarrollados como EEUU, Alemania o Reino Unido, se enriquecieron trasladando a trabajadores poco cualificados de la agricultura a la manufactura rutinaria. Las personas eran robots…
En lo que llevamos de siglo XXI van surgiendo nuevos puestos de trabajo, nuevas profesiones y oficios, en su mayoría de alta cualificación, relacionados con las tecnologías y las biotecnologías. Estos trabajos tecnológicos, además, respaldan la creación de muchos otros puestos de trabajo relacionados con los servicios (alimentación, salud, venta minorista, etc.) en una proporción de 1 a 5 puestos de servicio por cada puesto tecnológico.
Muchos de los trabajos en peligro de desaparición y de baja cualificación, urge redirigirlos hacia estos puestos de servicios que requieren de la adquisición de habilidades relacionales y de comunicación por parte de trabajadores que, hasta el momento, han desarrollado habilidades de destreza física que ahora pueden desplegar máquinas y robots.
La aceleración de la transformación del mercado laboral aporta necesariamente un nuevo enfoque a las políticas educativas: El período formativo de los trabajadores no se concentra exclusivamente en la niñez y la juventud, sino que se alarga a toda la vida de los individuos (lifelong learning) y las organizaciones deben tener en cuenta tanto el ciclo vital por el que está transitando el trabajador como la experiencia, competencias y talento con el que cuenta cada persona para poder diseñar, de forma personalizada y conjuntamente con el interesado, el proceso de su transformación profesional (reskilling).
El aprendizaje a lo largo de la vida será, sin duda, parte del trabajo, no una actividad al margen de la jornada laboral, sino parte de ésta, teniendo en cuenta además que el trabajo ha dejado de ser un lugar, y que lo que contrata un empresario ya no es tiempo a cambio de una nómina, sino talento aplicado a un proyecto.
La convivencia de muchos titulados superiores desempleados con empresarios que afirman no encontrar candidatos con las habilidades que necesitan, muestra claramente el divorcio entre el sistema educativo y la empresa.
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https://library.oapen.org/bitstream/handle/20.500.12657/42910/2020_Book_AnticipatingAndPreparingForEme.pdf?sequence=1#page=325 |
Tampoco los empresarios invierten en la transformación profesional de sus trabajadores sénior y la única respuesta frente al envejecimiento de muchas plantillas es el despido o la prejubilación de los mayores de 50 años de puestos de trabajo que se extinguen o son sustituidos por tecnología.
Leía hoy en la prensa que la natalidad se ha desplomado en España por la pandemia y ha descendido un 23%. Esto no hace más que agravar la evolución de la pirámide de edad de nuestro país que, ante la escasez de jóvenes cada vez más evidente, tiene que plantearse muy seriamente la transformación profesional de los trabajadores maduros que constituirán en breve la nueva mayoría.
Las diferentes historias laborales de cada uno de nosotros requieren de diferentes estrategias de transformación:
Si observas que tu área de especialidad está perdiendo relevancia, no esperes a que se vuelva obsoleta y desaparezca la necesidad de un profesional con tus características… Analiza cuáles son las habilidades transferibles a qué puestos de trabajo emergentes, qué funciones podrías desarrollar con facilidad en trabajos adyacentes o diferentes a tu sector.
Las habilidades transferibles que todos poseemos son aquellas precisamente que difícilmente pueden ser ejecutadas por máquinas.
Puede suceder también que tus conocimientos y habilidades estén perfectamente actualizados, pero que el encargo o el proyecto en el que estés ocupado requiera un nuevo abordaje, un nuevo método de trabajo. Piensa, por ejemplo, en la rapidez con la que hemos tenido que adecuarnos al trabajo colaborativo a través de tecnología que permita teletrabajar. Debes, por tanto, estar atento a las nuevas metodologías de organización del trabajo que están apareciendo (AGILE).
Sé consciente de que las transiciones laborales requieren de tu esfuerzo y constancia. Sin embargo, gracias a los recursos de aprendizaje en la red (MOOCS y Elearning en general) y las posibilidades de aprendizaje colaborativo entre iguales que internet ofrece, iniciar y completar un proceso de transformación profesional (reskilling) es posible y accesible a cualquiera que disponga de un dispositivo móvil y una conexión a internet.
Fuente http://lrosilloc.blogspot.com/2021/03/reskilling-viaje-hacia-el-
emprendizaje.html