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Cómo quitarte el miedo al error (para siempre)

Por Vanessa Carreño André

¿Le tienes miedo al error? ¿Te cuesta hacer cosas, o incluso dejas de hacerlas, por miedo a equivocarte? ¿Te machacas y te culpas cada vez que metes la pata?

Cuando empecé a pensar en este post (que me habéis pedido muuuchas veces y todavía no había escrito) me pregunté que podía contarte sobre los errores que no sepas ya.

¿Que no puedes aprender nada sin cometer errores? ¿Que son la fuente de los verdaderos aprendizajes? Pues sí, lo son. Pero eso ya lo sabes.

Te indican por donde sí y por donde no, qué funciona y qué no funciona, lo que va bien y lo que necesitas corregir. Pero solo puedes llevarte un aprendizaje si te permites cometerlos y te paras a observarlos y a reflexionar sobre ellos. Cuando no haces esto, cuando no te lo permites, no hay aprendizaje posible. Si te culpas y rechazas cada error, no te habrá servido de nada cometerlo.

La maestría es una acumulación de errores. Es decir, un maestro de cualquier cosa, se hace a base de acumular errores e ir sacando información de cada uno de ellos.

Pues sí, pero esto ya lo sabías.

Entonces, ¿qué podía contarte? ¿Que no puedes VIVIR con mayúsculas, en el sentido de ser tú quien dirige tu vida, sin cometer errores? Pues sí, la única manera de vivir sin cometer errores es dejarte llevar por la corriente o ir haciendo lo que hacen / dicen los demás. Así, como no tomas decisiones, no tienes nada que reprocharte. O así los errores son suyos, y tú te libras. ¿Perdonaaaa? ¿Pero tú no ves que el error más grande de todos es sacrificar tu VIDA porque no quieres cometer errores?

Esto que veo muchas veces en mis coachees, de querer una cosa, pero entretenerme con otra, de perder el tiempo dando vueltas, como que quiero ir a Barcelona, pero paso por Cádiz, y después doy una vuelta por Valladolid… Lo que sea con tal de no fracasar en mi camino… ¡eso no es vida! ¡Es perder la VIDA!

Pero vale, sí, que esto también lo sabias.

Entonces, ¿qué podía contarte? ¿Que en el momento eliges lo que consideras mejor, o lo menos malo, y después, cuando tienes otra información nueva, es muy fácil juzgar aquello que elegiste como un error?

Claro, llamamos error a aquello que haces y después te das cuenta de que no tendrías que haberlo hecho, o a aquello que no haces y después te das cuenta de que tendrías que haberlo hecho. ¡Pero es que antes no podías saber lo que sabes después!

¿Te das cuenta de que te estás machacando a ti misma por no haber tenido una bola de cristal para adivinar lo que iba a pasar? Juzgar algo a posteriori es muy fácil, pero muy poco inteligente. Porque en el momento elegiste lo que te parecía mejor, porque nadie comete errores a posta y porque lo que sabes después no lo podías saber antes.

Por eso mismo, si te paras a pensarlo, te darás cuenta de que con las necesidades de ese momento y con la información que tenías, si estuvieras allí volverías a hacer lo mismo. ¡Y por lo tanto no puedes llamar a eso error!

Pero vale, sí, esto también lo sabías.

Entonces, ¿tal vez puedo contarte que quien no se permite cometer errores no puede disfrutar de la vida, no puede relajarse y no puede ser espontánea? ¿Que si no te permites cometer errores es imposible que te sientas libre para ser tú misma? ¿Que para que lo mejor de ti aflore es imprescindible que asumas el fracaso como una posibilidad más en el camino?

Vale, esto también lo sabes. O, si no lo sabías, por lo menos lo habrás sentido.

Entonces, ¿qué puedo contarte sobre los errores? ¿Que no puedes llevarte bien con los demás si no te permites cometer errores? Pues no, no puedes. Porque no puedes practicar uno de los sentimientos más bellos que existe: la compasión. Porque solo cuando conectas con ese comprenderte, ese aceptarte y quererte incondicionalmente a pesar de tus errores, puedes hacerlo igual con los demás…

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Ni sé la de años que me tiré vomitando mi rabia sobre el mundo, sobre las personas que me rodeaban, juzgándoles y condenándoles por sus errores… Claro, era lo mismo que hacía conmigo. No me daba cuenta de que llevaba un escudo para defenderme de ellos y que no vieran todo el dolor que me provocaba su rechazo, pero en realidad era yo la primera que se rechazaba…

Y sí, esta manera de vivir, que veo muchas veces en las personas con las que trabajo, tiene poco que ver con la compasión y mucho con la penalización del error. Y no, así no puedes conectar con los demás porque no lo estás haciendo contigo misma.

Y si no sabías esto, seguro que también lo has sentido.

Vale, ¿entonces qué contarte sobre los errores? ¿Que aceptarte y amarte como persona siempre, siempre, va a necesitar que aprendas a reconsiderar los errores y a verlos como algo positivo, humano e inevitable? ¿Que no vales menos por cometer errores ni más por no cometerlos? ¿Que son algo natural que te pasa y te pasará siempre mientras sigas respirando?

¿Que culparte y machacarte por un error no va a hacer que cambie lo que pasó? ¿Que no hay forma de modificar el pasado? ¿Que darle vueltas y vueltas a lo mismo no va a solucionar nada y lo único que vas a hacer es sentirte peor y negarte la posibilidad de crecer con lo que pasó? ¿Que esa actitud de resistencia al error es apuesta segura para que otro día te vuelva a pasar lo mismo?

¿Que el castigarte cada vez que cometas un error no va a hacer que cometas menos errores? ¡¡¡Claro que no!!! Por favor, que criticamos la enseñanza modo señorita Rotenmeyer, pero después la aplicamos con nosotras mismas. ¡Venga ya! Actualiza esas creencias de que “la letra con sangre entra”, ¡que son año de la polca!

Y si esto no lo sabías, te lo podías imaginar…

Bueno, ¿entonces qué te cuento sobre el error que no sepas? ¿Que muchas veces el miedo al error, en realidad, es miedo a que me dejen de querer si no soy perfecta? “No quiero cometer errores por miedo a lo que piensen los demás, por miedo a decepcionar a alguien, por miedo a que se rían de mí…”. Y así es como, por ponerte un ejemplo muuuy habitual, por miedo a decir algo incorrecto, resulta que tampoco me permito decir algo correcto. ¡Mira tú qué bien!

Esto mismo lo trabajaba hace unos días con una coachee, que se daba cuenta de que su miedo a equivocarse, a dar su opinión y que no fuera correcta, a decir algo en un grupo y que alguien le llevara la contraria, a molestar a alguien, a que se enfadaran con ella… en realidad era su necesidad de agradar a todo el mundo, su miedo al rechazo y a que la dejen de querer… “Me estoy dando cuenta de que la sensación de deslealtad a ti misma es mucho más dolorosa que cualquier rechazo que puedas recibir”, me decía. Y tenía toda la razón.

¿Para qué NO quieres cometer errores?

¿Para qué quieres ser alguien que no cometa errores? Piénsalo. No hace falta que respondas ahora, simplemente déjatelo sentir. ¿Para qué?

De niñas, aprendemos a tolerar las decepciones y las frustraciones si sentimos que nuestros padres nos aceptan tal cual somos y que nos reconocen el esfuerzo y las dificultades. Y, desde luego, si vemos que ellos se dan permiso para equivocarse (ojito a esto si tienes hijos .

Pero, claro, si te lo daban todo hecho o te decían como hacerlo, en vez de animarte a encontrar una solución por ti misma aunque pudieras equivocarte o tardar más en hacerlo, no habrás aprendido a cometer errores.

Si sentías la presión de hacerlo bien a la primera o si te encontrabas sola cuando no sabías hacer algo, es muy probable que te cueste aceptar nuevos retos y probar cosas nuevas, y que te machaques un montón cuando algo no sale como esperabas.

Claro, si siempre que tu padre se sentaba contigo a hacer los ejercicios de matemáticas tú terminabas llorando (palabras literales de una coachee), ahora le tendrás pánico a los errores, porque te conectarán con la misma sensación de insuficiencia que cuando eras una niña.

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Y así es como aprendemos que “si cometo errores, soy mala”. Así que voy a hacer todo lo posible por no cometer errores, ya sea resistiéndome al cambio, postergando lo importante y queriendo estar siempre en mi zona de comodidad, o ya sea queriendo hacerlo todo perfecto y fustigándome con saña cuando me equivoque con algo. ¡Olé! Y así tu niña interior va a sentirse a gusto y feliz de estar contigo (ironía modo on, por supuesto).

Mira, en la VIDA, en la buena vida, no hay manera de evitar los errores. No vas a conocer a nadie que no los cometa. Ni el más listo, ni el más prudente, ni el más inteligente, ¡nadie! Todos cometemos errores. Cuando aprendiste a caminar, cuando aprendiste a conducir, cuando te echaste el primer novio, cuando hiciste tu primera tortilla de patata… Siempre, siempre, los errores estarán contigo. Así que lo más sabio que puedes hacer es empezar a llevarte bien con ellos.

Los errores más grandes de mi vida

Cuando empecé a pensar en este post y me di cuenta de que la mayoría de las cosas que pueda contarte sobre los errores ya las sabes, pensé que lo mejor que podía hacer era compartir con orgullo algunos de los míos, y su correspondiente aprendizaje. Y me puse a buscar errores cotidianos.

Buuuuf, qué complicado es encontrar los pequeños cuando has aprendido a ser compasiva y cariñosa contigo misma… Pero mira, sí, hace unos días la lie bien al limpiar la chimenea y echar la ceniza en el cubo de la basura. No me di cuenta de que aún había brasas y, a pesar del olor a quemado, seguí sin darme cuenta hasta que el cubo empezó a arder. Telita.

Poco más te puedo contar de esos pequeños errores cotidianos, y te aseguro que hace años no pasaría una hora sin que me hubiera fustigado por algún error tonto tipo “se me olvidó comprar pimientos para las legumbres” o “no llevé esto a arreglar y ahora no me lo puedo llevar de vacaciones”.

Pero vale, todavía nos quedan los errores grandes. De esos sí que me acuerdo.

¿Fue un error ser sumisa, callarme y dejar que los demás traspasaran mis límites una y otra vez? Pues no, no lo fue. Fue lo mejor que podía hacerlo en esos momentos, desde la niña, la adolescente y la joven que era. Y gracias a eso y a haber caído tan hasta el fondo, comencé el camino de autoconocimiento y amor a mí misma del que estoy superhipermegaorgullosa y que además me ha llevado a tener la profesión más bonita del mundo para mí.

¿Fue un error estudiar una carrera que después terminaría dejando porque encontré otra cosa que me gustaba más? Pues no, porque todos esos años dedicándome al periodismo también forman parte de mi vida y gracias a eso he conocido a personas maravillosas y vivido experiencias alucinantes. Además de que aprendí que puedo reinventarme una vez, dos y las que lo necesite.

¿Fue un error estar con una persona que me trataba mal? Pues no, porque parte de lo que soy y de lo que sé, de lo que hace que esté tan segura de acompañar a personas que también se sienten maltratadas para que salgan de ahí, se lo debo a esa persona. Y porque gracias a eso ahora tengo claro lo que ya no voy a volver a permitir jamás.

¿Fue un error dejar un bolso con todo el dinero que llevaba meses ahorrando, con mi pasaporte, las fotos de mi padre, mi libreta de notas y yo qué sé cuántas cosas más, en una silla a mi lado nada más aterrizar en Nueva York la primera vez que fui? Puede que lo fuera, pero soy humana y cometo errores. Qué le vamos a hacer .

¿Fue un error no llegar a conocer a mi padre y que el día que murió, si sumara todo lo que había hablado con él en mi vida, no pasara de una hora en total? Pues sí, pero no supe hacerlo mejor desde el dolor y la rabia que sentía. Comprendo perfectamente a aquella joven, y ya la he perdonado.

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¿Fue un error perdonar a alguien y que después volviera a hacerme lo mismo? No, porque en ese momento fue lo que sentí y confié en ello, y está bien así. También he aprendido lo mío de eso.

Y así podría seguir hasta el infinito…

La clave para quitarte el miedo al error

El otro día, en una entrevista, le dijeron al entrevistado que pidiera un deseo, y ¿sabes qué dijo? “Seguir cometiendo errores, porque eso significará que me sigo atreviendo a vivir”.

Buf, no lo habría podido decir mejor…

Mira, a veces cometerás un error porque no te diste cuenta, a veces porque no sabías cuales iban a ser las consecuencias, a veces porque no estabas preparada para hacerlo mejor, a veces porque no tenías otra opción, a veces porque la otra opción parecía menos apropiada, a veces porque había una motivación más fuerte que te llevó a elegir eso, a veces porque no te imaginabas lo que podía pasar, a veces porque no lo habías hecho antes, a veces porque siempre lo has hecho así…

Sea como sea, los errores te dan una posibilidad de aprendizaje que no pueden darte los éxitos.

Las personas aprendemos por ensayo-error. Es decir, valoras la diferencia entre el resultado que querías conseguir y el que has conseguido y reflexionas sobre lo que necesitarás la próxima vez para que salga mejor. Punto.

En la vida casi nada sale bien a la primera (¿recuerdas la metedura de pata en mi primera conferencia?), y si lo hace seguramente también tenga margen de mejora. Y en ese proceso los errores son el guía que te marca el camino, como esas rayas de la carretera que hacen más ruido cuando te sales del carril.

Entendiendo así los errores es como siempre, siempre, siempre, en cualquier circunstancia, podrás comprenderte. Comprender qué intentabas conseguir o qué intentabas evitar al cometer ese error… Comprender cuál era tu intención y qué necesidad estabas intentando satisfacer…

Esa es la clave para quitarte el miedo al error: comprenderte, aceptar ese error, sea pequeño o enorme, ver qué puedes decirte para dejar de sentirte culpable, perdonarte, hacerte responsable de él, asumir sus consecuencias, aprender algo que te sirva en un futuro y volver a conectar con el amor a ti misma.

Y si metes la pata, pides disculpas y listo.

Y si dices algo que no viene a cuento, rectificas y ya está.

Y si estas aprendiendo algo, por ejemplo, a esquiar, y te equivocas, aprendes de esa equivocación y sigues a lo tuyo.

Y si te olvidas de algo importante, te ocupas de que no te vuelva a pasar.

Y si pensaste que una opción era lo mejor y ahora te das cuenta de que no, comprendes que no sabías lo que sabes ahora.

Y si pierdes una oportunidad, lo aceptas, aprendes y buscas otra mejor.

Y si inviertes tu tiempo en algo que no ha funcionado, valoras lo que has aprendido mientras tanto.

Y si… lo que tú quieras, de algo te habrá servido.

Moraleja: siéntete orgullosa de cada error, porque es la prueba de que estás VIVA. De que te arriesgas y te atreves y de que estás dispuesta a que salga bien, porque también lo estas a que salga mal. Y ese es un motivo enooorme para valorarte y sentirte afortunada por ello.

Fuente: https://coachingtobe.es/como-quitarte-el-miedo-al-error-para-siempre/

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