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Las 5 fases para la resolución de problemas

La resolución de problemas es un proceso psicológico complejo a través del cual intentamos encontrar el mejor camino para sortear un obstáculo o afrontar un desafío. Por desgracia, ese proceso no siempre es lineal, sino que puede seguir caminos muy tortuosos, sumiéndonos en una situación de angustia psicológica cuando creemos que no hay solución posible.

En cambio, conocer las fases para la resolución de problemas nos ahorrará muchos dolores de cabeza. Brindar una estructura coherente a la situación que nos preocupa y tener un hilo conductor que nos oriente a lo largo del camino nos ayudará a poner un poco de orden en el caos mental que suelen generar los problemas.

Para resolver un problema, la experiencia no siempre juega a nuestro favor

La experiencia puede ser un plus o, al contrario, convertirse en un impedimento para resolver problemas. Psicólogos de las universidades de Hong Kong y Princeton examinaron cómo implementamos las estrategias para resolver problemas pidiendo a un grupo de personas que resolvieran una serie de problemas con cerillas.

A los participantes les presentaron una serie de cuadrados unidos. Cada cuadrado de la matriz se componía de piezas separadas y las personas debían eliminar cierto número de cerillas manteniendo un número específico de cuadrados intactos. Lo interesante de este tipo de problemas es que generalmente tienen más de una solución, se pueden usar estrategias diferentes y estas deben cambiar según la configuración de la matriz, justo como suele ocurrir con los problemas de la vida.

Estos investigadores descubrieron que los participantes pasaban por dos grandes etapas en la resolución de problemas. En un primer momento se dejaban llevar por las características perceptuales del problema y comenzaban a explorar diferentes estrategias, algunas exitosas y otras no.

En un segundo momento usaban la experiencia acumulada para restringir sus opciones de estrategias, enfocándose en aquellas que tenían más éxito. El problema es que cuanto más confiaban los participantes en su conocimiento estratégico, más dificultades tenían para resolver problemas que demandaban la aplicación de estrategias novedosas. En práctica, sufrían una especie de fijación funcional.

Esta serie de experimentos nos demuestran que para resolver un problema debemos mantener la mente abierta porque a lo largo del camino es probable que las circunstancias cambien y necesitamos la flexibilidad mental necesaria como para cambiar nuestras estrategias de resolución de problemas.

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Las etapas de la resolución de problemas que todos podemos aplicar

1. Identificar el problema

Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero lo cierto es que identificar el verdadero problema no es tan fácil como parece, en especial cuando se trata de una situación que nos afectan emocionalmente. De hecho, cuando el problema es demasiado atemorizante o intuimos que no tenemos las herramientas psicológicas para solucionarlo solemos poner en práctica mecanismos de defensa como el desplazamiento que nos permiten borrar de nuestra mente consciente la situación problemática.

En cambio, ser capaces de identificar el problema es el primer paso para buscar una solución. Muchas veces eso implica dejar de mirar fuera en busca de culpables y escudriñar dentro preguntándonos por qué una situación nos molesta o obstaculiza de forma particular.

2. Comprender el problema

Muchas veces el problema trae consigo la semilla de la solución. Por eso, una de las fases para resolver un problema consiste en asegurarnos de que lo comprendemos. No basta con identificar el problema, necesitamos definirlo. Para ello necesitamos analizarlo desde diferentes perspectivas.

Por ejemplo, si estamos intentando llevar adelante un proyecto profesional que no termina de despegar, tenemos que aclarar las razones. ¿Necesitamos más formación? ¿Estamos en un sector demasiado competitivo? ¿Tenemos suficientes recursos? Necesitamos comprender el origen del problema.

Organizar la información disponible es otro paso crucial del proceso de resolución de problemas. Tenemos que preguntarnos tanto lo que sabemos del problema como todo lo que desconocemos. A fin de cuentas, la precisión de la solución dependerá en gran medida de la cantidad de información disponible.

3. Asumir una distancia psicológica

La mayoría de los problemas importantes en la vida tienen el potencial para generar un tsunami emocional. Sin embargo, muchas veces esa implicación afectiva nos ofusca e impide pensar con claridad. Por eso en muchas ocasiones una de las fases para la resolucion de problemas más importante pero menos conocida consiste en alejarnos de lo que nos preocupa. Para asumir una distancia psicológica podemos alejarnos unos días del ambiente problemático o intentar dejar de pensar en lo que nos preocupa durante un tiempo.

Durante ese tiempo la mente inconsciente seguirá trabajando y es probable que genere insights creativos y perfectamente válidos que conducen a la solución del problema. Ese distanciamiento nos permite sobrepasar las fijaciones funcionales que nos impiden pensar fuera de la caja dando paso a una reestructuración mental que nos permitirá ver el problema desde otra perspectiva.

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4. Buscar soluciones y elaborar estrategias

Cada problema es diferente, de manera que requerirá una solución específica. No siempre se puede llegar a una solución por insight, de manera que será necesario pensar en posibles alternativas para resolver el problema. La sinéctica, por ejemplo, es un método de resolución de problemas que recurre a la creatividad para encontrar soluciones originales.

El siguiente paso consiste en elaborar una estrategia ya que las soluciones que no se materializan en pasos concretos son muy difíciles de poner en práctica. Por tanto, debemos preguntarnos cómo vamos a poner en marcha nuestra solución. En esta fase de resolución de problemas es importante ser sinceros con nosotros mismos y “aterrizar” esa estrategia teniendo en cuenta nuestros recursos y disponibilidad real. De nada vale trazar una estrategia estupenda si luego no podemos aplicarla.

5. Evaluación del progreso

Muy pocos problemas se resuelven de la noche a la mañana. Generalmente se trata de situaciones complejas que debemos ir “desenrollando” con paciencia a lo largo del tiempo. Por eso, otra de las fases para resolver un problema consiste en ir monitorizando los resultados que vamos alcanzando. Así nos aseguramos de que vamos por el camino correcto y no estamos malgastando energía y tiempo inútilmente.

En esta última etapa de la resolución de problemas es importante que seamos capaces de adaptar nuestras expectativas. Es difícil que un proyecto profesional despegue en un abrir y cerrar de ojos, por lo que debemos enfocarnos en los pequeños pasos que indican que la solución está dando frutos. Para ello, es importante sentarnos a reflexionar sobre el impacto de la solución cada cierto tiempo.

También debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones las circunstancias van cambiando, de manera que quizá necesitemos aplicar ajustes a nuestra solución inicial. Ello demanda una gran flexibilidad mental para cambiar de rumbo cuando nos demos cuenta de que la estrategia no es tan eficaz como desearíamos.

Fuente: https://rinconpsicologia.com/fases-para-resolucion-de-problemas/

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