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Cuando la crítica deja de sernos útil para nuestro aprendizaje.

Por Ricard Lloria

Cuando la crítica deja de sernos útil para nuestro aprendizaje.

Cuando la crítica deja de sernos una retroalimentación, feedback para nuestro aprendizaje.

Cómo espacio de reflexión, de pensamientos, experiencias, más aprendizaje, más en momentos que sinceramente, las circunstancias difíciles que nos ha tocado lidiar, emocionalmente y personalmente, profesionalmente, con momentos de incertidumbre, dolor, momentos divertidos, es cuando el aprender a aprender, las opiniones, críticas, afloran, y es en ese momento cuando decidimos si seguir o no, si es útil o no para nuestro aprendizaje, si finalizas una etapa o no, si cierras todo o no, a todo ello aviso navegantes, de larga duración la lectura.

Veamos. . . probablemente comparáramos el conocimiento y el aprendizaje, con los beneficios que recibimos con el valor que proporciona a la organización. ¿Podríamos estar en lo cierto o quizás nos equivocamos?

Vivimos y aprendemos. ¿Alguna vez consideramos cuánto aprendemos todos los días? ¿Lo hemos considerado alguna vez? Aunque sea de forma indirecta, leyendo o mirando alguna foto de una cita etc.

«Lo innecesario, aunque cueste solo un poco, es caro». – Séneca

Si bien por ejemplo una parte del dinero, la salud, el bienestar etc. se agota con el paso de nuestro tiempo, nuestras experiencias, nuestros aprendizajes, conocimientos permanecen con nosotros de por vida, sin contemplar en este caso una fuerza mayor que estas dejen de quedar en nuestro recuerdo. Podríamos aprovechar todo ese conocimiento en una mejor posición dentro de  las organizaciones actuales u ofrecerlo incluso en la red en conocimiento abierto.

La red en conocimiento abierto puede ser de muchas formas, desde las personas qué intentamos de forma humilde trasladar nuestro conocimiento escrito o bien colaborando para otras personas, colectivos qué quieran leer, aprender o compartir con sus personas, grupos, redes sociales, etc. A por ejemplo el seleccionador de contenidos en forma digital, llamado Content Curator, Gestor de contenidos, Curador de Contenidos, incluso la figura del bibliotecario o persona que asesore en lecturas desde una librería, que nos pueda recomendar lecturas e incluso capaz de hacernos sinopsis de los libros que vende, por el simple hecho de amar la lectura, sea el tipo que sea, sea la materia que sea, sea la educación que sea, en el mundo analógico, de papel etc. Para que podamos aprender, distraernos etc.

Dicho esto, si invertimos en nosotros mismos puede ser la mejor inversión que hagamos. Dependerá de nuestros períodos de aprendizaje y dependerá si queremos estar en continuo aprendizaje. Y eso comienza con el mismo y propio aprendizaje de querer aprender.

Un ejemplo los tenemos en los la capacidad de un líder informal, “los cuales todo lo hemos de decir, que lo hemos visto en los equipos sanitarios, de residencias, equipos de supermercados, servicios esenciales, textil, socio sanitarios, etc.”, que es de influir o dirigir a otros, tienen la capacidad de ser personas que se hacen respetar, dan confianza, desprenden confianza hacía los demás, no es raro que un líder informal trate con cierto peso de plomo de forma no intencionada a la hora de tomar decisiones. Que entre todos han surgido líderes informales que han ido tomando decisiones, muchas de ellas consultadas pero con una rapidez, que muchas organizaciones ya les gustaría adaptarse en tiempo record a ellas.

Los líderes informales son sumamente valiosos para las empresas y para el éxito de los líderes formales, algunas veces nos podemos encontrar en que los líderes informales no son compatibles con los líderes formales, con diferentes ideas y visiones de la realidad, por lo que este choque puede afectar a la empresa.

Me gustaría recopilar de nuevo, ciertas citas dónde ya predominaban los líderes informales, ya hace más de 25 años, que los grandes ya hablaban de ellos, ¿curioso?:

J. Kotter (1990):Por supuesto, no todo el mundo puede destacarse simultáneamente en el liderazgo y en la dirección. Algunas personas están capacitadas para convertirse en excelentes directores, pero no en carismáticos líderes. Otras tienen un gran potencial de liderazgo, pero, por diversos motivos, les resulta difícil convertirse en directores fuertes. Las empresas eficaces valoran ambas clases de personas y se esfuerzan en incorporarlas en sus equipos. Pero cuando se trata de preparar personas para cargos ejecutivos, tales empresas hacen caso omiso, y con razón, de la reciente literatura en la que dice que las personas no pueden dirigir y además liderar.”

S. Covey (1991) señala en su libro que el liderazgo está centrado en principios, compuesto de cuatro roles específicos: modelar delante del grupo, encontrar caminos, alinear a cada miembro del equipo y facultar a todos ellos para la consecución de objetivos.

Dice P. Crosby, (1996)Los verdaderos líderes de una organización pueden no tener títulos en la puerta de su oficina”, el líder puede estar alrededor nuestro, podemos ser cualquiera de nosotros, pero es bien cierto que el liderazgo apoya, fomenta el espíritu de equipo, manteniéndonos unidos en una organización dentro la formalidad y la informalidad de las acciones que puedan ocurrir.

J. Kotter (1990-1) apunta “El liderazgo complementa la Dirección: no la sustituye.” Podríamos decir que es obvio que la organización, mando, control y planificación, son las tareas de la dirección, pero para que desarrollemos una visión del futuro, misión, estrategias, nos hace falta motivación, carisma, originalidad, dinamismo, creatividad, en fin competencias que vamos adquiriendo a base de experiencia, hace falta que tengamos el realismo de lo que sucede a nuestro alrededor, sinceridad y la transparencia frente a los demás, como líderes recogemos todos los datos que nos generan todos los inputs y outputs que hay a nuestro alrededor , establecemos relaciones, conexiones que ayudan a explicar las cosas permitiendo que nos retroalimentemos de la situación.

Aprendiendo a aprender. (Learn to learn – LTL), resetearnos para volver a reaprender, o aprender de nuevo desde los puntales que teníamos previamente a la situación actual, a la reinserción de un nuevo enfoque cómo colectivo, cómo personas individuales, organizacionales etc.

Aprender nos requiere más que asistir a conferencias y regurgitar lo que hemos escuchado, leído hasta el momento. Requiere que seamos maestros y alumnos, que aprendamos de los libros y de las experiencias personales, que podamos aplicar las lecciones aprendidas a situaciones del mundo real. Pero bien, cuando todo cambia de golpe, todo lo aprendido, lo olvidamos, o dejamos de recordar, y es el momento de volver a aprender, aprender nuevas rutinas, nuevos conocimientos, nuevas formas de vivir, la nueva forma trabajar, todo nuevo, pero bien, podemos para para escuchar, nuestro arte de escuchar, cómo bien estuvimos comunicando en la anterior entrada.

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Al final, nuestra forma de ser, nuestro pensamiento, nuestra forma de actuar muchas veces nos vienen marcados desde el pasado, el cual muchas veces si lo sabemos detectar podemos llegar a una conclusión que del mismo poder de querer aprender. Por ello el aprendizaje siempre si es continuado, de una forma u otra. Es por ello, la palabra clave para poder ir resistiendo, que es nuestra resiliencia, cómo la desarrollamos y cómo la construimos, para seguir con nuestros aprendizajes.

Ahora más que nunca, aunque muchos ya en un pasado nos encontrábamos y nos encontramos con adversidades tanto en el ahora cómo en algún momento de nuestras vidas, construir resistencia significa que podemos enfrentarlas mejor cuando nos encontramos delante de ellas. Más en un momento dónde toda nuestra planificación de acciones, han producido un cambio de hábitos en nuestro día a día, hoy es esto mañana será otra cosa, que lo que nos sirve para hoy, mañana deje de funcionar, así con muchas cosas.

A base de repetir el aprendizaje, al aplicarlo constantemente nos genera cambios ya sean en conductas, en formas de pensar, en nuestras reflexiones, pensamientos, actividades, nuestro día a día, pero si dejamos de aprender todo lo que hemos aprendido, podemos caer en el olvido, en ese estado de “levitación mental”, que ya la “cosa deja de ir con nosotros”, cómo que queremos alejarnos de la realidad, podríamos poner muchos ejemplos, incluso el más reciente que todos en nuestros colectivos, sociedades, naciones, organizaciones, comunidades, grupos, hemos sufrido, el estar sin movernos en espacios reducidos, dónde muchos hemos perdido personas, o han sufrido golpes muy duros a nivel personal, profesional, de todo, y la pregunta que nos podemos hacer ¿hemos aprendido algo cómo colectivo, y de forma individual? ¿Por qué a la hora de darnos algo de “esperanza”, “libertad” salimos cómo caballos a invadir esos espacios que la propia naturaleza lleva décadas reclamando de nuevo?

¿Qué áreas podemos tener lugar dónde el aprendizaje lo podamos incorporar o tener lugar?

Si tenemos una nueva perspectiva. Si bien la memorización a menudo la podemos definir como aprendizaje, la aplicación práctica del conocimiento si la dejamos quedar en segundo plano, fracasamos. En lugar de ver las cosas de forma aislada, podríamos aprender a conectar los puntos, incluso puntos inconexos de por sí que podremos conectar más adelante, descubrir patrones y tendencias. En lugar de solucionar problemas rápidamente, podemos aprender a abordar las causas fundamentales de cada problema.

Quizás sea hora de darnos una “Segunda oportunidad….” Cómo nos plantea Ernesto Rodolfo Scardigno en sus borradores urbanos, quién además nos recomienda rescatar un libro Las siete leyes espirituales del éxito, fue publicado en 1995 cuyo autor es el médico nacido en la India, Deepak Chopra (1946).” Que el mismo autor Deepak Chopra se propuso explicar las leyes universales que rigen nuestras vidas.

¿Y cómo? Quizás hayamos pasado y pasamos la mayor parte de nuestro tiempo aprendiendo “qué y cuándo”. También podríamos centrarnos con suficiente atención en el proceso del “cómo” hacemos las cosas. Por ejemplo, podría ser fundamental que aprendamos a comunicarnos de manera más efectiva, construir relaciones, establecer prioridades, aumentar la eficiencia y mejorar nuestras habilidades de gestión del tiempo, este último quizás en estos tiempos muchas personas han aprendido a la fuerza, otras ya lo llevaban gestionando desde hacía mucho tiempo, cada persona es un mundo, cada aprendizaje requiere de diferentes tiempos para poder entrar y adaptarlos en nuestros hábitos.

Llegados a aquí, ¿cómo podríamos hacerlo? Juan Domingo Farnós, quién tiene más de 30.000 artículos publicados y doy fe de ello, porqué los he visto con mis ojos pero no todos leídos, obviamente, en el último nos planteaba el siguiente: Análisis y propuestas de como ir “construyendo” un nuevo formato y una nueva manera de ver y entender la educación (la sociedad es el aula), en el cual nos decía qué “En la Educación Superior (UNIVERSIDAD) el auto-aprendizaje, tanto las empresas y las instituciones de educación superior deben estar  disponibles para el aprendizaje auto-organizado y auto-dirigido durante mucho tiempo, pero significa una cierta pérdida de control del proceso de aprendizaje. “ “”Estamos constantemente en el error de especificación de los medios de hacer algo más que los resultados que queremos. Esto sólo se puede limitar nuestra capacidad para encontrar mejores soluciones a problemas reales. “(Gilb, 1988 )”

Podríamos tener nuestra nueva mirada a la vida. Pasamos tanto tiempo corriendo en la “cinta de correr de la vida” que rara vez tenemos tiempo para definir adecuadamente nuestras creencias y valores, prioridades a corto y largo plazo, descubrir junto a redescubrir nuestro propósito en la vida. ¿Sería una lástima que viviéramos la vida en modo piloto automático y luego nos arrepintiéramos de nuestro camino predeterminado cuando era demasiado tarde para cambiar de rumbo? ¿Aportamos “algo” a nuestros entornos, a nuestros colectivos, a nuestras redes, algo que sume para los demás? Estas son de las muchas preguntas que nos lanzamos al “aire”, ya desde tiempos pasados, presentes y seguiremos lanzándolas en el futuro.

Tomarnos nuestro tiempo para nosotros y nuestro entorno más próximo. Muchas personas dan las cosas por sentado hasta que las perdemos. ¿Cuándo fue la última vez que tomamos el tiempo para aprender sobre algo que nos pudiera ayudar en aprender cualquier cosa? Desde luego que ahora muchos hemos aprendido cosas por la fuerza, necesidad etc. Pero si hubiéramos tenido ese tiempo anteriormente ¿qué hubiéramos hecho?

Una nueva escuela de pensamiento, cómo bien nos decía Victoria Redondo recientemente en La nueva economía de las habilidades, ya está aquí, cómo bien ya lo decíamos anteriormente, todo gira, todo cambia y nosotros cambiamos, la forma en que cambiemos determinará en cómo queremos cambiar, cómo podemos aprender para poder adaptarnos al cambio.

«No trates de ser original, trata de ser únicamente bueno, pues hoy día eso ya es originalidad» Paul Rand 

Aquí podemos encontrar algunas maneras de aprender, incluso de aprender a aprender de nuevo, casi desde cero:

Si actuamos como un niño. Cuando somos niños, jóvenes, continuamente nos preguntamos “¿por qué?” Sin embargo, cuando envejecemos, nos ponemos a la defensiva y nos sentimos inadecuados si dejamos de tener todas las respuestas. Quizás es hora de aprender como si fuéramos un niño otra vez.

Si ampliamos nuestro mundo, nuestra visión y pensamiento. Rodearnos de personas “sí” es como hablar con nosotros mismos. Escuchamos a personas con puntos de vista distintos al nuestro. Tratemos de ver su lado del problema en lugar de vivir nuestra vida con anteojos.

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Si salimos de la rutina. A todos les gustan las rutinas, más en los tiempos actuales. Aprende rompiéndolos. Cubramos el mismo terreno desde diferentes ángulos. Tomamos nuevas rutas, dejando también de lado las físicas, también las mentales, hacía una nueva ruta. Hablar, comunicarnos con gente nueva. Obtengamos información de diferentes fuentes.

Si solicitamos opiniones y comentarios. Por ejemplo: Nos estamos preparando para una presentación, para cualquier cosa, si solicitamos la opinión de personas de nuestro entorno, muchos casi es un honor poder ayudar a esa persona que nos pregunta por algo que creé que nosotros le podemos ayudar. Si recordamos que es mucho mejor aprender en un entorno no amenazante que cuando estamos en “tiempo de juego”, es decir casi más por obligación o necesidad.

Si aprendemos de los errores. ¿Tenemos veinte años de experiencia o un año de experiencias repetido veinte veces? Si somos ciegos a nuestras debilidades, es posible que estemos repitiendo errores en lugar de corregirlos. Si recordamos que la práctica es perfecta, a menos que estemos cometiendo los mismos errores una y otra vez.

En este punto la creación de una cultura de colaboración dentro de la organización, podríamos decir que desde de la creación de empresas, organizaciones, colectivos que valoren las ideas, estas además de proporcionarnos una colaboración, dónde las personas que “dirigen”, o mejor dicho que quieran liderar intentarán definir la cultura de la propia organización para así definir las estrategias dentro de la organización, de la empresa, como la mejora de los procesos. A todo ello si le sumamos la creación de una cultura de colaboración de gratitud, por fin podremos empezar a ver un poco de luz, hacía dónde podríamos ir, aceptando los errores y aprendiendo de ellos.

Si criticamos nuestras acciones. Uno de los ejemplos que podríamos tener es el de los equipos de fútbol pasan innumerables horas viendo imágenes del juego para determinar cómo mejorar el rendimiento individual y construir un equipo ganador. Tomémonos el tiempo para reflexionar sobre nuestras experiencias y aprendamos de ellas. Por ejemplo, preguntémonos, si tuviera la oportunidad de realizar una actividad nuevamente, ¿cómo la haríamos de manera diferente?

Cuando la crítica deja de ser una retroalimentación, deja de ser el feedback para nuestra mejora de los demás, de nosotros, de todos, para nuestros nuevos aprendizajes, nuestros conocimientos, nuestras nuevas formas de hacer las cosas, que tenemos delante, después de recibir otra opinión, sin entrar en el “cuñadismo”, de tener la capacidad de saber de todo sin saber nada.

Criticamos por impulso, muchas veces por automatismo, pero hemos parado a pensar. ¿Cómo nos sentimos, cómo se siente la otra parte, las otras partes? ¿Cómo podemos intentar ayudar, colaborar, cooperar con los demás? ¿Qué parte hay, que no entendamos que vivimos en un mundo global, dónde somos todos personas? ¿Cuándo podemos decir no en vez de si?

Lo fácil que es hacer crítica cómo un “poseso (troll)  detrás de una cuenta en redes sociales u otros medios de comunicación, tanto convencionales cómo de uso particular”, sin tener ni previo conocimiento ni aprendizaje, ni experiencia, disculparme mi tono irónico, pero a veces en vez de construir, destruimos, cuando la misma crítica podría ser constructiva dando una buena retroalimentación, un sumar, un colaborar, un pensamiento crítico,  parar para pensar, para construir, para generar y adaptarnos al cambio, el conocer las diferentes maneras de dar mejores críticas o comentarios.

Preparando el escenario de aportaciones, aprendizajes.

Hagamos que nuestro aporte cuente. Brindemos orientación objetiva, basada en evidencias sólidas, en lugar de emocionales; el que seamos imparciales, examinamos ambos lados de un problema; estar equilibrados: ver lo positivo y lo negativo; seamos de mente abierta, libre de prejuicios personales.

Hagamos las opiniones, los comentarios a tiempo. Ofrezcamos aportes poco después de una actividad en lugar de semanas o meses después. Esta acción nos asegurará que los comentarios sean relevantes y útiles para la mejora de la otra persona, colectivo, grupo etc.

Intentemos dar el “feedback”, nuestra retroalimentación en persona. En la medida de lo posible es importante hacer los comentarios, las opiniones, las críticas, las aportaciones cara a cara o mediante “Skype” si es necesario, en lugar de usar el correo electrónico o mensaje de texto por otras vías de comunicaciones tipo aplicaciones móviles. Esto nos puede mejorar la comunicación al proporcionar una comunicación, un diálogo bidireccional más personal e inmediato, para permitirnos a cada parte evaluarnos nuestro lenguaje corporal delante de la otra persona.

Damos “feedback”, la retroalimentación pensamiento previamente. Conozcamos los puntos clave que deseemos a establecer en lugar de empezar disparar “en modo ráfagas” como si estuviéramos en cualquier película bélica o de Western de años pasados.

Proporcionar notificación previa. Si quedamos antes con la persona, con un tiempo de agenda que ambas partes, será mucho mejor que coger a la otra parte por sorpresa. Además, si  relajamos en la conversación en lugar de repartir “críticas sin ton ni son”.

Podemos respetar las otras prioridades que la otra persona tenga en ese momento, como persona destinataria de recibir el “feedback”. Podría ser importante destinar que el tiempo que queremos dar el “feedback”, que sea durante un momento tranquilo del día, para que estemos emocionalmente abiertos y disponibles. Recordemos, estar presente no es lo mismo que estar allí físicamente si nuestras mentes están en otros lugares.

Aconsejable que podamos abstenernos de realizar múltiples tareas. Antes de proporcionar comentarios, asegurémonos la atención total de la persona destinataria a quién le vamos a dar nuestra retroalimentación, sin distracciones. Al igual que nosotros si somos la parte que damos dicho “feedback”, también podemos estar con la atención total.

La retroalimentación, el “feedback” constructivo, la crítica constructiva, la opinión o comentario para darle forma al nuevo aprendizaje, para que la otra parte esté abierta a desarrollarlo.

Fortalezca a las personas en lugar de derribarlas. Felicitemos a las personas en público; y mucho mejor si decimos las deficiencias en privado. Podríamos recomendar que siempre evitemos avergonzar o amenazar a las personas a toda costa, nunca ganaremos ni conseguiremos nada.

Si nos centramos en el acto. Basemos nuestro aporte en las acciones del destinatario en lugar de degradar o agradar a la persona. Mejor que sea todo natural, de forma constructiva, para que podamos aprender de los errores conjuntamente.

Podemos ser más constructivos. Hagamos que nuestra crítica, opinión, comentario sea lo más procesable y entendible, en vez que sea de una forma “generalista”.

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Podemos ser honestos y directos. Dígamos las cosas como son. Esto nos asegurará que nada quede para la especulación, interpretación e imaginación. Además, si nuestros comentarios son siempre “brillantes”, los cumplidos, por el “quedar bien” serán menos creíbles de nuestra parte.

Si podemos felicitar a la persona que el camino, acción que hace es el más correcto. La felicitación es excelente, cuando ofrecemos detalles sobre lo que la persona está haciendo bien o las áreas en las que está o ha mejorado.

Podríamos presentar los hechos con hechos. La retroalimentación siempre puede provenir de la experiencia de primera mano en lugar de algo que escuchó a través de un tercera persona, más vale que seamos nosotros directamente quién se lo diga.

Fomentemos la comunicación significativa. Hagamos que la retroalimentación sea una conversación bidireccional en lugar de una “especie de conferencia”. Además, si la persona considerada como “el revisor” y la persona considerada como “el destinatario” lograremos que puedan comunicarse entre sí en lugar de simplemente turnarse para hablar. Y, por favor, intentemos dar al destinatario el tiempo suficiente para responder, aunque esto nos suponga una espera.

Seamos conscientes de lo que dejamos de decir. Leer entre líneas. Si la persona que consideramos como la persona destinataria, nota nuestro silencio aún podría captando un mensaje más alto de lo que queremos transmitir.

Después de la acción, del hecho.

Confirmamos nuestra comprensión. Asegurémonos que nosotros y el destinatario estamos en la misma línea o alineados,  antes de finalizar la conversación.

Establecemos un plan de acción.  Si ofrecemos sugerencias de mejora y expectativas en el futuro, seguramente estaremos mostrando un plan de acción y de mejora con el mismo aprendizaje.

Nuestro seguimiento. Establezcamos un tiempo específico para revisar las acciones tomadas y el progreso realizado. Por lo que la pregunta del millón:

¿Estamos abiertos a recibir comentarios?

Algunas personas podemos evitar los comentarios como la peste. Pensando que si desconocen nuestros defectos, o quizás dejemos de tener alguno. Poco podría sorprendernos que estas personas puedan estar cometiendo los mismos errores una y otra vez. Otras personas podemos evadir que nos den la retroalimentación constructiva rodeándose de personas que a todo le dicen que sí, con tal de contentarlas. Preferimos recibir confirmación de nuestras propias ideas que ser desafiados por puntos de vista opuestos. Si bien eso podría hacer maravillas con nuestro ego, cosa que provoca que avancemos poco en nuestros aprendizajes, causa etc. El hecho es que rodearnos de personas que a todo nos dicen que sí es como hablar con nosotros mismos todo el tiempo.

La pregunta es, ¿en cuáles de ellas somos nosotros o queremos ser, estar?

«La mayoría de lo que hacemos y decimos no es esencial. Pregúntate en cada momento, ¿es esto necesario?» – Marco Aurelio

La retroalimentación puede ser bienvenida en lugar de temerla. De hecho, podríamos agradecer a las personas que hacen el esfuerzo de nutrirnos con su valioso aporte, aunque a veces nos pueda doler a primeras y en caliente. ¿Cómo esperamos convertirnos en una mejor persona si desconocemos por dónde empezar? La verdad es que la práctica deja de ser perfecta si lo estamos haciendo mal continuadamente. Los comentarios, las críticas, las opiniones nos permiten conocer nuestras deficiencias y tomar medidas correctivas, para ello aumentar nuestras eficacias. Dejemos de esconder nuestra cabeza, aprendamos a aprender para alimentarla de conocimientos y aprendizajes, junto a exploraciones, esto quizás nos ayude a conocernos más, aunque tengamos a veces a hacer viajes introspectivos, para conocernos bien nosotros mismos para luego salir a explorar de nuevo. Parar a tiempo a veces nos puede ir bien. Los tiempos son los mismos para todos pero algunos van más deprisa que otros y otros más lentos.

¿Cuáles son nuestros pensamientos?

Aumentar nuestras expectativas reales. Si queremos convertirnos en un mejor jugador de baloncesto, juguemos con alguien mejor que nosotros. Lo mismo es cierto en otras áreas de nuestras vidas. Nunca vamos a mejorar si no aceptamos los desafíos y aprendemos de ellos.

El salir de nuestra zona de confort ya deja de ser sólo para mejorar sino también para aprender, aprender a pensar, aprender en muchas cosas etc. Siendo consciente que muchos estamos casi en perpetua salida de confort dónde nunca sabemos que será el día de mañana pero sabemos que siguiendo, lograremos algún día entrar en una de las muchas existentes.

El éxito es un viaje, nunca un único destino, ya que este se desvanece cómo el agua que cae en el mar o en el océano. Ganar deja de ser una experiencia en blanco y negro dónde los perdedores exploran formas de mejorar y los ganadores reciben un adiós. Incluso los ganadores pueden identificar formas de mejorar su desempeño.

Vivir y aprender de lo vivido. Nuestras experiencias positivas y negativas en la vida, personal, profesional y el conjunto de ellas.

Lo mejor del aprendizaje auto dirigido, a veces llamado informal, es que lo tenemos siempre a nuestro alcance. Nosotros determinamos lo que queremos aprender, establecemos cuándo tendrá lugar el aprendizaje y tenemos la oportunidad de adaptarlo a nuestras necesidades personales, profesionales, familiares etc. Deja de existir un plan de estudios forzado, exámenes obligatorios y dejan de existir absolutamente cualquier tipo de calificación, excepto las que nosotros nos demos. Nuestra única prueba es cuánto conocimiento podemos absorber y aplicar a nuestra vida profesional y personal.

El mundo, en cuanto aprendizaje nos referimos, está a nuestro alcance. Todo lo que podremos hacer es abrir los ojos y los oídos para comenzar a asimilarlo todo. El hecho es que aprender es tanto una actitud como una actividad. Como decía un proverbio budista: “Cuando el alumno está listo, aparece el maestro”.

Fuente: https://ricardlloria.wordpress.com/2020/05/07/cuando-la-critica-deja-de-sernos-util-para-nuestro-aprendizaje/

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