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Poniendo freno a la impulsividad: Elige pensar rápido o pensar despacio.

Por Antonio José Masiá.

La impulsividad es un estilo cognitivo caracterizado por la predisposición a reaccionar de forma inesperada, rápida, desmesurada y sin ningún tipo de análisis previo, ante situaciones externas percibidas como amenazas e incluso ante algunos estímulos internos procedentes del propio individuo.

Piers Steel la define como la carencia crónica de autocontrol.

El comportamiento impulsivo es fruto del desequilibrio de nuestros sistemas de pensamiento, el caliente o emocional y el frío o racional. Biológicamente hablando, estos dos sistemas no se llevan bien. El pensamiento caliente nos moviliza de forma inmediata hacia la acción sin ningún tipo de reflexión, obviando por completo cuáles podrían ser las consecuencias de la acción desencadenada.

Cuando nuestro foco está en los aspectos calientes de las distintas situaciones en las que solemos vernos envueltos, sin darnos cuenta, estamos dando luz verde a que nuestras emociones tomen el control de la situación, actuando inevitablemente de forma impulsiva.

Por otro lado el sistema frío, relacionado con los aspectos cognitivos, es más reflexivo y además lento de activar. Este sistema resulta crucial a la hora de tomar decisiones, y en gestionar los esfuerzos de autocontrol.

Afirma Walter Mischel que «el estrés agudo atenúa el sistema frio y acentúa el sistema caliente». El estrés es un fuerte detonante del sistema caliente y por tanto, un poderoso aliado de la impulsividad. A mayor estrés, mayor reacción emocional, lo que nos conduce a ser más impulsivos.

Si usted es impulsivo, siempre tendrá alguna propensión a dejar la vida para más adelante.Piers Steel
Desde el punto de vista de la procrastinación, la impulsividad es el factor de más peso, influyendo además de manera directa en la demora de la satisfacción. Si somos capaces de mantener a raya nuestra impulsividad, también mantendremos a raya la procrastinación, dando paso a la efectividad personal

La clave para frenar el comportamiento impulsivo está en el control y para ello necesitamos aprender a enfriar nuestros pensamientos.

Se trata de atenuar el sistema caliente y acentuar el sistema frio. Cuando actúas de forma impulsiva, tomas decisiones emocionales, tomas decisiones caprichosas, alejándote de hacer lo correcto, es decir, alejándote de la efectividad.

La atención es uno de los recursos más valiosos que tenemos los seres humanos. Sin embargo solemos hacer una pésima gestión de dicho recurso, de ahí que reaccionemos con cierta facilidad ante cualquier tipo de estímulo.

Walter Mischel habla de los planes «si-entonces». Se trata de una estrategia para actuar de forma diferente ante la aparición del estímulo que nos hace responder de forma impulsiva. En este sentido, podríamos decir que capturar en GTD® es un plan «si-entonces».

Si llega algo a mi entorno psicológico, a mi radar mental, en lugar de darle cancha, lo llevaré a un contenedor externo a mi mente y de carácter temporal, con objeto de frenar mi sistema caliente. Una estrategia que sin duda, convertida en hábito, reduce la impulsividad en gran medida. Hablo por experiencia propia.

La impaciencia entorpece el pensamiento y lo transforma en impulso. La paciencia es inteligencia, por lo tanto es equilibrio y armonía del espíritu.
Norys Uribe Santana
Entrenar la atención es sin duda un gran paso para frenar la impulsividad, aunque para conseguir atenuar las emociones y dar más peso a la razón, hace falta también aprender a pensar de forma independiente y aislada, antes de hacer. Cuando esto se convierte en otro hábito la impulsividad se frena y se dispara la efectividad personal.

Como afirma Paz Garde «tener una buena actitud mental, pase lo que pase, es una competencia clave para los profesionales del conocimiento». Esta actitud mental implica emplear de forma equilibrada nuestros sistemas de pensamiento consiguiendo ser efectivos a través de la gestión de la atención.

Controlar nuestras emociones no significa suprimir nuestras emociones, significa ser más inteligentes emocionalmente hablando, y eso nos hace ser aún más humanos y menos impulsivos ;-).

La impulsividad nos hace cortoplacistas, cometer errores, no hacer lo correcto y procrastinar. En definitiva, nos aparta de la efectividad personal. Así es que si quieres ponerle freno, aprende a enfriar tus pensamientos para conseguir control y poner rumbo hacia los resultados.

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Fuente: https://manuelgross.blogspot.com/2016/04/poniendo-freno-la-impulsividad-elige.html

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