Por Jennifer Delgado Suárez
Cuando la vida se tuerce, no siempre es fácil aceptar el descalabro, la derrota o la pérdida. A veces recurrimos a la negación como mecanismo de defensa para protegernos o evadirnos de una realidad que nos resulta demasiado agobiante o con la que no somos capaces de lidiar.
Los mecanismos de defensa, un término introducido por Freud en 1894, son “formaciones defensivas para hacerle frente a ideas y afectos que nos resultan dolorosos e insoportables”. Se trata de estrategias psicológicas que usamos de manera inconsciente para protegernos de la angustia que suelen generar determinados pensamientos, sentimientos y/o impulsos que nos resultan inaceptables. En práctica, son una estrategia para protegernos. Sin embargo, eso no significa que los mecanismos de defensa sean adaptativos, al menos a largo plazo.
Anna Freud fue quien investigó con mayor profundidad el mecanismo de negación. Consideraba que se trataba de un mecanismo de defensa primitivo que pone en marcha la mente inmadura cuando entra en conflicto con la realidad o consigo misma. Al negar la realidad o sus impulsos, es como si no existieran. Sin embargo, la negación nos arrebata la capacidad de aprender de la realidad y desarrollar los recursos necesarios para lidiar de manera adaptativa con nuestro entorno.
En el caso de las mentes maduras, la negación como mecanismo de defensa suele activarse ante la muerte o cuando se sufren traumas particularmente impactantes. De hecho, la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross consideró que la negación es la primera de las cinco etapas por las que atraviesa un paciente en estadio terminal. También es una de las primeras etapas del duelo cuando perdemos a un ser querido.
Cuando ocurre un cambio no deseado, como un trauma, el primer impulso suele ser no dar crédito a lo ocurrido. En una mente madura, esa negación actúa como un mecanismo protector para darle el tiempo que necesita para reestructurar los recursos psicológicos necesarios para lidiar con el evento sin que se convierta en un trauma psicológico.
La negación convierte esas pulsiones en una presión subsconsciente. Se reprimen los recordatorios del hecho, las emociones o los pensamientos vinculados. Cuando estemos preparados, ese contenido emerge, lo aceptamos e integramos en nuestra historia vital o como parte de nuestro «yo». El problema comienza cuando esos contenidos no son resueltos, sino que se mantienen reprimidos, generando una tensión psicológica extra. Entonces entramos en un ciclo disfuncional.
Los signos más comunes que pueden indicar que has puesto en marcha un mecanismo de negación son:
La vida puede llegar a ser muy desafiante. Nos plantea problemas y conflictos difíciles de solucionar. Sin embargo, cuando partimos de una aceptación radical podemos afrontar las circunstancias de manera más adaptativa y aprender de ellas.
En cambio, negar lo que sucede no resolverá el problema, tan solo lo ocultará. En muchos casos esa negación hace que el problema siga creciendo, añadiendo más capas de dolor y nuevos conflictos. Cuando no procesamos lo ocurrido, ese contenido se mantendrá activo en una parte de nuestro subconsciente generando angustia, de manera que en realidad no podemos deshacernos por completo de su influjo.
Usar la negación como mecanismo de defensa es como esconder el polvo debajo de la alfombra. Puede ser una solución temporal, pero no es la mejor y, por supuesto, no es definitiva porque en algún momento tendremos que aspirar ese polvo.
Por eso, emplear este mecanismo de defensa implica inhabilitarnos. Es cierto que nos protegemos parcialmente del dolor, pero también nos arrebatamos el poder para aplicar los cambios necesarios que nos permitan salir de ese estado angustiante.
Eso no significa que debamos tener prisa por sanar ya que, en algunas ocasiones, la negación puede protegernos de un impacto emocional demasiado fuerte. Sin embargo, debemos asegurarnos de no pasar demasiado tiempo en esa fase de negación. Necesitamos tomar conciencia de lo que anda mal y preguntarnos qué podemos hacer para remediarlo.
Fuente: https://rinconpsicologia.com/negacion-mecanismo-de-defensa/