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El costo de ser Emprendedor o Empresario: 2 Reflexiones sensibles

por Carlos Eduardo Nava Condarco

El costo de ser Emprendedor no solo se manifiesta en las dificultades que anteceden el establecimiento del Negocio, lo complejo de sostener las operaciones incipientes o el intenso trabajo para desarrollarlo, el costo de emprender surge también de manera sensible en un par de realidades más delicadas que las otras…

(Conceptos extraídos del libro “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”.)

1.- El Emprendedor y el Empresario tienen “enemigos” que los responsabilizan de los males que azotan las economías y erosionan la sociedad.

El Emprendedor y el Empresario reciben frecuentemente la embestida de una clase política que defiende prerrogativas económicas y de ordenamiento social que no favorecen la iniciativa individual. Defensores del “interés colectivo” que tiene que “modelarse” desde el Poder, por medio de “iluminados” que (teóricamente), saben lo que le conviene a todo el mundo.

Los “enemigos” del Emprendedor son personajes influyentes, políticos activos, expertos “movilizadores” de inquietudes y frustraciones de la masa, “populistas” consumados que saben cómo aprovecharse de la pobreza para conseguir privilegios y poder. A ellos no les interesa que se hable de riqueza, independencia o libertad, porque son valores que atentan contra su sistema de vida.

Son exponentes de una cultura arraigada en conceptos de “seguridad y solidaridad”. Para ellos, criterios relacionados a capital, empresa, riqueza o incluso libertad, son representaciones de ambición y egoísmo.

No valoran, en su innegable dimensión, la iniciativa personal, el riesgo y esfuerzo que existe detrás de cada emprendimiento. Ignoran que el mundo del Emprendedor es un ambiente plagado de fracasos y frustraciones, de soledad y dolor, de juicio fácil y reproche. Se refugian tras estereotipos que muestran al empresario como un depredador de la riqueza ajena y explotador sin conciencia del sacrificio de los demás. Lo responsabilizan de los males que azotan las economías y erosionan la sociedad.

Estos “enemigos” del Emprendedor se desenvuelven en un mundo de generalizaciones, principalmente porque esto es cómodo y les permite sostener intacta su ideología.

Formulan ácida crítica cuando se habla de riqueza y se convoca a las personas para que la alcancen. ¿Qué sería de este mundo sin la clase trabajadora? dicen, ¿Cómo puede existir la riqueza sin la pobreza de alguien?

Existe una palabra en su vocabulario que compite en uso con las de seguridad, estabilidad, solidaridad, explotación y pobreza: ésa palabra es Crisis. Son personas que viven hablando de Crisis. En su entendimiento, las Crisis siempre son provocadas por los demás y ellos constituyen víctimas perpetuas. Cuando se afirma que toda Crisis es una oportunidad responden que las víctimas de la última Crisis difícilmente opinan lo mismo.

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Al igual que sus líderes ideológicos, siempre esperan que alguien más resuelva los problemas que juzgan.

Con gente así se encuentra el Emprendedor en cada esquina del camino, personas más o menos activas, más o menos agresivas, vestidas de ovejas, a veces, y otras de lobos genuinos.

Una cosa los caracteriza, más allá de la filosofía que sustenta su apreciación del mundo: carecen de Actitud. No se puede decir que tengan Actitud negativa, porque la Actitud es siempre propositiva. Simplemente no tienen Actitud, porque pocas veces “actúan” coherentemente para cambiar la realidad que critican. Al no tener Actitud se convierten en personas negativas. Y las personas negativas son como “agujeros negros” que devoran energía y claridad. Son “leucocitos oscuros” que fagocitan cada partícula de optimismo y confianza.

No es exagerado afirmar que el mundo se encuentra poblado de estos críticos de la iniciativa individual. Son por supuesto la mayoría, como cabría esperarse, porque el pensamiento iluminado nunca emerge de la masa, y de liderazgo nada saben los rebaños. Ellos forman parte de ésa “igualdad” que explica la existencia del diferente, constituyen lo ordinario que en bella paradoja pare lo extraordinario.

Al Emprendedor no le queda más que sumar ésta adversidad a las otras que hay en el camino. No puede detenerse ni amilanarse.

El Emprendedor debe hablar de riqueza, ¡por supuesto!, y de riqueza integral, aquella que llega como producto de la labor cumplida y beneficio del esfuerzo. Por otra parte, ¿Qué se gana haciendo apología de la pobreza? Nadie “desea” ser pobre, y cuando se habla de riqueza convergen los deseos universales del hombre. Es posible, por supuesto, que finalmente no todos alcancen la riqueza, pero habrán caminado sus sendas, y eso es mucho más razonable que merodear toda la vida en las vías anchas de lo mezquino.

El Emprendedor debe hablar de millones, y desear genuinamente ser millonario, ¿Por qué no? ¿Qué tanto gana la mente y el espíritu hablando de centavos, límites y restricciones? ¿Cómo se saca algún provecho de eso? ¿Desear que alguien sea millonario no es mejor que desear que sea pobre?

El Emprendedor debe hablar de Triunfo, de Victoria, ¡por supuesto!, y por dos motivos en particular: en primer lugar porque nadie se activa para perder, y en segundo lugar porque del fracaso pocos saben más que él.

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El Emprendedor debe hablar de Éxito, ¡y a voz en cuello!, sin atención de la opinión ajena, porque la búsqueda del éxito no es solo una consigna, es elemento dinamizador de lo económico y social. Solo quienes buscan el éxito construyen una realidad diferente.

¡El Emprendedor debe Creer que se puede!, en un mundo que vende elaboradas franquicias de incredulidad.

Finalmente, y por sobre todo, el Emprendedor debe eludir el contacto cercano con ésas personas negativas que pueblan su ruta. Nada positivo encontrará en ellas, por benigna que su apariencia sea. Es posible que ésas personas ni siquiera sepan qué son o por qué son, pero sus efectos son predecibles en el espíritu libre.

En el mejor de los casos, y para la paz de espíritu, el Emprendedor debe considerar a ésas personas como “los iguales” que lo hacen diferente.

2.- Pocos oficios en la Vida generan mayor sensación de Soledad que el emprendimiento.

Las estimaciones estadísticas más bondadosas indican que allí donde se reúnen 100 personas relacionadas con el quehacer Organizacional, probablemente existen 3 emprendedores. Nunca constituyen un número ordinario, por el contrario.

El Emprendedor es un individuo que vive en la magia inescrutable de intuiciones y finas percepciones, navega en las aguas mansas y celosas de las ideas y los sueños. Un mundo que invita a todos pero abre sus secretos a pocos.

No es fácil ser Empresario.

Aunque la afirmación incomode, es mucho más sencillo ser un Gerente, Director, Gobernante, Empleado. Al fin y al cabo todos estos pueden refugiarse en la colectividad, en el equipo, en el esfuerzo compartido. El Emprendedor, en cambio, trabaja muchas veces solo, responde a sí mismo, rinde cuentas a su motivación y salda deudas con sus sueños.

Cuando el Empresario pierde, ¡pierde de verdad! Nadie comparte el resultado. Este es determinante e inmisericorde. Huelgan las explicaciones y justificativos. Y cuando gana, termina por alejarse del promedio que puebla el género humano, por ello se hace sujeto a juicio especulativo. El que más y el que menos toma derecho para auscultar su éxito y calificarlo.

Toda esto concluye por situar al Emprendedor en una agobiante Soledad. En un circuito que discurre entre la obligación de entender a todos y la entereza para asumir que pocas veces será entendido, responsabilidad por ser quien tiene la palabra final, la primera y última respuesta, valor para aceptar que sus preguntas no siempre serán respondidas.

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Mientras el promedio impersonal del género humano invierte la mayor cantidad de su tiempo en obtener Seguridad, el Empresario apuesta por la Libertad. La Seguridad es un fenómeno de grupo, producto de la “psicología de manada”. En cambio la Libertad la conocen las águilas, y éstas pocas veces viajan acompañadas.

La Soledad es desafiante compañera de la Libertad, en realidad es muchas veces el costo que ésta tiene. Y ése costo no lo entiende cualquiera.

El hecho que los emprendedores no sólo entiendan la dimensión de éste costo sino que estén dispuestos a convivir con él,  permite que muchos otros se den el lujo de hablar y escribir sobre el mundo de los Negocios y el devenir empresarial. Este es un atrevimiento que también necesita mucho coraje, porque linda con la falta de respeto a quien, en todo caso, merece el reconocimiento principal.

No hay que olvidar que sin el Emprendedor nunca nace el Negocio, y sin éste tampoco se forma la Organización. Una sociedad que carece de organizaciones empresariales es una sociedad inserta en la pobreza y el atraso. Un mercado en el que no existan las suficientes organizaciones empresariales padece de falta de competitividad. Y sin la necesaria competitividad, una sociedad naufraga en el inmenso océano de la economía global.

¡Rol trascendental el que tienen los Emprendedores en la dinámica de la vida social!, y sin embargo rol cuestionado, atacado y juzgado como pocos. Beneficio de muchos el que otorga la tarea del Emprendedor, y sin embargo una de las tareas más solitarias que existe.

Fuente https://www.emprendices.co/costo-emprendedor-empresario-2-reflexiones-sensibles/

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