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El estrés no existe

por Francisco Alcaide

Recientemente escribía en el prólogo del libro Método CLICK (Alienta Editorial, 2021) lo siguiente: «La vida tiende al caos, pero hoy día todavía más. Vivimos en un entorno VUCA que hace que haya más factores que ponen en peligro nuestra estabilidad. Un ejemplo son las redes sociales. Todos estamos demasiado accesibles para todos, y además todos esperamos una respuesta rápida, lo que genera no pocas tensiones. Pero lo importante no es la tensión −todos la soportamos−, sino cómo la gestionamos. Como afirma el dicho: ‘Hay gente que se ahoga en un vaso de agua’. Todos conocemos personas que tienen numerosos frentes abiertos, y aun así no pierden la compostura; y otras, en cambio, ante cualquier mínimo imprevisto se bloquean y pierden los papeles».

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué las personas responden de manera tan distinta ante unos mismos hechos? ¿Por qué hay gente que ‘se ahoga en un vaso de agua’ y otros ‘nunca pierden los papeles’?

La respuesta nos la daban los griegos hace miles de años, quienes distinguían entre lo que es la realidad objetiva (lo que sucede) y la realidad subjetiva (cómo la vive cada uno). Probablemente la habilidad más importante, en la vida, en general, y en la empresa, en particular, sea la inteligencia emocional, porque todo lo que hacemos está filtrado por las emociones. No es posible eliminar las emociones de nuestra vida aunque queramos, por tanto, la clave está en cómo las gestionamos. 

Daniel Goleman, incluido en Aprendiendo de los mejores 2 (Alienta, 7ª edición), escribía: «Las emociones afectan a nuestra atención y a nuestro rendimiento. Las emociones fuera de control pueden transformar en estúpidas a personas inteligentes». Por mi parte, yo añadía: «Las emociones provocan cambios en nuestra conducta. Por eso, es esencial aprender a identificarlas, regularlas y gestionarlas, porque cuando no se hace obstaculizan nuestra vida». 

¿Qué podemos hacer para gestionar mejor nuestras emociones y mantener el estrés a raya?

1. RELATIVIZAR.

«La felicidad es darse cuenta que casi nada es demasiado importante», decía Antonio Gala. Buen recordatorio, sin dudas. Cuando tú naciste el mundo llevaba girando mucho tiempo, y con una alta probabilidad, si mañana falleces seguirá girando con total normalidad. Han muerto reyes, papas, jefes de estado, ilustres deportistas y artistas, personajes históricos… y ¿qué ha pasado? Nada. Aquí sigue el mundo girando. Nadie (ni tú, ni yo) y ningún proyecto (ni el tuyo ni el mío) son demasiado importantes. Y si lo fuesen y desaparecen, aparecerán otras alternativas para cubrir ese hueco. El mundo puede vivir sin ti, sin mí, sin todos. 

2. PREPARACIÓN.

Muchas veces el estrés procede de asumir retos que nos vienen grandes. El pasito a pasito de toda la vida nunca pasa de moda. Una vez decía un conocido humorista que «subir peldaños de dos en dos te vuelve inseguro». La preparación hace de efecto placebo contra el estrés. Y la preparación, como todo, exige plazos y tiempos suficientes hasta que los conceptos y la experiencia se asimilan y se interiorizan convirtiéndose en hábitos. Un pequeño éxito impulsa a conseguir éxitos más grandes −el éxito alimenta la autoestima y hace ganar seguridad− y así sucesivamente, pero si queremos correr antes de aprender a andar lo más seguro es que seamos presa de la ansiedad y nos estrellemos. En tiempos pretéritos no era extraño que alguien empezase en lo más bajo (botones) y llegase a lo más alto (director hotel), porque con tiempo, buena actitud y experiencia todo desafío es posible. 

3. PEDIR AYUDA.

Querer saber de todo y querer llegar a todo son papeletas seguras para el estrés. La autosuficiencia es peligrosísima. No existe la figura de Superman o Superwoman. Recuerda: si quieres llegar lejos en la vida necesitas compañeros de viaje. Nadie lo sabe todo y nadie lo hace todo bien. Necesitas gente complementaria en muchas cosas y también apoyos emocionales. Pedir ayuda es uno de los rasgos de las personas más inteligentes. Las personas inteligentes piden ayuda cuando lo necesitan y avanzan; las personas autosuficientes son víctimas de su ego y quedan estancadas.  

4. DELEGAR.

Derivado del punto anterior, conviene dedicarle un apartado específico porque es la principal dificultad a la que se enfrentan los directivos, empresarios y otro tipo de personas que piensan que nadie puede hacer las cosas tan bien como ellos. Tim Ferriss, autor de La semana laboral de 4 horas, también nos recuerda: «Aunque haya algo que tú puedas hacer mejor que otras personas, eso no significa que tengas que hacerlo si es intrascendente». Y también: «Es sorprendente cómo el CI (Cociente Intelectual) de alguien parece doblarse en cuanto le otorgas responsabilidades y le haces saber que confías en él». 

5. CASI NADA ES URGENTE.

Tranquilo/a, el mundo no se acaba. Decía Tom Peters: «No he conocido una crisis que no pudiese esperar un par de horas». Lo que parece urgentísimo siempre puede esperar un poco (bastante) más en casi todos los casos. Es bueno recordarle a la gente que ‘sus urgencias no son tus prioridades’. Urgente… esa palabra que hace tanto daño. A veces, también, lo urgente es esperar. No celebres la velocidad, sino la dirección y los avances. Rápido es rápido; rápido no es mejor.  

6. PACIENCIA.

Mucho estrés procede de querer forzar las agujas del reloj. Muchos fracasos proceden de querer adelantar la hora de nuestros éxitos. La vida tiene sus tiempos y sus procesos. No se siembra hoy y se recoge mañana. Date tiempo y disfruta del camino. No olvides las palabras de Rudyard Kipling, autor de Capitanes intrépidos que tan magistralmente fue llevada a cine en 1937: «Sueña pero no dejes que tus sueños te esclavicen». Otra cosa sólo genera ansiedad y frustración. 

7. MEDITAR.

De ello hablamos con detenimiento en Fast Good Management en el capítulo22 dedicado al Optimismo (Las cosas positivas suceden a la gente positiva). Allí escribimos: «Por meditación entendemos distintas técnicas de control de la respiración y los pensamientos (…). Meditar consiste en calmar los pensamientos que revolotean por nuestra cabeza y su práctica permite la conexión directa con el alma (…). La meditación ha sido practicada en todo el mundo desde los tiempos más remotos como la manera de llegar a conocer la naturaleza esencial de las cosas (…). Las personas que practican meditación durante largos periodos inducen cambios en el funcionamiento cerebral que mejoran el conocimiento y las emociones». 

8. ACEPTACIÓN.

En La situación actual requiere madurez emocional decíamos que «la frustración procede a menudo de no aceptar la realidad»; de querer que se adapte a nuestro antojoo. Mucho podemos aprender sobre ello con la filosofía estoica (Séneca, Epicteto, Marco Aurelio…) que se centra básicamente en distinguir entre lo que se puede y no se puede controlar. El ámbito de la filosofía estoica es centrarse en aquello sobre lo que podemos influir. «Sea lo que sea lo que el momento presente contenga −escribe Eckhart Tolle−, acéptalo como si lo hubieras elegido». El reconocimiento y la aceptación de los hechos te dan libertad respecto a ellos. Lo contrario, te hace esclavo de los acontecimientos y te frustra.

En definitiva, y como recogemos en Tu futuro es HOY (Alienta, 6ª edición), «una vida más equilibrada es una vida más feliz». El estrés (estrés malo o distrés) nos desequilibra, por ello la clave está siempre en aprender a ser emocionalmente más inteligentes, en convertir el ‘analfabetismo emocional’ en ‘sabiduría emocional’.   

Fuente https://franciscoalcaide.com/blog/269-el-estres-no-existe

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