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El liderazgo en tiempos complicados.

Por Isabel Carrasco

Natalia Karelaia y Ludo Van der Heyden en INSEAD Knowledge del pasado 13 de octubre planteaban que nos estamos enfrentando a problemas extraordinarios, como la pandemia o el calentamiento global,  que requieren nuevos enfoques de liderazgo.

 Estos problemas, no tienen soluciones conocidas, sino que  generan gran cantidad de incertidumbres e implican gran cantidad de complejas dinámicas sociales que son difíciles de comprender y que parece casi imposible que se puedan resolver eficazmente.

 En este contexto los autores destacan la necesidad de que el liderazgo se asiente en un conjunto de virtudes y prácticas distintas de las habitualmente asociadas al liderazgo, que incluyen, por ejemplo el adecuado equilibrio entre humildad y seguridad en nosotros mismos, firmeza y ecuanimidad y justicia y empatía y valor.

 El proceso para controlar estos problemas consta de 5 fases. Son las siguientes:

 1.- Formular el problema

 Esta etapa es crucial por dos razones evidentes. No existe nada peor que una ejecución excelente del enfoque equivocado o una gran respuesta ante un problema erróneo. Por tanto, lo primero que hay que hacer es identificar correctamente  el problema que necesita ser solucionado para canalizar las energías en la dirección adecuada.

 En esta fase debemos hacer muchas preguntas lo que servirá para detectar el problema real y generar un compromiso colectivo. Éstas pueden ser del tipo:

 a).- ¿Cuál es la naturaleza real del problema al que nos enfrentamos?

 b).- ¿Hacia dónde vamos a medio y largo plazo si no actuamos ahora?

 c).- ¿Quién se ha enfrentado a este problema antes y puede tener respuestas?

 d).- ¿Quién se puede ver afectado o puede ser necesitado para la solución?

 A través de estas preguntas estaremos demostrando humildad y competencia para liderar, ya que en lugar de buscar que los demás estén ciegamente de acuerdo con nuestras propuestas estamos mostrando el coraje de admitir que no lo sabemos todo y reconocemos la necesidad de colaboración tanto de los expertos como de los profesionales en primera línea.

 2.- Explorar “mejores” opciones

Estos problemas vienen con enormes incertidumbres por lo que adoptar la primera solución puede no ser la mejor respuesta. La búsqueda y generación de varias opciones alternativas puede conducir a un entendimiento más profundo del problema y a soluciones más efectivas. El líder debe implicar a los demás en la búsqueda creativa de mejores opciones con lo que se sentirán más comprometidos con la ejecución posterior.

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 3.- Tomar una decisión, explicarla en profundidad y marcar las expectativas correctas

Entre todas las soluciones planteadas por los grupos de trabajo seleccionar una y explicar bien los motivos, aceptando las sugerencias útiles y las críticas. Moderar las explicaciones con empatía  y compasión junto a la dura realidad del análisis racional.

 4.- Ejecutar el plan con compromiso

 Aclarar que ante la incertidumbre se debe conceder a la solución elegida todas las oportunidades para que tenga éxito. El tiempo para el debate ha pasado, pero hay que continuar comunicando las razones y las expectativas para una ejecución con éxito con el celo de un misionero, pero estando preparados para admitir que si una solución no es correcta no lo es por falta de compromiso pero debemos pasar a la siguiente fase para corregir el error y seguir adelante.

 5.- Evaluar los resultados para progresar y aprender, adaptar y recomenzar el ciclo

Estos problemas son una fuente de errores en el camino para una solución. Las revisiones de progreso comparan los resultados reales con las expectativas anunciadas en el momento de la decisión. Las personas queremos saber qué ha ido bien y qué ha ido mal y lo que hemos aprendido de ello y lo que estamos haciendo. La capacidad de aceptar la responsabilidad delante de los demás, especialmente ante las derrotas es un rasgo fundamental de los grandes líderes.

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