Por José Luis Casal
Me pregunto algo sencillo como contundente: ¿Podría ser sostenible el capitalismo? ¿Cómo? La respuesta podría estar en los ‘Cisnes Verdes’.
En 2007, Nassim Nicholas Taleb acuñó el término ‘Cisne Negro’ en su libro del mismo nombre. Los cisnes negros son sucesos altamente improbables que llegan por sorpresa, tienen efectos perturbadores importantes y que a menudo se racionalizan después del hecho como si hubieran sido predecibles desde un principio. Ejemplos vívidos de cisnes negros son la pandemia del virus de la COVID y la guerra de Ucrania: aunque algunos los previeron, ambos fueron sorprendentes para muchos, altamente perturbadores y predecibles en retrospectiva. Como resultado, tomaron por sorpresa a la gran mayoría de personas y empresas de todo el mundo.
Ahora, 15 años después, John Elkington, el creador del Triple Balance, autor de 20 libros y fundador de Volans, introdujo el término ‘Cisne Verde’ en su libro. Y ya que estamos os cuento qué son los cisnes verdes, por qué son importantes y qué se puede hacer para crearlos.
Los Cisnes Verdes son ‘soluciones que nos llevan exponencialmente hacia el avance’ o soluciones sistémicas a los desafíos globales, soluciones que aprovechan los exponenciales positivos. Ofrecen un progreso exponencial en forma de creación de riqueza económica, social y medioambiental. Por diferenciar con los negros, con demasiada frecuencia, los Cisnes Negros te llevan exponencialmente a donde no quieres ir, mientras que los Cisnes Verdes te llevan exponencialmente a donde sí quieres ir.
Un buen ejemplo de Cisne Verde es la adopción de los vehículos eléctricos. Empezó muy lentamente, fuera de la vista de la mayoría de la gente. Pero poco a poco, y en gran medida impulsado por Elon Musk, se ha acelerado paso a paso. Ahora ha alcanzado la parte exponencial de la curva, el punto de no retorno, donde se adopta rápidamente a una velocidad cada vez mayor. Hasta el punto de perturbar toda la industria del automóvil en el camino hacia la creación de riqueza ambiental, social y económica.
Sin embargo, esto no significa que Elon Musk o Tesla sean cisnes verdes. La idea de los cisnes verdes es a menudo malinterpretada. La gente suele pensar erróneamente que su organización es un cisne verde, o que ellos mismos son un cisne verde… pero no lo son. Una cosa es que trabajen en una solución sostenible y otra que pueda acabar entrando en una tendencia más amplia de Cisne Verde… o quedarse en un simple ‘patitos feos’.
La metáfora del Cisne Verde se refiere al desarrollo más amplio del que pueden formar parte. Para que nos entendamos, Elon Musk no es el Cisne Verde, es la electrificación de los vehículos.
Los cisnes verdes importan porque necesitamos muchos de ellos para resolver los retos globales actuales. El cambio habitual, la innovación incremental e incluso la innovación radical que conocemos no son suficientes porque el grado de cambio que necesitamos para salvar nuestro planeta y a las personas que viven en él es de una escala totalmente diferente.
Necesitamos cambios globales y sistémicos en la economía, la política, la cultura, la tecnología o la forma de hacer las cosas —management. Los Cisnes Verdes reflejan esos cambios decisivos.
Cabe preguntarse si necesitamos añadir otro concepto de sostenibilidad a nuestro vocabulario. En la última década hemos escuchado muchas veces términos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Triple Cuenta de Resultados, ESG, Regeneración, Economía Circular, diversas normas ISO,… ¿Qué aporta el concepto de Cisne Verde?
No se trata de ser ‘la próxima gran cosa’ ni de sustituir nada de lo anterior. Es una idea necesaria más en nuestra cesta de la sostenibilidad. Nos enfrentamos a enormes retos y necesitamos un rico vocabulario para comunicarlos y un amplio conjunto de herramientas para resolverlos.
Más que muchos de los otros conceptos, los Cisnes Verdes reflejan los cambios sistémicos exponenciales que necesita nuestro planeta y cómo se desarrollan.
Esto nos lleva a la cuestión de cómo se desarrollan los Cisnes Verdes y qué se puede hacer para aumentar su número y velocidad de desarrollo. Al igual que con los cisnes negros, el problema con los cisnes verdes es que a menudo no se sabe de antemano si se está trabajando con un cisne verde. Puede que sí o puede que no, pero sólo lo sabes una vez que está ahí. Por eso os decía que a veces todo se queda en un ‘patito feo’. Pero es por ello que se necesita el espacio adecuado para que se exploren y desarrollen muchas iniciativas diferentes.
Mientras que los Cisnes Negros nos ocurren involuntariamente ‘a nosotros’, los Cisnes Verdes, para que se produzcan, requieren el esfuerzo sustancial, persistente y de colaboración de muchos actores.
Todo esto parece muy amplio y va más allá del alcance de cualquier empresa o persona individual. Entonces, ¿qué podemos hacer? Crear comunidad, buscar compañeros de viaje, averiguad quién más puede estar pensando o trabajando en líneas paralelas a las vuestras.
Ved qué hacen, conectad y hablad con ellos y, cuando tenga sentido hacerlo, uníos para transformar el mercado, no sólo los productos.
¿Nos ponemos a ello?
Fuente: https://www.sintetia.com/cisnes-verde/