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Es suficiente tener un propósito para conseguir lo que quieres?

Por David Barreda

Pues yo creo que no, la verdad. Aunque esto es sólo ‘lo que yo creo’

Dando vueltas entre lo real y lo virtual, tengo la sensación de que nos hemos vuelto un poco locos hablando de la importancia de tener un propósito, un motivo. En este sentido, encuentro más abstracciones que propuestas operativas, considerando que este tipo de mensajes que te empujan (más que te impulsan) a buscar tu propósito, a la larga,  acaban convirtiéndose en excelentes campos de cultivo de frustraciones y fracasos (pero como fracasar parece que también mola, pues como que no pasa nada si tu propósito ‘estaba claro’, era honesto y alineado a tus valores…toma ya…).

Buscar un propósito es necesario, y puede ser una tarea más o menos fascinante, pero en algunas ocasiones se puede terminar convirtiendo en una bonita forma de procrastinación, basada en valores, con unos efectos demoledores en cuanto a nuestra eficacia y sobre nuestra autoestima.

En este sentido, a veces nos encontramos con un pie en “el territorio de las necesidades abiertas y las rutinas y el otro en “nuestro sentido de la transcendencia y nuestro propósito… territorios que se separan por esas pequeñas (y grandes) incoherencias de todos los días, y que cuanto más se separan más corremos el peligro de partirnos en dos, y más se alimenta esa sensación de ‘incompetencia propia’ por no terminar de domesticar esos hábitos que constantemente nos desvían de nuestro rumbo.

…y bien me podrías decir que si todo esto ocurre, es que entonces el propósito estaría mal enfocado, y te puedo asegurar que te daría la razón, pero me sigue quedando la duda de si podemos estar permanentemente conectados a nuestro propósito y continuamente conectando todo lo que hacemos a nuestro motivo principal (ese que le da sentido a todo)…

¿Realmente somos capaces de ello?

Necesario (pero no suficiente)

Dicho todo esto, tengo que aclarar que si bien no creo que tener un propósito sea suficiente, sí estoy convencido de que tenerlo es ABSOLUTAMENTE NECESARIO.

Yo soy de los que, en su momento, se nutrió de la frase “No hay viento favorable si no sabemos dónde queremos ir” (que ya no sé si es de Séneca, Shopenhauer, o de quién… aunque siempre nos queda Einstein, que es una figura que absorbe muy bien todas las citas)… la verdad es que es una frase que en muy pocas palabras recoge mucho aprendizaje, y que permite posicionarte (o al menos plantearte) cuál es precisamente tu propósito y dónde estás con respecto al mismo. Para mí, lejos de pasar de moda, es una cita que conviene recordar cada vez que sentimos que atravesamos una tormenta.

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También fui educado, en mi formación como coach, en la cultura del ‘para qué’. Como dice mi maestro Paco Yuste“el para qué es clave de motivación”, porque su respuesta sincera y honesta nos da el propósito que se esconde detrás de cada acción.

Ojo, no hablo de preguntarse el ‘por qué’ de las cosas, ya que esta pregunta te da ‘las razones’ cuando lo que buscamos, más que las razones, son los motivos, esto es… lo que te mueve. Y es que, cuando queremos conocer nuestro propósito, lo que nos activa y le da sentido a lo que hacemos, no podemos buscar razones (el ‘por qué’), necesitamos encontrar el motivo (el ‘para qué’).

En definitiva, no hay mejor manera de capitalizar la vida de uno mismo que dándole un sentido a aquello que hacemos, sea en lo personal o en lo profesional. Nuestros propósitos, además, nos permiten focalizarnos y no dispersarnos a la hora de gestionar los estímulos e incidencias que nos vayamos encontrando, e incluso a ser más excelentes en nuestras acciones y propuestas (ya que tendremos definidos los criterios de calidad con los que queremos presentarnos al mundo, y esto marca la diferencia de lo que hagamos en cualquier contexto).

La cuestión es que ‘tener un propósito’ no hace magia

La pereza y el propósito

Descubrir el propósito puede ser algo revelador. Un momento delicioso, un momento ilusionante. Luego, ordenar todas tus conductas en función a ese propósito se convierte en algo tan chulo como preparar el equipaje para unas vacaciones. Genial…

…no obstante, darte cuenta que el itinerario que finalmente estás siguiendo no es el previamente planificado y que incluso te diriges hacia donde no quieres ir, es tomar conciencia de una incómoda paradoja. Si sé dónde quiero ir, ¿por qué puñetas me desvío? Esto puede ser frustrante y agotador…

Bien es cierto que el propósito tiene una importante función de reorientación. De hecho, gracias a tener un propósito podemos hacer esta toma de conciencia y corregir las desviaciones de nuestro rumbo… pero no menos cierto es que estas rectificaciones no son gratis, esto es, requieren una importante inversión de energía por nuestra parte.

Y todo esto, con un cerebro diseñado para sobrevivir con el menor gasto de energía posible, lo que significa que por un lado nuestra atención no podrá estar focalizada siempre, al 100%, en nuestro propósito. En otras palabras, quizás deberíamos asumir más pronto que tarde, que lo natural será que vivir en continuas desconexiones con respecto a nuestros motivos y que perder el norte será algo natural… por muy incómodo y chocante que nos parezca…

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Por otro lado, cada rectificación de rumbo supondrá un duro golpe de timón. Más duro, cuanto más cristalizados estén los hábitos que nos alejan de nuestros motivos, bien porque sean los que cuentan con más arraigo en nuestra manera de hacer las cosas siendo muy difícil perder esas costumbres, bien porque sean los hábitos que definitivamente están poniendo en crisis y calibrando el verdadero peso de nuestros propósitos. De nosotros dependerá la reflexión en este sentido.

En definitiva, nuestros propósitos nos capitalizan pero nuestras actitudes y nuestros pasos hacia ellos son vacilantes y perezosos en muchas ocasiones, lentos para para cambiar y evolucionar, planteándonos incluso abandonarlos como una forma de conformismo que si bien no nos permitirá desarrollarnos, al menos, nos facilitará la superviencia de alguna (triste y mecánica) manera.

Autodisciplina y objetivos

Quizás, la mejor medicina contra la pereza en este sentido sea la autodisciplina. Nuestro propósito es nuestro, dependerá de nosotros (y si no es así, mejor que lo revisemos), no es automática la tarea de mantenernos en su rumbo y es una vía necesaria para nuestro propio desarrollo y felicidad. Es por ello que nuestra capacidad de generar Autodisciplina está directamente relacionada con la consecución de nuestras metas y objetivos.

Precisamente, escuchaba hace unas semanas a José María Gasalla, uno de los mayores expertos en ‘confianza’, hablar de la “AUTODISCIPLINA” como uno de los elementos esenciales que nos generan precisamente mayor seguridad, y por tanto, mayor autoconfianza en uno mismo y por tanto, mayor confianza en los demás.

Comentaba Gasalla que la ‘autodisciplina’ se genera con acciones voluntarias, que impliquen cierto esfuerzo a la hora de realizaras, y que sean susceptibles de consolidarse en nuestra vida y convertirse en un hábito. Tres factores que pueden ser la vía perfecta que nos acerque a nuestros propósitos.

La autodisciplina será la energía que nos permitirá cumplir nuestros objetivos, porque nuestros propósitos se fragmentan en objetivos y metas que podamos ver y tocar, que podamos hacer tangibles… porque nuestro cerebro, además de perezoso necesita de éxitos a corto plazo, de refuerzos que le permitan confirmar que va en la línea correcta.

Quedarnos únicamente en la búsqueda de nuestro propósito puede ser además de improductivo, contraproducente. Convirtiéndose lo que nos puede capitalizar en lo que nos puede terminar de frustrar.

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Por ello, convertir nuestros motivos fundamentales en una escalera y cada escalón en los objetivos que la conforman, puede ser una buena estrategia para ir dando los pasos necesarios que nos permitan sentir que mantenemos la dirección que deseamos, esa que verdaderamente nos importa, eso sí, además de diseñar la escalera necesitamos subirla… con la energía que nuestra propia autodisciplina nos vaya aportando.

No es fácil, no es imposible. No es gratis, merece la pena.

Fuente: https://www.procesosyaprendizaje.es/es-suficiente-tener-un-proposito-para-conseguir-lo-que-quieres/

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