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Quiero, pero no quiero

Por Ruth Jaramillo

El síndrome de quienes desean lograr los mejores resultados,
pero no están dispuestos a poner el esfuerzo necesario.

“Quiero destacarme en lo que hago”, “quiero ser el mejor líder para mi equipo”, “quiero dominar esa tecnología”, “quiero desarrollar X capacidad”, “quiero certificarme en …”, “quiero cambiar esas creencias limitantes”, “quiero mejorar mi calidad de vida”.

Estas son frases que escucho de algunos de mis coachees antes de iniciar sus procesos de acompañamiento, cuando de mejorar sus condiciones intelectuales, laborales o emocionales se trata.

Sin embargo, dichas frases suelen estar acompañadas de ciertas justificaciones que de inmediato “matan” cualquier intención de mejora.

Casi siempre, un pero asociado a la falta de tiempo o de dinero principalmente es el que sigue a la manifestación de esa intención de crecer.

Y es que aunque haya consciencia del tamaño de los desafíos que enfrenta la humanidad actualmente y de la necesidad de aprender cada vez más y a mayor velocidad, es común que las personas estén buscando justificaciones para evitar “incomodarse” ante el esfuerzo que implica desarrollar una nueva habilidad.

Un dato preocupante

Dos horas y 27 minutos por día es el tiempo promedio que los usuarios de internet pasan conectados a las plataformas sociales, según el informe Global Web Index vía Data Reportal 2022, de un estudio realizado en 47 mercados. Curiosamente, Colombia ocupa el segundo lugar con un tiempo promedio en redes de 3 horas y 46 minutos por día.

Traigo a colación este dato porque esas horas que pasamos recibiendo en las redes sociales “chispazos de dopamina”, como bien los llama la reconocida psiquiatra española Marian Rojas Estapé, serían determinantes en aspectos como el desarrollo de nuevas capacidades o en la búsqueda consciente de un mayor equilibrio de vida.

Lo anterior generaría, sin lugar a duda alguna, incrementos cuantificables en la verdadera calidad de vida de las personas, mejoras en los índices de innovación, aumento de la auto confianza y auto concepto, por mencionar solo algunos efectos de prestar mayor atención al crecimiento interior, que a los likes recibidos en las redes con el fin de alimentar el ego y levantar el estado de ánimo de forma artificial.

Vale la pena mencionar que subyacente a esas justificaciones para no hacer el esfuerzo de aprender más y mejorar la calidad de vida, está un deseo muy fuerte de llenar posibles vacíos emocionales, generando de paso muchísimos ingresos a los dueños de las plataformas sociales, y ellos sí que van cumpliendo a cabalidad con los resultados esperados.

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Es curioso que países como Japón no se encuentren, ni de cerca, en los primeros lugares de ese ranking de aficionados a las redes sociales y al ver su desarrollo y calidad de vida encontramos una relación directa entre estas realidades.

Es hora de que el ser humano se percate, de manera consciente, de que no se trata solo de desear algo y expresarlo; es necesario poner el esfuerzo para obtenerlo.

Solo la acción produce la transformación. Es iluso pensar que sin practicar de manera consciente y consistente una nueva habilidad, la podremos desarrollar y manifestar en nuestro quehacer cotidiano.

Otro fenómeno que viene tomando fuerza

A todo esto se le suma un fenómeno muy preocupante que se está presentando en reconocidos grupos empresariales y es que sus ejecutivos, principalmente de nivel junior, a cargo de procesos relevantes, han hecho tantos diplomados y “saben tanto” ya, que menosprecian la experiencia y conocimientos de consultores expertos y grupos de interés que tratan de apoyar el desarrollo de capacidades y la generación de cambios importantes en el interior de las empresas.

En el mejor de los casos, estas personas consumen los contenidos de esas certificaciones como series de Netflix esperando que con solo verlos se produzcan como por “arte de magia” las transformaciones y se logren los resultados esperados.

La superficialidad en los análisis, la falta de pensamiento crítico y la manera tan olímpica de percibir la realidad y los desafíos actuales, hacen que una gran cantidad de ejecutivos junior y algunos senior estén sumidos, sin saberlo, en un mundo de altísima ignorancia agravada por el atrevimiento –su compañero fiel– y estén a cargo de importantes procesos de transformación creyendo saber todo al respecto, cuando solo manejan un mínimo de información (la punta del iceberg).

Por suerte, también están los que sí quieren

Afortunadamente, existen seres excepcionales, esos talentos que todas las empresas desearían atraer y retener.

Son aquellos que se preparan con disciplina cada día para sortear con todo el rigor las adversidades y poseen la humildad para asumir la vida desde la posición de aprendices permanentes.

Seres que saben que toda transformación, en cualquier ámbito, requiere inversiones en tiempo, dinero y esfuerzo constante en el cambio de algunos hábitos para lograr resultados diferentes que les permitan alcanzar la maestría en su quehacer.

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Son personas que manejan un equilibrio en sus vidas o lo vienen buscando de manera consciente, que sin ser perfectos buscan mejorar cada vez más sus condiciones y capacidades a todo nivel y, sobre todo, son seres que…

 Quieren alcanzar altos estándares y también quieren poner lo mejor de ellos mismos para lograrlo.

Son esas las personas que nuestras empresas y nuestro mundo están necesitando cada vez más para sortear con seriedad y profesionalismo los innumerables retos de esta era digital.

¿Qué tipo de persona eres?

Fuente: https://blog.pwgdigital.com/post/quiero-pero-no-quiero

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