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El que más se equivoca es el que no se atreve

Por Máximo Peña Bautista

Estás frente al espejo, dándote los últimos retoques. La imagen que te devuelve es de tu agrado. Sales y te acercas al lugar de costumbre, donde habías quedado. Mientras tomas algo y charlas con tus amigos, ves por el rabillo del ojo que acaba de entrar aquella persona por la que “bebes los vientos”. Os conocéis de esto y de aquello. Compartís alguna afición y, como hoy te sientes envalentonado, piensas en dar un paso más, decides atreverte. ¿Vas a contarle toda tu obra y milagros desde el origen de los tiempos o, por el contrario, optarás por aprovechar lo que tenéis en común? ¿Pondrás sobre la mesa virtudes y defectos o harás hincapié, exclusivamente, en aquello que te beneficia? Supongo que tratarás de aprovechar aquello que tenéis en común para iniciar desde ahí y, mostrando tu mejor versión, el proceso de “flirteo”. Pues bien, vamos a tratar de trasladar este modus operandi al proceso de posicionar tu candidatura frente una oferta de empleo de tu interés.

Tienes bastante trayectoria laboral a tus espaldas, eres lo que podría llamarse un perfil Senior, llevas un tiempo en desempleo, buscándolo de manera activa -quizás, hasta proactiva-, crees haber hecho los deberes, es decir, has realizado tu inventario tanto personal como profesional, has echado un ojo al mercado laboral, has hallado la intersección entre lo anterior, y te has plantado con un perfil profesional atractivo (validado por tu entorno), listo para ir a la caza de tu objetivo profesional. Has empezado a diseñar tu plan, estrategia, herramientas, canales… Tu mensaje es claro y está adaptado a los distintos entornos, se entiende y, el feed back recibido, te lo confirma. Y piensas, como ya tengo unos años y he hecho casi de todo, voy a destacar todas mis experiencias y formaciones, y disparar a todo lo que me encaje (ni tan mal, podría ser peor si te apuntases al tan manido “busco empleo de lo que sea”). Te armas de paciencia y comienzas con el envío de CV’s. Respuesta a anuncios, autocandidaturas, se lo pasas a algún conocido, portales de empleo, visitas algunas ETT’s, se lo haces llegar a las empresas (web, en mano, correo ordinario, email), te das una vuelta por tu servicio de empleo, utilizas tus redes sociales, te postulas a ofertas de Aquí hay trabajo, etc., pero, pasa el tiempo y la estrategia no parece funcionar.

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No seré yo el que diga que aquellos profesionales con experiencias y trayectorias variadas lo tienen más difícil en el mercado laboral. Para nada. Ahora bien, la realidad del mercado actual es la de un mercado que tiende a la especialización -en algunos casos, a la hiperespecialización-, una especialización que te obliga a que tu propuesta encaje “como un guante” en el puesto objetivo. Esto no quiere decir que debas obviar tu trayectoria, nada más lejos de la realidad, es más, la mayoría de las empresas agradecen la versatilidad, la polivalencia de sus empleados. Lo que trato de defender es que, cuántas más competencias -sobre todo, transversales- poseas, antes podrás especializarte, adaptarte a una empresa y necesidad concreta y, esto último, es lo que habrás de tratar de utilizar en el momento de presentar tu candidatura para un puesto.

“Como cuando voy de pesca no pienso en lo que me gusta a mí, sino en lo que prefieren los peces, no cebo el anzuelo con fresas y crema”

Dale Carnegie

La idea es hacer coincidir aquello que te gusta, lo que sabes hacer y has hecho hasta ahora, y tratar de hacerlo encajar con las necesidades de la oferta, es decir, si uno lo que quiero, lo que me gusta y lo que sé hacer y, encima, lo he hecho hasta ahora, si es posible mejor que la media, y lo presento de manera atractiva, dejando claro qué beneficio van a obtener conmigo (aporte de valor), qué problema o necesidad resuelvo o satisfago (relevancia) y, además, logro dejar claro qué me diferencia (por qué yo, frente a la competencia, posicionamiento) -sin olvidarme de mis valores-, estaré en mejores condiciones de lograr mi objetivo, que nos es otro que acceder al empleo que ansío. Estaré mejor posicionado en la mente -y en el corazón, no nos olvidemos de las emociones- del empleador o reclutador. Para determinadas empresas (clientes) el valor estará más próximo a los llamados intangibles como sencillez, confianza, vínculo, etc. Tenlos en cuenta.

Antes de continuar, te invito a plantearte algunas de las siguientes cuestiones: ¿sabemos vender nuestro producto?, ¿somos capaces de presentar de forma atractiva nuestra propuesta de valor?, ¿sabemos demostrar qué hacemos y qué beneficios obtendrán los que confíen en nosotros? Te dejo con un vídeo en la línea de estas cuestiones.

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No te olvides del foco, céntrate en aquello que la empresa está buscando (lo importante ahora no eres tú, son las necesidades de la empresa, sal del Yo y pon la mirada en aquello que la empresa necesita solventar) y presenta tu propuesta de valor de manera atractiva, huye de la versión “chico para todo”. Céntrate en tratar de dejar claro qué beneficios vas a reportar -habitualmente, en forma de ahorro de costes, ahorro de tiempo, atención personalizada, incremento de ingresos- y trata de desmarcarte de tu competencia (por qué tú). Evidentemente, esto es una estrategia, una estrategia que, como ya he mencionado, no pretende obviar tu trayectoria y experiencia, más bien al contrario, teniendo en cuenta todas tus potencialidades se trata de “jugar bien tus cartas” de darle al empleador la respuesta a aquello que está buscando. Pónselo fácil. Déjale claro desde el principio -bien arriba en tu CV- qué vas a hacer por él y qué beneficios va a obtener contratando tus servicios. Sé consciente de que, al menos en parte, está en tus manos gestionar lo que los demás van a pensar sobre ti. Será el empleador, en función de la información que tenga “a mano” el que te posicione en un lugar más o menos favorable en su mente. Ayúdale a que te aúpe cuanto más arriba mejor. Escala al top of mind.

¿Cómo lo llevamos a la práctica?: 1. Analiza la oferta que te interesa (desmenúzala), trata de extraer aquellas competencias, necesidades, valores más demandados. 2. Ya has realizado inventario, por lo que, todos tus atributos, talentos, competencias, están sobre la mesa. 3. Trata de buscar el cruce entre 1 y 2. 4. No basta con decir que eres bueno en esto o aquello, el empleador necesita que se lo demuestres. ¡Ningún problema! Ya has hecho el ejercicio de listar tus competencias y describir en qué contextos, y a través de qué desempeños y resultados -no te quedes corto, es el momento de poner en valor tus logros- eres capaz de demostrarlas. 5. Eso que ya has hecho y logrado, trata de adaptarlo a la oferta en cuestión, es decir, has de dejar meridianamente claro cómo vas a beneficiar a la empresa. Como ves, la idea es posicionarte, lograr que, entre todos los candidatos, tú ocupes una posición privilegiada en la mente de aquél que tiene la capacidad de contratar tus servicios. Atrévete a realizar algo distinto. Total, “lo de siempre” ya sabes qué resultados te está dando.

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Permíteme que te deje con una historia, una historia de superación, una historia de marca, la de Salvador Chanzá, que se ha posicionado bajo la marca Lord Jack Knife, una marca que ofrece mucho más que un corte de pelo. Mira este vídeo.

Y tú ¿qué estrategia utilizas para posicionar tu candidatura?

Fuente: http://muñozparreño.es/mas-se-equivoca-no-se-atreve/

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