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Mi mensaje para tus fiestas

Faltan días, horas casi para terminar el 2023 y normalmente nos acercamos a ese momento del año en que solemos aplicar criterios contables a nuestras vidas. Es decir, buscamos “cerrar” nuestro balance.
Tratamos de recordar lo bueno (es decir aquello que nos quedó del año, aquellas “ganancias” que tenemos de nuestro lado) y de tener presente lo malo (lo que no querríamos que se vuelva a repetir). Pensamos en qué cosas tenemos hoy que no teníamos antes (nuestros activos) y que deudas hemos sumado en el camino (nuestros pasivos).
Pero como en toda contabilidad, sólo reflejamos únicamente aquello que puede traducirse a números (no hay todavía rubros en el balance para los intangibles más que para las marcas) y tampoco se suelen reflejar en ese documento las deudas con nosotros mismos, que además estoy convencido son las más importantes y las que más nos aquejan.
Cuando nos endeudamos con terceros (proveedores, bancos, etc.) solemos hacer un análisis minucioso de cuánto dinero vamos a tomar, a que tasa de interés, durante cuánto tiempo, y fundamentalmente si vamos a generar los recursos para poder cancelar las cuotas sin problemas, ¿verdad?.
Ahora bien, y cuando nos endeudamos con nosotros mismos, con nuestros sueños, con nuestros deseos, con nuestras necesidades, con nuestros tiempos personales, con nuestra calidad de vida y con la que queremos para nuestro núcleo familiar y nuestros seres queridos, ¿qué sucede, lo analizamos con la misma minuciosidad?
Esta es la época del año en la que habitualmente la Vida nos recuerda cuánto hemos dejado de lado y qué poco hemos honrado estas deudas (¿será por eso que sólo hacemos el balance una vez por año y no mensualmente?).
Sé que estos días estamos corriendo (¿Cuándo no, verdad?) para festejar con compañeros, amigos, incluso hasta con personas que no nos vemos casi nunca, ¡que paradoja!. Luego correremos para comprar los regalos de navidad, de reyes, etc. para nuestros hijos, esposos, esposas y demás seres queridos. Y nuevamente nos dejamos para el final (o lo hacemos para evitar enfrentarnos a nosotros mismos y que nos digamos: “Anda, dime, ¿qué has hecho de tu Vida este año?”).
Este es el momento de hacerlo y éste es mi regalo de Navidad: recordarte y pedirte que pares el vértigo, que te tomes un tiempo para vos, siéntate en la sala, en el balcón, en el jardín, cierra la puerta de la oficina y desenchufa el teléfono, apaga el Whatsapp un rato. Piensa. ¿Qué Vida quieres para el año próximo? (empecemos por objetivos cortos).
Cierra los ojos, respira profundo. Te invito a dejar de quejarte por aquellas cosas que deseas y que nunca te ocurren simplemente porque esperas que se materialicen mágicamente o que la Vida te las regale por tu “merecimiento”. Te invito a dejar de buscar excusas, vos generaste esas deudas, vos tenés la responsabilidad de saldarlas.
Hay un gran secreto que debes tener en cuenta, si vos estas bien, tu entorno estará mejor. Tendrás más fuerzas y más motivos para seguir viviendo más plenamente y además, ese es el único regalo que la gente que realmente te quiere necesita para estar bien.
Por favor, en este 2024 que ya tenemos por delante, inclúyete dentro del grupo de gente por la cual trabajas y te esfuerzas.
Regálate el tiempo que necesitas para hacer aquellas cosas que siempre quisiste y nunca “podes” (gran mentira: siempre se puede sólo que priorizamos otras cosas).
Ve filtrando la lista de “amigos” (quienes están demasiado ocupados o atareados para devolverte un saludo, una llamada o un simple mail, no son amigos, son contactos. Aunque duela, es la realidad, acéptalo).
Oblígate, si es necesario, a tener un momento para soñar y fundamentalmente para planear como concretar esos sueños y que no queden en un proyecto que a fines del 2024 nos vuelva a “pasar factura”.
Elige qué batallas vale la pena pelear por su importancia y porque te acercan a tus sueños, y cuáles NO. Ten la claridad de saber cuáles de ellas son las tuyas y cuáles las batallas de los demás en las que te ves involucrado.
Vive TU Vida y no te conformes con el papel secundario que los demás te han asignado. Si no puedes cambiar eso, pues, también habrá que pensar que la comodidad de seguir donde estas o de hacer lo que haces puede ser un costo demasiado alto en términos de calidad de vida, ¿no? (y como tal, habrá que tomar decisiones)
Este es el momento, aunque en realidad todos lo son, para elegir quien vas a ser. No lo pierdas otra vez. Reencuéntrate contigo, con tus ideales, con tus valores, con esa imagen de ti mismo que tenías al salir de la adolescencia cuando soñabas cómo querías verte a los 30, 40, 50, 60 años y por esta vez, haz algo distinto.
No generes más deuda contigo, comienza a pagarte.
Si comparto esto con vos es porque te estimo realmente y porque quiero que seas feliz. Que tengas un 2024 que no sea un año más sino que sea, como lo representa la Navidad, un verdadero renacimiento de tu Ser.
¡¡¡Brindo por vos!!! ¡¡¡¡Felicidades!!!!
Juan Carlos

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