por Javier Martínez Aldanondo
“El buen conductor es el que predice lo que va a hacer el coche que va delante”. Mi Aitona (abuelo en vasco)
La respuesta es sí: una organización puede sobrevivir sin cerebro, pero no sin inteligencia ¿Sabes cuál es la prioridad de un individuo y también de una organización? (ojo que la prioridad no es el objetivo). SOBREVIVIR. Si estás muerto, ya nada más importa. El ser humano no busca la prosperidad sino la supervivencia ¿Sabes cuál es mecanismo que te permite, a ti y a tu empresa, sobrevivir? La INTELIGENCIA como capacidad de tomar buenas decisiones ¿Y sabes cuál es el dispositivo responsable de la inteligencia? El CEREBRO.
Sabemos dónde está el cerebro en una persona, pero ¿Dónde está el cerebro en una organización? Hace casi 10 años impartí esta charla TED “Eres más inteligente que la empresa para la que trabajas”. La hipótesis era muy simple: Tienes un cerebro que gestiona muy bien tu conocimiento y aprende mientras que tu empresa carece de cerebro y por eso le cuesta gestionar su conocimiento y aprender. En cualquier empresa, cada persona aporta su cerebro y por eso el conocimiento es más un patrimonio de los individuos que un activo organizacional. El futuro será cada vez más desafiante y la empresa que no incremente su nivel de inteligencia desaparecerá ¿Cómo desarrollar la inteligencia de tu organización?
El objetivo de la Inteligencia Artificial (IA) es que tu empresa sea más inteligente y la razón por la que la IA va a ser fundamental es porque fabrica inteligencia. En febrero Amazon lanzó Rufus, un asistente de compras que aprovecha el conocimiento de la empresa sobre productos (fichas de cada artículo), reseñas y comentarios de los usuarios. Yo quiero comprar un scooter eléctrico para mi hijo, pero ya no tengo que buscar en cada marca, modelo a modelo. Le pido a Rufus que me recomiende cuales son los scooters más adecuados en función de las variables que me interesan (potencia, autonomía y precio).
La clave no es el modelo de IA, sino que al contar con el conocimiento de los productos y de los clientes, Amazón lo puede reutilizar y por tanto rentabilizar, potenciando su inteligencia. Como veremos, la oportunidad pasa por crear un doble cerebro de la organización: un cerebro Físico compuesto por los cerebros de los integrantes de la empresa pensando juntos, mediante procesos de colaboración. Y un cerebro Virtual donde la IA nos proveerá la inteligencia de la organización, siempre que previamente la hayamos sistematizado y que nos permitirá crear agentes (compañeros de trabajo virtuales que realizan tareas específicas por nosotros).
¿Qué es la inteligencia? Sin discusión, la inteligencia es nuestro recurso más preciado, la necesitamos para todo. Aunque está de moda, Inteligencia viene del latín y deriva de “Intelligentĭa” que a su vez proviene de “Inteligere”, palabra que se compone de 2 términos: Intus que significa “entre” y Legere que significa “escoger“. Una persona inteligente es aquella que sabe elegir bien. Coloquialmente, decimos que alguien es inteligente cuando toma buenas decisiones. Nos pasamos la vida decidiendo de manera inconsciente (decidimos miles de veces al día).
Cualquier directivo reconoce que su principal responsabilidad es tomar las decisiones correctas. Si nos fijamos, tomar buenas decisiones significa contar con una gran capacidad de Predicción: de las distintas alternativas que existen, eliges aquella que crees que tiene mayores probabilidades de ocurrir, es decir anticipas lo que ocurrirá en el futuro. Es como si siempre tuvieses la “suerte” de acertar… Pero no hay truco, para tomar buenas decisiones y predecir, es imprescindible contar con el conocimiento adecuado. Yo no puedo decidir bien en el ámbito de la energía nuclear o del cáncer porque carezco del conocimiento necesario.
Y para contar con ese conocimiento, necesitas haber dedicado tiempo a aprender. De nuevo, no hay ni magia ni suerte, todo conocimiento es resultado de un proceso de aprendizaje previo. Por tanto, la Inteligencia consiste en decidir bien con el conocimiento que tienes y en aprender rápidamente aquello que no sabes.
En la Odisea, Ulises y su tripulación intentan regresar a Ítaca y uno de sus principales retos es el encuentro con las sirenas que habitaban una isla y poseían voces tan encantadoras que cualquier marinero que las escuchaba se veía irresistiblemente atraído hacia ellas, naufragando en las rocas cercanas. La diosa Circe advierte a Ulises sobre el peligro de las sirenas y le aconseja cómo evitar caer en su trampa. Siguiendo su consejo, Ulises decide tapar los oídos de sus hombres con cera para que no puedan escuchar el canto de las sirenas. Y curioso por escuchar la canción sin sucumbir a su poder, Ulises se hace atar al mástil del barco y ordena a su tripulación que no lo liberen en ninguna circunstancia, sin importar cuánto les suplique. Cuando el barco se acerca a la isla de las sirenas, sus cantos empiezan a resonar. Los hombres de Ulises, con los oídos tapados, continúan remando sin verse afectados. Ulises, atado al mástil, escucha el canto y se siente atraído, rogando y ordenando a sus hombres que lo liberen. Pero ellos, fieles a sus órdenes, lo atan aún más fuerte al mástil hasta que el barco ha pasado por completo el área de peligro.
La inteligencia de anticipar el riesgo y prepararse es lo que permite a Ulises y su tripulación evitar el destino fatal que había atrapado a tantos otros marineros antes que ellos. Adaptarse está sobrevalorado ya que cuando quieres reaccionar es demasiado tarde porque tienes el problema encima, como nos ocurrió en la pandemia con la vacuna. Es mucho más inteligente anticiparse.
La inteligencia nos distingue del resto de seres vivos y se concreta en la capacidad de reflexionar y aprender (generar tecnología, es decir conocimiento) y de colaborar y compartir (transferir ese conocimiento para que otros aprendan cómo hacerlo). Tan solo a base de inteligencia individual nunca hubiésemos evolucionado tan rápido. La IA es inteligencia colectiva porque se nutre del conocimiento de todos nosotros, pasados y presentes.
¿Cómo gestiona el cerebro la inteligencia? El cerebro es primordial porque es la sede de la inteligencia. De hecho, el cerebro es el único órgano que no podemos trasplantar y sin el que no podemos vivir. No conocemos inteligencia más sofisticada que la humana. Por eso la neurociencia lleva siglos estudiando con ahínco cómo funciona el cerebro (es curioso que nos quejemos de que los modelos de IA son una caja negra cuando nuestro cerebro sigue siendo un misterio). Lo que sí sabemos es que la clave no se encuentra en las neuronas individuales sino en la conexión entre ellas, la colaboración.
Los pocos organismos biológicos que carecen de cerebro cuentan con un sistema nervioso básico que gestiona la inteligencia que les permite sobrevivir. Y la IA demuestra que no hace falta un cerebro físico para producir inteligencia. La función primordial del cerebro es mantenerte con vida ¿Cómo lo hace? Imagina que te vendo los ojos, te doy a probar un trozo de chocolate y te pregunto de qué alimento se trata ¿Qué sucede? Tu cerebro busca en la memoria el sabor que percibe, lo reconoce (porque lo ha probado antes) y es capaz de identificarlo. Lo mismo ocurre si te doy un gajo de limón o un sorbo de coca cola. Pero ¿y si te doy un alimento que no has probado nunca? Si estás en España te doy lúcuma y si estás en Latinoamérica te doy salmorejo. Tu cerebro busca, pero como nunca lo ha probado, no encuentra nada y te dice que no sabe de qué se trata. Nuestro cerebro no elabora respuestas a los problemas, sino que recupera las respuestas almacenadas en la memoria y que pueden llevar allí mucho tiempo. La corteza cerebral es un sistema de memoria. Todo lo que eres capaz de recordar no fue “inyectado” en esa memoria ni venía contigo cuando naciste, sino que lo aprendiste durante años de práctica repetida y lo “acumulaste” en tus neuronas. Tu cerebro es muy eficiente en utilizar lo que has ido guardando en la memoria para resolver problemas y producir comportamientos ¿Qué pasaría si, aunque hayas probado muchas veces el chocolate, tu cerebro no fuese capaz de almacenarlo y por tanto no pudiese recordarlo? Significa que si olvidas las experiencias que tienes, no puedes aprender y siempre vuelves a empezar desde cero.
La neurociencia define la inteligencia como la capacidad de crear un modelo del mundo para que puedas moverte por él a salvo. Al nacer, llegamos sin saber nada y lo primero que hacemos de manera innata es aprender, lo que implica que aprender no es una habilidad. Reconocemos que existe un mundo al que necesitamos adaptarnos para sobrevivir y al aprender cómo funciona ese mundo, creamos conocimiento sobre cómo caminar, comer, hablar, etc. (y así podemos tomar decisiones). Para todo lo que hacemos, el cerebro nos provee ese conocimiento que hemos ido aprendiendo y cuando no sabe (no tiene conocimiento), lo que hace es aprenderlo, es decir, crear nuevo conocimiento. En síntesis, el cerebro gestiona la inteligencia mediante un mecanismo que se basa en 2 palabras mágicas: Anticipar y Reutilizar. Para Anticipar lo que vas a hacer, tu cerebro te Entrega conocimiento (lo que ya sabes) y para que en el futuro puedas Reutilizar lo que has aprendido, lo que hace es Capturar conocimiento (lo que no sabías). Cuando decimos que el cerebro es básicamente un órgano predictor, es porque usa el conocimiento que ya tiene del pasado para evitarte cualquier problema. Por eso, el que predice siempre gana, como le ocurrió a Colón que salvó la vida gracias a sus conocimientos de astronomía para predecir un eclipse. Ahora bien, no basta con predecir, además hay que anticiparse, es decir, aprender lo que te hará falta para cuando llegue el escenario que predijiste. En el día de la marmota, Phil le dice a Rita que, si practica 4 o 5 horas al día durante 6 meses, podrá anticipar lo que ocurrirá a la hora de lanzar cartas a un sombrero. Un ejemplo actual: El 70% de todos los cánceres mortales son el resultado de cánceres que el sistema de salud no detecta preventivamente porque no tenemos suficientes recursos. La IA nos debiese permitir monitorizar continuamente a una persona para evaluar su salud y que en el momento en que salte una alarma, se anticipe y acuda al médico en lugar de esperar a un chequeo rutinario.
Aunque todos los énfasis de la inteligencia están colocados en el futuro, es fundamental reivindicar el pasado: nuestra inteligencia depende de nuestro pasado, de lo que hemos aprendido. Si no aprendiste algo, llegado el momento no podrás hacerlo y menos predecirlo. Por eso es tan sensato el dicho Noruego “si quieres saber hacia dónde vas, tienes que saber de dónde vienes”. Para todo lo que haces, necesitas recurrir a tu conocimiento y eso implica recordar. Imagina que un día te despiertas y has olvidado todo tu conocimiento. No podrías hacer absolutamente nada, quedarías indefenso y desamparado. Piensa entonces qué parte de su pasado ha capturado tu empresa. Ojo, no hablo de tener pasado (todos lo tenemos) sino de conocerlo y haberlo documentado para poder sacarle partido ¿Entiendes ahora por qué tu empresa es menos inteligente de lo que podría ser? Porque no aprovecha el conocimiento de sus colaboradores que hasta hace poco era un activo difícil de gestionar porque se encontraba en el cerebro de cada individuo mientras que hoy esa posibilidad existe. Venimos de un largo periodo de decepción con los sistemas de información en la empresa. Malgastamos tiempo (y recursos) buscando, pero pocas veces encontrábamos contenido útil, muchas veces desactualizado y difícil de aplicar. Con la IA, por fin la promesa de reutilizar conocimiento se hace realidad porque la materia prima con la que se entrena la IA es justamente el conocimiento sistematizado del negocio. Aunque se nos llene la boca hablando innovación, las empresas hacen tareas repetitivas y eso significa que, dado que mañana vamos a reutilizar conocimiento que ya tenemos, entonces merece la pena documentarlo.
¿Cómo gestiona la inteligencia tu empresa?
Nuestro sistema económico está basado en la inteligencia. Hoy fabricamos inteligencia y la principal ventaja competitiva es cognitiva. Por eso, el músculo más importante es el cerebro. Asumimos que sí queremos desarrollar la inteligencia en la empresa (las personas y las máquinas ya la tienen), una buena idea consiste en copiar el funcionamiento del cerebro. La buena noticia es que la empresa, hasta ahora, ha sido capaz de sobrevivir sin cerebro. La mala noticia es que pagamos un precio muy alto por la ausencia de una función que gestione la inteligencia. Las empresas sin cerebro son ineficientes porque repiten errores, reinventan ruedas, la calidad decisiones se resiente cuando los expertos se marchan, malgastan tiempo buscando información, la curva del onboarding es muy larga y tienen diferencias de desempeño entre personas y equipos. Por eso sufren para alcanzar sus resultados y ponen en riesgo su supervivencia. Las empresas inteligentes cumplen sus objetivos y diseñan su futuro. No hay que ser adivino para pronosticar que, con el nivel de inteligencia actual, tu empresa no podrá enfrentar los desafíos que le esperan.
Hemos visto que, para gestionar la inteligencia, nuestro cerebro hace dos cosas, las hace muy bien y se equivoca muy poco: la primera es proveerte el conocimiento que requieres, anticipando el contexto y la situación en la que estás y por tanto el conocimiento que vas a necesitar. La segunda es capturar el conocimiento cada vez que aprendes algo nuevo para poder reutilizarlo en el futuro y alimentar tu base de conocimiento que se enriquece a medida que tienes más experiencias. Se ha puesto de moda el concepto de second brain que es una estrategia para organizar nuestra “vida digital” con apoyo de herramientas tecnológicas. Es cierto que para gestionar la inteligencia de la empresa no tenemos por qué seguir el mismo modelo del cerebro porque una empresa no es un organismo biológico. Pero por ahora no tenemos nada mejor. La propia IA Generativa funciona casi igual que nosotros. Para que la IA te pueda ayudar, primero tiene que aprender y para eso la entrenamos con toda la información posible (es el mismo proceso que hacemos los seres humanos cuando construimos nuestro modelo del mundo). Y para que la IA te entregue conocimiento, trabaja a partir de predecir la siguiente palabra y tratando de entender el contexto del párrafo. Por eso la neurociencia y la IA tienen tantos elementos de conexión. Si quisiéramos trasladar lo que hemos aprendido del cerebro humano a la organización, una buena alternativa sería crear un doble cerebro físico y virtual para que, cualquier persona, en cualquier momento que deba tomar una decisión, tenga la posibilidad de contar con el conocimiento de toda la empresa y al mismo tiempo, nos aseguremos de aprender lo nuevo que ha hecho.
Fuente https://knowledgeworks.cl/wp-content/uploads/2024/08/newsletter_219.htm