Por Virginia Cabrera
«Encuentra tu por qué y el éxito vendrá de su mano porque el propósito es el faro que guía nuestras acciones en la oscuridad de la incertidumbre». «Busca tu propósito y trabajarás sin que te cueste hacerlo». «Encuentra tu misión y encontrarás la abundancia en tu vida».
Es lo que nos dicen los gurús del management y la autoayuda.
Y quienes lo tienen claro nos confirman que tienen toda la razón.
Tanta matraca nos dan con lo del propósito que todos nos hacemos la misma pregunta: Y yo ¿Cómo demonios encuentro el mío? ¿Qué es lo que tengo que hacer o qué metodología tengo que seguir para encontrar mi propósito?
Yo también le doy vueltas a lo de encontrar mi propósito. Yo también quiero encontrar esa piedra filosofal capaz de transformar en oro cualquier metal y, por el mismo precio, concederme la vida eterna.
Nos ha jodido.
Pero resulta que en el camino, igual que todos esos alquimistas desesperados de la edad media, me he dado cuenta de que tal vez me estaba haciendo la pregunta equivocada.
Permíteme que te razone el por qué.
A base de darle vueltas y perderme, he entendido que la búsqueda de un propósito entendida como un viaje de descubrimiento hacia esa razón interior para continuar contra viento y marea, a esa luz que nos guía, o a esa energía que nos hace superar una tras otra cualquier dificultad, es una idea romántica.
Bonita. Pero engañosa.
Que hace cierto daño a quienes lo estamos buscando.
Porque confunde sobre lo que tenemos que buscar.
Y sin saber buscar, está meridianamente claro que será casi un milagro encontrar.
Cada vez me temo más que:
El propósito no es algo que tengas que encontrar. Es algo que está en tu mano crear.
¡Cómo si fuera tan fácil!
No, no lo es. No hay recetas mágicas (Simon Sinek tampoco la tiene aunque sus libros están genial). Pero, igual que él mismo nos dice, hay ciertas acciones que, incorporadas a tu día a día, pueden ayudar.
Y en mi propia búsqueda, ¿qué es lo que a mí me está resultando más enriquecedor?
El propósito se configura con más facilidad cuando cambiamos estas ideas románticas propias del cine y de la literatura por conceptos más terrenales pero que resultan ser más constructivos.
Me temo que darle vueltas al coco esperando al arcángel san Gabriel que nos señale nuestro lugar en el mundo y nos encargue una misión no resultará. Sentarse a desear que la diosa Atenea te marque el camino y te incite al viaje como a Ulises no es eficaz.
Porque ni dioses ni arcángeles se aparecen a nadie en la vida real.
Solo un cambio de mentalidad y un esfuerzo consciente y continuado te permitirán dar verdadero significado a cada área de tu actividad y de tu vida.
Fuente: https://balcon40.com/2024/01/05/5101/