por Germán Antelo Solozábal

La semana pasada leí “el caballero de la armadura oxidada” un libro que me aporó mucho valor, para quienes no lo han leído, decirles que se trata de un caballero que a lo largo de su vida forjó un personaje que pensaba sólo en la batalla y en quedar bien, entre ellos con el rey, de modo que la armadura la tenía puesta casi todo el día, hasta comía y dormía con ella.

Hasta que un día su mujer y su hijo le pidieron que se la quitara porque no soportaban más verlo así, porque ya no era él, hasta no sabían si tenía barba, ante la insistencia aceptó acerlo, pero cuando el caballero quiso desprenderse de ella no pudo, se le había oxidado en su cuerpo!!!. Ante la desesperación corrió hasta el herrero, hombre fuerte del pueblo, que no pudo hacer nada, después de muchos intentos por despojársela. A partir de ahí el caballero tuvo realizar un viaje muy profundo para poder separarse de ella.

La historia continúa, no les contaré el final, pero de aquí se desprenden muchas cosas que ocurren a diario con la personas. Muchas veces adoptamos y creamos un personaje alrededor de nuestra persona, que al cabo del tiempo tapa a nuestro auténtico SER, convirtiéndolo en algo irreal, en una pantalla. Así es como se comienza a perder la pasión por los afectos, el amor por las ocupaciones, la admiración por cosas tan simples de la vida, como ver el cielo por la noche inundado de estrellas ó el dejar de dar afecto,  ahí es el momento donde se nos ha oxidado la armadura en nuestro cuerpo.

Está claro que esos comportamientos se adueñan en las conductas, pensamientos y actitud, haciendo de nosotros un caballero con la armadura oxidada. Pero el gran problema es cuando sentimos que esa armadura es incómoda, pesada, aparatosa y encima nos domina. Entonces decidimos quitarla y ahí nos encontramos con que nadie nos puede ayudar, solamente uno mismo deberá emprender un viaje hacia su interior para ver a su YO verdadero, esa escencia de persona que fué desplazada por ese falso personaje.

Será un momento donde el SILENCIO será fundamental para escucharse, dejar que esa voz que tenemos callada tanto tiempo hable, grite, se haga notar, porque después de estar amordazado tanto, tiene mucho que decir. Habrá que CONOCERSE, saber verdaderamente quién soy, que quiero de mi vida y hacia donde quiero ir. Finalmente la VOLUNTAD y PERSEVERANCIA de cambiar, de vivir libremente sin el peso de la armadura oxidada.

Que bueno sería, detenerse y evaluar en que aspectos de nuestras vidas tenemos una armadura oxidada como la del caballero, para comenzar a quitarla, emprendiendo un viaje hacia nuestra maravillosa persona y así poder vivir sin pesadas cargas que condicionen nuestra vida.

Autor Germán Antelo Solozábal

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