Se llega a SER existiendo

La ansiedad es ese estado del ser, originado en la mente, que impide reposar o desapegarse, que nos mantiene en la dolorosa espera de algo que nunca alcanza a definirse. La ansiedad, un mal definitorio de nuestros tiempos, es la madre de la depresión. La depresión, a su vez, es el cese del deseo. Cuando desear sin saber qué o para qué, sin saber conectarse con la materia trascendente de ese deseo, se convierte en una experiencia frustrante y dolorosa, la depresión es el mecanismo que se activa para detener ese dolor. Aun así, no da respuesta a la pregunta que está detrás de la ansiedad: ¿para qué hago lo que hago? ¿Qué podría darle a mi vida un sentido que me permita advertir por qué es única y necesaria y por qué, más allá de la longitud que le asigne el calendario, será eterna? Nadie puede responder por mí a estos interrogantes. Y acaso no hayan, no ha habido y no habrá dos respuestas iguales. Porque no existen, no existieron y no existirán dos personas iguales.
Cuanto más postergamos estas respuestas, cuanto más evitamos iniciar la exploración interior y, al mismo tiempo, la conexión con el prójimo que ellas nos proponen, más prisioneros seremos de la trampa del tiempo, más objetos de la ansiedad.
La vida de cada uno de nosotros, por breve que sea o nos lo parezca, tiene un sentido y de cada uno de nosotros depende desentrañarlo. Nadie más puede hacerlo.
No es un sentido secreto, no se trata de un juego de adivinanza, no es, tampoco, un enigma. Creo que, de la forma en que elijamos vivirla, depende que podamos entender el sagrado misterio de ese sentido.
Y también puede ocurrir que, en definitiva, nunca lo sepamos y acabemos nuestro «parpadeo» en la ignorancia.
En todo caso hay una cuestión de actitud que define nuestro modo de estar y sentirnos en el mundo. Una actitud es la de explorar ese misterio. Otra es la de huir de él.

(Extracto de «Elogio de la Responsabilidad» de Sergio Sinay)

Inevitablemente, el tema de la existencia humana atrae, al menos por un instante, la atención de cualquier ser humano en algún punto o parada de su jornada vital. Y no es raro que así suceda dado que, por más «aturdidos» que estemos por los incesantes e invasivos estímulos del mundo exterior, ocurren momentos de «lucidez» en el mundo interior, momentos en los que aparecen con prístina claridad la llamada a una respuesta, la convocatoria a dar paso a nuestra responsabilidad.

Y es que ser responsables no es solamente asumir las consecuencias y dar respuestas por nuestros actos y por nuestras decisiones del pasado, sino también asumir las consecuencias de nuestras decisiones hacia el futuro, ese futuro que no existe, y que lo vamos construyendo desde nuestra libertad, con nuestras elecciones del presente, tengamos o no un proyecto de vida establecido.

Por lo tanto, podemos decir que vivir no es lo mismo que existir. Podemos vivir transcurriendo, permaneciendo, respirando y alimentándonos para subsistir. Pero existir es otra cosa… Existir es dar una respuesta con nuestra vida.

La palabra existir proviene del latín exsistere (aparecer, emerger, ser) y está compuesta por un prefijo ex- (hacia afuera) y el verbo sistere (tomar posición, estar fijo), que en su raíz indoeuropea -sta significa «estar en pié», y en el griego también presente como  -statos denotando situación de «estar parado, en equilibrio».

De aquí que podamos comprender que esta aparición, esa emergencia del ser (el «hacia afuera» del «-ex») parte de un ser que está parado, de pie, en equilibrio, que ha tomado una posición en la vida. Y esa posición –a mi humilde entender– tiene que ver con haber elegido un sentido para su vida. Y digo «elegido» para significar una decisión tomada conscientemente, desde la responsabilidad que está disponible dada nuestra condición cognitiva y volitiva, y la libertad personal que nos fue dada por nuestra condición de seres humanos.

Vuelvo a repetir la última frase de este genial escritor porque me parece sustancial para la reflexión personal:

En todo caso hay una cuestión de actitud que define nuestro modo de estar y sentirnos en el mundo. Una actitud es la de explorar ese misterio. Otra es la de huir de él.

Te (y me) dejo una pregunta final: ¿Cuál actitud estas eligiendo…?

Espero de corazón que este artículo haya sido de alguna manera útil para tu vida. Si en algún momento consideras que necesitas asistencia para revisar o re-significar tu RESPONSABILIDAD (como habilidad para responder), y quieres dar tu primer paso hacia una más profunda autoconciencia, para lograr un mayor bien-estar, estoy disponible para que me consultes y conversemos de qué manera puedo asistirte.

Fuente: https://entrenatuvida.wordpress.com/2018/04/08/se-llega-a-ser-existiendo/