Por Margara Ferber
“Conócete a ti mismo” es una famosa frase que estaba grabada en la entrada del templo del dios Apolo en Delfos. En la antigüedad aparece mencionada en varios textos de Platón y en obras como la famosa tragedia Prometeo, en la que el semidiós Océano le advierte al protagonista que debe conocerse a sí mismo. Más cerca en el tiempo, Benjamín Franklin también resalta la importancia del autoconocimiento y afirma que conocerse a uno mismo es algo tan duro (léase difícil) como el acero y los diamantes.
Es cierto que las personas cambiamos. Conocerse es difícil, y más todavía porque vamos cambiando sin darnos cuenta. Para mejor y para peor. Paradójicamente, tenemos la creencia de que siempre fuimos de determinada manera y de que es imposible modificar lo que algunos definen como la propia esencia. Dos ejemplos de la empresa. El gerente que se jacta de decir siempre la verdad frontalmente, sin anestesia. Cuando era más joven, animarse a interpelar a sus jefes lo pudo haber distinguido como alguien aguerrido y valiente, pero esa impronta exacerbada por los años puede resultar lo opuesto a lo que hoy necesita. El hombre se olvida de que una cualidad en exceso se puede convertir en un defecto y ni siquiera se percata de los “caídos” que dejan sus palabras a su paso. O esa directiva que recuerda a la mujer maravilla, de tanta actividad laboral y familiar que logra conciliar exitosamente. Trabaja a tiempo completo y es inflexible con los horarios, los propios y los ajenos, aunque en su escaso tiempo libre lleva un hogar con varios hijos y realiza actividades recreativas. Ella les exige un comportamiento similar a las mujeres de su equipo, porque se puede. Ella puede. No comprende que las personas son diferentes y que pueden carecer de su red de contención
Creemos que nos conocemos, pero la vida nos sorprende mostrándonos que no siempre es verdad. Estamos en constante cambio, pero pensamos que no podemos cambiar. O no nos damos cuenta de que necesitamos hacerlo. Como le sucede al gerente, que se asombra cuando recibe su evaluación de desempeño, y a la directiva, que no comprende el mal ambiente que hay en el equipo.
Autoconocernos nos permite ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, de lo que debemos apuntalar y reforzar, así como de actitudes o formas de hacer que conviene que potenciemos o, por el contrario, limemos, para mejorar nuestras relaciones con los otros y cambiar nuestro entorno. Autoconocernos nos permite gestionarnos a nosotros mismos para ser mejores personas y líderes.
Fuente: https://www.ieem.edu.uy/noticias/conocete-para-gestionarte/541