Alfred Chandler, legendario profesor de historia de los negocios en Harvard, decía que la estructura sigue a la estrategia. Primero, determinemos lo Leer más..." />
Sin embargo, es común la tendencia a construir la casa por el techo, es decir, a diseñar la estrategia a partir de la estructura organizativa.
De hecho, muchos negocios han nacido y crecido al hilo de una oportunidad en un mercado, sin más estrategia que aprovecharla lo mejor posible, apoyados en una estructura que soportaba el “qué hacemos” y “cómo lo hacemos”, aunque faltaba el “por qué lo hacemos”.
Pero, ¿por qué es tan importante la estructura?
Precisamente, la estructura nos ayuda a definir qué se debe hacer y quién debe hacerlo. Así, la estructura es una de las bases de la organización (o de la desorganización) de las actividades de una empresa.
Ahora bien, a lo largo de la historia, diversas compañías se han organizado de diferentes formas. Veamos las estructuras más comunes:
Estructura funcional
En la estructura funcional, el trabajo se divide según las funciones que se realizan. En estas organizaciones, las áreas de ventas, marketing o finanzas se distinguen claramente como funciones diferentes que necesitan distintas habilidades y conocimientos.
Estructura divisional
En la estructura divisional, frecuente en empresas con varias líneas de productos, las distintas unidades tienen una mini-estructura funcional propia.
Es decir, cada unidad tiene su propia área de marketing, recursos humanos, finanzas, etc.
El criterio para hacer la división puede ser geográfico, por mercado, por línea de producto, por temas legales, u otros.
De esta forma, la corporación divisional es, simplificando, como un gran conglomerado compuesto por pequeñas empresas organizadas funcionalmente.
Estructura horizontal
Típicamente, las estructuras funcionales o divisionales de las grandes corporaciones resultan en una proliferación de mandos intermedios, con la tarea de vincular las políticas emanadas de la alta dirección con el trabajo cotidiano de los empleados de línea.
Sin embargo, es frecuente que esta estructura obstruya los flujos de información, la transmisión de la cultura y los valores, y distancie la dirección general y la estrategia de los trabajadores en contacto con el cliente.
De esta forma, en los últimos años, muchas empresas han adoptado estructuras horizontales, caracterizadas por una menor cantidad de niveles jerárquicos y un mayor contacto entre empleados y alta dirección.
Estructuras matriciales
En las estructuras matriciales, frecuentes en consultoría y otras empresas que organizan su trabajo por proyectos, los empleados tienen dos jefes.
Pensemos, por ejemplo, en una gran compañía de construcción donde existe un departamento de ingeniería, comandado por un director.
Pero cuando comienza un gran proyecto donde colaboran varios departamentos, el proyecto tiene un director responsable.
De esta forma, durante el proyecto, un ingeniero tendrá dos jefes. El director de su departamento y el del proyecto donde está trabajando. Ambos deben coordinarse bien para no bloquear la organización con sus decisiones.
Ahora bien, ¿cuál es la mejor estructura organizativa?
Aquí, resulta imposible brindar una respuesta válida para todos los casos. Y las modas tampoco ayudan (hasta no hace mucho, parecía que la organización horizontal era algo imprescindible para todos los negocios).
Henry Mintzberg demostró que cada una de las diferentes maneras en que una empresa define las relaciones formales internas entre sus unidades es más adecuada para unos entornos, o tipo de negocios, que otras.
Fuente: MateriaBiz
Guillermo de Haro
Profesor IE Business School
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