Oír es un proceso físico e implica poner en funcionamiento nuestro aparato auditivo para percibir ruidos y traducirlos en nuestro cerebro.
Escuchar es un proceso intelectual y emocional de nivel superior dentro del proceso de oír e implica un momento en el cual quien escucha da sentido e interpreta lo que oye.
Escuchar de forma eficaz es básicamente discernir y dar significado al mensaje de quien habla y por tanto es lograr el objetivo de la comunicación.
Cuando escuchamos, atendemos a lo que estamos oyendo y reflexionamos en torno a ello. Nos conectamos emocional y cognitivamente con el otro y por lo tanto, respetamos no sólo el contenido de lo que se está diciendo sino también a la persona que lo está diciendo.
Esta relación entre hablar y escuchar es muy importante y, sin embargo, durante años, se ha infravalorado la capacidad de escucha.
Existen libros, seminarios, metodologías para mejorar nuestra capacidad de hablar, pero sabemos mucho menos sobre la importancia de una buena capacidad de escucha. No obstante, existe evidencia empírica que demuestra que una persona puede hablar entre 100 y 200 palabras por minuto, mientras que la persona que escucha puede almacenar en su cerebro entre 400 y 600 palabras por minuto. Esta diferencia tiene implicaciones prácticas concretas.
Dado que podemos oír mucho más deprisa que hablar, existe un tiempo diferencial que permite que las personas divaguen mientas oyen, y por tanto las personas tienden a “ocupar este espacio libre”, pensando en otras cosas sin concentrarse realmente en lo que están oyendo, reduciendo así su escucha eficaz. Cuando afronte una reunión de trabajo o de familia, no olvide poner en práctica alguno de los siguientes consejos para asegurar una adecuada capacidad de escucha y ser más eficiente en su comunicación:
Tenga un objetivo al escuchar: Siempre que inicie una conversación busque su objetivo específico para ese momento. Esto le ayudará a mantener la atención y a hacer productivo el tiempo que ocupa comunicándose con otros.
Mire a su interlocutor: La relación cara a cara es la más rica en términos de comunicación y es altamente recomendada para una escucha eficaz. Cuando escuche a su interlocutor mírelo a la cara y permita que sus ojos entren en contacto. Si Ud. está mirando hacia otro lado, dará la sensación de que no está escuchando, que está distraído y que no respeta a su interlocutor.
Suspenda el juicio inicial y no adivine lo que viene: No piense en lo que vendrá a continuación, siga el ritmo de su interlocutor y no trate de llenar el espacio libre tratando de adivinar lo que dirá su interlocutor a continuación. Escuche lo que su interlocutor está diciendo.
Céntrese en su interlocutor y haga preguntas: El hacer preguntas le permite mantener la tensión en la comunicación y mostrar interés por lo que se está conversando. Además, le permite centrarse en el otro, a la vez que le facilita el proceso mediante el cual Ud. va penetrando en el núcleo duro de lo que se quiere comunicar. Use preguntas abiertas, tales como: ¿Cómo fue…? ¿Por qué..? ¿Qué …?
Evite las distracciones: No mire hacia otros lugares, no juegue con los dedos, no ordene papeles mientras escucha. Evite hacer gestos corporales o faciales que desconcentren a su interlocutor.
Reformule con sus propias palabras el contenido de lo que dice su interlocutor. Usar frases cortas que repitan o sinteticen lo que está diciendo su interlocutor es muy útil. Hará que su interlocutor se sienta escuchado y le permitirá hacer un control para saber si está escuchando correctamente.
Si Ud. está desconcentrado y pensando en otra cosa, le será muy difícil repetir lo que su interlocutor dice y, por lo tanto, será un indicador de que Ud. no está escuchando. Puede reformular diciendo “si entendí bien…”, “si no me equivoco…”, etc.
Trate de identificar el núcleo de lo que está queriendo decir su interlocutor. No olvide que en última instancia el objetivo de la comunicación es comprender un mensaje. Pregúntese: ¿Qué es lo que me quieren comunicar?, ¿Qué es lo que me están diciendo?, ¿Cuál es el núcleo de este mensaje?
Haga uso del tiempo diferencial para responder de forma comprometida: Cuando responda, hágalo después de haber escuchado y reflexionado sobre lo que ha oído. Aproveche su espacio de tiempo diferencial para reflexionar y buscar las palabras adecuadas a fin de lograr una comunicación comprometida y hacer más efectivo el intercambio.
Por último evite interrumpir a su interlocutor y escuche todo lo que él tenga que decir. Cuando alguien le hable, no lo olvide, haga la distinción entre oír y escuchar. Esto le permitirá tener relaciones más productivas y una comunicación más eficaz.
Fuente: Cámara de Comercio de España, Espacio para la Empresa Familiar, Fundación Nexia
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