Por Isabella Jaramillo

El protocolo de familia tiene como fin, entre otros, mantener una sana relación entre los diferentes miembros de la familia mediante la identificación y conciliación de los intereses de todos los integrantes de la misma.

Tal vez el problema más común en las empresas familiares es la falta de claridad en las reglas y acuerdos para la interacción entre los miembros de la familia, la administración de las empresas y sus accionistas, y por ende la falta de límites entre la Familia, la Empresa y la Propiedad. Es fundamental que las personas tengan roles y contextos claros para discutir y solucionar problemas. De esta manera, se busca garantizar la sostenibilidad de las empresas y el patrimonio familiar cuando los fundadores falten.

La elaboración de un protocolo de familia debe lograr que todos los miembros de la familia empresaria tengan la oportunidad de expresar sus opiniones y expectativas en relación con la empresa, y con la ayuda de un asesor, puedan llegar a consensos que tengan resultados exitosos para la empresa y la familia. En este proceso, lo más importante no debe ser la redacción de un acuerdo, sino las dinámicas que se generen al interior de la familia para llegar a éste. En la mayoría de los casos, es aquí donde se genera confianza entre los familiares y donde ellos aprenden a trabajar como un equipo.

Si bien el protocolo es un primer paso, debe existir  conciencia e intención de la familia en ejecutarlo. Por tanto, algún miembro debe encargarse de liderar la puesta en marcha de los acuerdos construidos durante el proceso. En ocasiones, en este punto, la presencia de un tercero que acompañe y ponga orden a la ejecución puede ser de gran utilidad. De esta manera, el protocolo adquiere una entidad real, ayudando a las partes a sortear distintas situaciones, a solucionar problemas y, en ocasiones, a modificar conductas existentes que permiten alcanzar los objetivos trazados.

En la mayoría de los casos, las familias buscan esta asesoría cuando se presentan conflictos en las decisiones de sus miembros y, normalmente, la iniciativa surge de la persona que generó la fortuna y desarrolló el negocio familiar, de los miembros de la segunda generación o, incluso, de administradores, gerentes o representantes legales de las empresas familiares que ven necesaria su mediación.

El protocolo de familia ayuda a identificar el siguiente líder empresario, teniendo en cuenta los principios que guían a cada familia, las necesidades del negocio, y las características que ésta considere debe reunir el líder de la siguiente generación. Lo más importante es que el líder no sea impuesto, sino que a través del proceso se pueda concertar.

Es importante aclarar que el Protocolo per se no finaliza los conflictos que son propios de la conducta de los miembros de la familia, pero sí es una herramienta útil de prevención, pues con reglas claras se resuelven los conflictos en favor de la familia y la empresa.

Fuente http://www.diariodelhuila.com/site/index.php/menu-opinion/23422-ipor-que-hacer-un-protocolo-de-familia

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