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El tiempo de los emprendedores viejennials

por Marcelo Berenstein

Atención con los viejennials, emprendedores post 50 con sueños y experiencia. Los estudios muestran que sus startups sobreviven por encima del promedio de los más jóvenes.

Quiero que viajen conmigo en el tiempo. Allí por los primeros tramos de la década del 60, yo era un niño que se divertía con muchas cosas; entre ellas hacer enojar a su abuela llamándola “vieja” y mi abuela me respondía simulando enojo: “Viejos son los trapos”. Hoy sé que tiene razón.

Hay una pregunta que es un clásico del ecosistema: ¿Emprendedor se nace o se hace? Imagino que cada uno de ustedes tiene su propia respuesta. Les comparto la mía: Para mí, el emprendedor nace, pero debe desarrollar ese don para que prospere. Se desarrolla con estudio, actualización, y fundamentalmente haciendo.

¿Por qué digo además que nacemos con capacidad emprendedora? Varias razones:

1. Nacemos absolutamente dependientes

No tenemos autonomía para comer, para movernos, para expresarnos. Sin embargo, en menos de un año hacemos cosas sorprendentes: nos erguimos, caminamos, comenzamos a hablar, empezamos a comer solos; es decir pasamos de una dependencia absoluta a un atisbo de independencia. Eso significa que tuvimos que desearlo, ser curiosos, superar miedos, animarnos, asumir riesgos, caernos y levantarnos.

Si les suena familiar están en lo correcto porque para emprender un negocio, es la misma situación: soñar, investigar, desear, superar miedos, asumir riesgos, caerse y levantarse

2. Los niños son superadores seriales de negatividad

Jack Canfield, autor de best sellers como “El Secreto” y “Los Principios del Éxito”, encabezó una investigación que arrojó un resultado lapidario: a diario, un niño recibe 460 estímulos negativos o críticos frente a solo 75 positivos. Es decir, que recibimos un 600% más de veces de “no” que de sí”. En un año son 167.900 estímulos negativos anuales y esa cifra multiplicala por varios años…

3. Todos los días emprendemos

Nadie me obligó a crear emprendedoresnews.com y ni a escribir este artículo. Nadie los obligó tampoco a leerlo. Ustedes y yo, analizamos ventajas y desventajas de hacerlo en lugar de buscar clientes, vender, cobrar, estar con la familia, dormir una siesta.

Todos los días elijo emprender una nueva jornada y levantarme o quedarme en la cama; elijo si ejercitarme o pasar el tiempo sentado viendo una maratón de series en Netflix.

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Todos los días emprendemos miles de pequeñas acciones, que implican ganar o perder, arriesgarnos, crecer o caer en la zona de confort.

Con esto quiero declarar rotundamente que para emprender no hay edad. Y que esta es la era de los viejennials que no perdimos la capacidad de soñar, ni las ganas de emprender y, además tenemos algo que los jóvenes no tienen: experiencia.

Hay estudios que avalan el avance la “Revolución Viejennials”.

Un estudio de la Fundación Ewing Marion Kauffman, muestra que las personas de entre 45 y 54 años, son las que más ganas de iniciar el negocio propio tienen.

En 2019, otra investigación de la Fundación Kauffman encontró que más del 25% de los nuevos emprendedores tenían entre 55 y 64 años, en comparación con aproximadamente el 15% en 1996. Otra investigación de Guidant Financial y Small Business Trends Alliance mostró que las personas de 55 años o más poseen el 43% de las pequeñas empresas del país en 2020.

Otro estudio, llevado adelante por Age UK, revela que más del 70% de los negocios iniciados por personas de 50 años sobreviven después de los primeros cinco años, mientras que solo aguantan el 28% creados por jóvenes.

Un célebre boxeador argentino, llamado Ringo Bonavena decía que “La experiencia es un peine que te da la vida cuando te quedas calvo”. Ringo dijo esta frase en la década del 70, 50 años después el mundo es otro y los viejennials lo saben.

La vida no termina a los 50; para mí la vida recién comenzó a esa edad. Yo soy argentino, tengo 2 hijos y 1 nieto. Cuando cumplí 50 años me encontraba con mis hijos ya adultos; recién divorciado y profesionalmente muy aburrido. Y decidí reinventarme. Me escaneé internamente y sentí que era el tiempo de hacer cosas que me hubiera gustado hacer de joven.

¿Qué cosas me habían quedado pendientes? Estas son algunas:

Vivir fuera de la Argentina. Cumplí mi sueño y me instalé en Paraguay; sin familia y con un puñadito de conocidos.

Siempre quise tener un bar. Cumplí mi sueño y tuve la mejor cafetería de Asunción y fue bueno mientras duró.

Mi gran sueño fue siempre que el combustible de mi tanque interno sean la felicidad y las experiencias por sobre el dinero.

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Animarme a dejar la zona de confort de Argentina y venirme solo y sin ahorros a Paraguay fue la mejor decisión que pude tomar.

Nada ni nadie puede decirme que a los 50 debo pensar en descansar y planificar mi retiro. Me siento en plenitud como nunca; aprendí a dosificar mi energía, mis sueños vuelan más alto pero mis pies están muy firmes en la tierra.

Hasta los 50 tenía más dudas que certezas y repetía el “porqué” como un mantra. Hoy, la experiencia me enseñó a usar por qué por duplicado, pero con un par de agregados: A uno le agregué signos de interrogación y una palabrita; y al otro, signos de admiración y otra palabrita. Ahora pregunto ¿por qué no?, y afirmo ¡Porque sí!

Otro punto que suele jugar en contra a muchos mayores de 50 es su autoestima. Sobreabundan los “ya no puedo”“se me pasó el tren” y sentencias similares, pero los que sortean esos paradigmas, encuentran un océano de oportunidades y mucha vida plena por delante.

Vida plena es, en este caso, reinventarse, recomenzar, recuperar sueños y tener una renovada energía joven en un envase maduro.

Después de todo, el espíritu emprendedor no es una cuestión etaria sino actitudinal. Es el combustible interno que moviliza a las personas a aprender de los errores y seguir intentando hasta hacer realidad un sueño.

Otro viaje

Viajen conmigo otra vez en el tiempo, otra vez a las décadas del 60 y del 70.

Era la época donde los hippies buscaban el famoso peace & love. Hoy los emprendedores son los hippies del siglo 21; la conciencia ya no es abrir negocios solo para ganar dinero; sino para mejorar nuestra vida, la de nuestro entorno, nuestra comunidad, nuestro país y nuestro planeta. Hoy se emprende buscando reparar los daños causados por la ambición desmedida y la codicia desbocada. Los emprendedores actuales reinvierten y comparten en lugar de acaparar y acumular.

Y los viejennials tenemos la oportunidad de liderar esta nueva etapa de paz y amor.

Yo siento que llegando a los 60 tengo más energía que a mis 20.

Me siento hippie, me siento feliz, me siento pleno. Soy de la generación de los viejennials.  Emprendo.

Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.

Fuente https://emprendedoresnews.com/editorial/el-tiempo-de-los-emprendedores-viejennials.html

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