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¿Estamos procrastinando nuestra felicidad?

Por Jeannette Díaz

Una estimulante conversación con una cliente puso sobre el tapete el tema de la procrastinación. Después de leer el artículo pasado en Mirador Salud, ella argumentaba que, si bien le parecían muy interesantes los planteamientos de Antonio Damasio, necesariamente involucraban un cambio de hábitos. Planteaba la dificultad de incorporar nuevas rutinas en su forma de ejecutar actividades. Especialmente en lo referente a reconocer las experiencias gratas a plenitud, para que su mente las captara como tales, contribuyendo efectivamente a ser más feliz.

La procrastinación, tema frecuente de trabajo en programas de coaching, es asociado generalmente con el dejar de hacer o posponer tareas a realizar en el trabajo o en el desempeño hogareño. El conocido refrán “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” nos anima a no aumentar los pendientes para el día siguiente, entreteniéndonos con actividades irrelevantes o más agradables de realizar. Esta conversación nos amplió el alcance de procrastinar las tareas laborales pendientes o a posponer el reconocer los momentos de felicidad que se nos presentan en nuestro día a día.

Así que, para este artículo, les quiero ofrecer prácticas que puedan ayudarnos a fortalecer el hábito de reconocer las emociones y sentimientos positivos que sentimos en nuestra mente, como nos recomienda Damasio en su estupenda charla. Con estas prácticas, permitiremos que estas emociones y sentimientos sean reconocidos como tales y puedan aumentar nuestra felicidad, aparte de contribuir con la definición de los valores que orientan nuestra vida.

Para ello recurrí a dos autores reconocidos en sus áreas de trabajo que ofrecen planteamientos complementarios. Se trata de los psicólogos Neil Fiore y Kristin Neff, ambos investigadores y autores de libros y programas sobre la procrastinación. El primero diseñó un programa estratégico para superar la procrastinación, disfrutando del entretenimiento sin culpa, publicado en su libro “El Hábito del Ahora” [The Now Habit]. Es un experto en las áreas de psicología de la salud, rendimiento óptimo, manejo del estrés e hipnosis. Kristin Neff, por su parte, es profesora de Psicología Educacional en la Universidad de Texas en Austin. Ella estableció la Auto-compasión como campo de estudio hace más de una década, buscando como mejorar patrones destructivos emocionales para ser más sanos, felices y efectivos. Junto a su colega Dr. Chris Germer, ella ha desarrollado el programa de entrenamiento “Mindfulness y Compasión” [Mindful Self-Compassion], que actualmente es enseñado por miles de profesores en diferentes partes del mundo.

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Tanto Fiori como Neff buscan con sus libros y charlas ayudarnos a establecer mejores hábitos para hacernos más felices, por tanto, seguramente sus aportes nos ayudarán a superar la procrastinación en esta importante tarea para cultivar nuestra felicidad.

El argumento planteado por Damasio que estimuló la conversación con mi cliente fue el siguiente: La felicidad es “un estado del ser, tanto físico como mental y el cual depende de tres componentes principales: bienestar, placer y reflexión personal que se hace sobre el estado que se esté sintiendo”. Según Damasio, podemos sentirnos bien físicamente y estar contentos por haber podido lograr lo que nos propusimos, pero si no hemos reconocido internamente las emociones positivas experimentadas en el momento, no nos sentiremos felices después de lo que acabamos de hacer. Esta activación emocional de nuestro cuerpo habrá sido recibida y procesada por nuestra mente de una manera inconsciente.

En el artículo mencionado, según este investigador, esa retroalimentación además es acumulativa. Si momento a momento, no realizamos la auto-reflexión respectiva, reconociendo el valor de cada una de esas situaciones, vamos mermando nuestra capacidad de ser felices y terminamos empobrecidos, con una disminuida capacidad de generar nuestra propia felicidad y el sentido que tiene vivir la vida que estamos construyendo.

Releyendo esto, mi cliente protestaba diciendo que, para poder alcanzar esa premisa, deberíamos ser monjes en estado de “atención plena” todo el día. Le prometí que buscaríamos una forma de activar esas respuestas y lograr que nuestra mente procesara conscientemente esas gratas noticias que nos sucedían, por pequeñas que fueran. Por ello es esta iniciativa de revisar prácticas que permitieran incorporar esas autoreflexiones de forma habitual y así además estimular el conocimiento del “sí mismo”.

El programa de Neil Fiore, aunque se enfoca en la productividad laboral, lo escogí porque incluye un elemento que lo distingue de otras propuestas para superar la procrastinación: “disfrutar sin culpa los momentos de ocio”. Su propuesta se basa en la Psicología Positiva y supone que los enfoques críticos y disciplinarios son contraproducentes porque consideran a la procrastinación como el problema a solucionar. En consecuencia, nos anima a explorar las razones por las cuales la persona procrastina, sintiendo alivio de la presión que se impone a sí misma. El siguiente párrafo resume claramente su enfoque:

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“No es la disciplina, la fuerza de voluntad, o la presión de otros lo que facilita la adherencia a un curso de acción retador. Más bien, es la libertad de elegir, entre alternativas el compromiso personal con una misión y la disposición para asumir la responsabilidad de las consecuencias de nuestras decisiones, lo que fortalece nuestra voluntad y estimula el espíritu”.

El centro del trabajo de Kristin Neff es un excelente complemento a las enseñanzas de Fiore. Nos motiva a ser compasivos con nosotros mismos, demostrándonos la fuerza de ese poder.

La práctica

Decidí ofrecerle a mi cliente la siguiente práctica que le permitiera establecer un ritual para generar un sentir consciente cada vez que viviera una situación grata y así contribuir a su felicidad.

Preparación:

  1. Escoger un momento de tranquilidad para preguntarse si quisieran aumentar el “ser felices” en su vida, con las consecuencias positivas que nos señala Damasio para nuestras redes neuronales y actividad cerebral. Si no han leído el artículo pasado de MiradorSalud o visto la charla, les recomiendo que lo hagan.
  2. Es importante que para cualquier cambio que nos propongamos hacer en nuestra vida, primeramente, consideremos lo que tiene prioridad dentro de nuestro sistema de valores. En este caso, se trata de aumentar nuestra capacidad de ser felices.

Primera etapa de la práctica:

  1. Todos los días al abrir los ojos, los invito a detenerse un momento antes de levantarse y visualizar alguna situación que anticipen les activará una emoción positiva. Los primeros días para establecer el hábito, colocar un objeto preciado en la mesa de noche y al despertar verán un símbolo que se los recuerde.
  2. Por la noche, al acostarse y ver de nuevo el objeto escogido para su ritual pensar en algo que les haya proporcionado una grata emoción durante el día. Puede ser algo muy pequeño como la sonrisa de alguien no conocido que saludamos al pasar o el color de las flores de un árbol que encontramos en el camino. Lo importante es reflexionar y reconocer en nuestra mente esa emoción positiva por la situación vivida. Así la emoción de alegría, grato asombro o satisfacción experimentada la transformamos en un sentimiento de felicidad y al repetir esta práctica estaremos adiestrando nuestra mente para acumular felicidad. Pueden también hacer la práctica de la gratitud, reconociendo la emoción experimentada como un sentimiento de gratitud por lo que vivimos.
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Segunda etapa de la práctica:

  1. Después de hacer esta práctica por varios días y reconocer que hemos experimentado pequeños momentos de alegría o bienestar en nuestra mente y nos hayamos dado cuenta que el sentimiento de felicidad ha ayudado, poco a poco, a incrementar el “ser más felices”, vamos a pasar a lo que Damasio nos recomienda hacer.
  2. Estar atentos a cualquier momento de alegría o situación en la cual nos sintamos felices durante el día. Respirar un par de veces, buscar expandir esa sensación a todo nuestro cuerpo e, inmediatamente, al reconocer lo que estamos viviendo, enviarle un pensamiento a nuestra mente diciéndole simplemente: “me siento feliz”.

Les aseguro que en la primera etapa de la práctica se levantarán con una sonrisa e igualmente por la noche cerrarán los ojos sonreídos y relajados. Si quieren directamente empezar por la segunda etapa prueben hacerlo. Si recordaron hacerlo sólo algunas veces puede ser una manera de empezar a establecer el ritual. También si recordaron algo al acostarse, envíense un pensamiento de agradecimiento por lo que recordaron.

Espero que disfruten de esta práctica. Siempre agradecida por su lectura y a la orden por mi página web para comentarios y sugerencias.

Fuente: https://miradorsalud.com/estamos-procrastinando-nuestra-felicidad/

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