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Por qué no te atreves…

por Merce Roura

No hay noche más oscura que la de tus pensamientos.

Se repiten. Se enzarzan en ellos mismos y dan vueltas. Se arremolinan. Vuelven y van. Van y vuelven.

Y tú, tú eres el mismo todo el rato y no puedes más.

Te rompes y te pegas en una misma noche, esperando la mañana para respirar y mirar el día que empieza y suplicar que esos pensamientos tristes, lúgubres, gastados y pestilentes cesen. Esperando encontrar algo que te haga dormir o quedar inerte, algo que calme tu ansia y tu mente. Esperando algo que te distraiga de ti mismo, aunque sea absurdo y apenas te interese. Algo que te ayude a olvidar que por más vueltas que le das no ves la salida. Algo para vivir fuera de ti y evitar tu vida.

Caminas. Caminar te calma porque parece que puedes dejar tras de ti ese reguero de pensamientos asustados e inútiles. Ninguno te sirve porque si fueran útiles, alguna de estas noches, ya te hubieran dado la respuesta que deseas, la solución que buscas. Pensar así es como remover la basura. Como creer que entre los deshechos de ayer, que son los mismos de siempre, vas encontrar algo valioso. No lo hay. No está. Es lo de siempre. Más miedo. Más culpa. Más ideas en bucle que no te llevan a ningún lugar. Siempre al borde del precipicio, fingiendo que no lo ves, que no te importa, que no te duele y deseando saltar al abismo. Deseando atreverte a cruzar esa puerta que lleva a lo incierto y que, después de tanto pensar y sentir ese dolor contenido, empieza a parecer más apetecible que seguir dando vueltas a la basura. Porque, en el fondo, ya lo sabes… Aquello que no te atreves a hacer es justamente lo más necesitas. Decir no, cambiar de rumbo, seguir un camino distinto, atreverte a decir en voz alta aquello que callas…

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Porque piensas, pero te contienes. Porque piensas, pero no sientes. Y esas emociones contenidas estallan en ti. Cuando tu cuerpo empieza a notar el dolor de esos pensamientos, de ese miedo pendiente, lo frenas, lo rechazas, lo cortas en seco. Y al no permitirte nadar en tu miedo, no eres capaz de descubrir que flotas. Al no escuchar tu voz, no puedes darte cuenta de qué necesitas. Remueves la basura pero no la observas. Das vueltas a esos pensamientos pero no los miras, no ves de dónde vienen, ni qué dicen de ti y de tus creencias.

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No te permites llorar tu pena. No te permites enfadarte, ni sentir tu rabia. No quieres reconocer que cargas una culpa. Y sin hacer eso, no podrás asumir tu tristeza y soltarla. Ni perdonarte, ni perdonar. Ni asumir tu responsabilidad. No podrás dejar de pensar lo que piensas y ver la luz al final del túnel. Si no te permites sentir lo que sientes, no podrás dar un paso más y estar en paz. Mientras no sientes, vives anestesiado intentando evitar sentir tu dolor, no puedes soltarlo ni atravesar tus miedos… Y no puedes saltar ni cruzar la puerta… No puedes dar ese paso que dudas en dar y que, salga bien o salga mal, te va a traer la calma… Porque en realidad sabes que lo quieres dar, que lo necesitas, que es tu camino. Porque no hay miedo más atroz que el de no vivir lo pendiente… No hay nada peor que estar a medias en ese limbo en el que no te permites la vida que deseas por temor a perder la vida que tienes, aunque te deja vacío.

Te resistes porque te da miedo sentir.

Te resistes porque te da miedo vivir lo que deseas porque tal vez no crees merecerlo.

Te resistes porque te da miedo notar tu miedo y descubrir que no puedes evitarlo pero ¿Sabes qué? más allá del miedo está la vida.

Más allá de tus pensamientos estás tú.

Más allá de esa puerta que no te atreves a cruzar está la verdad que no quieres escuchar y que va a liberarte.

La felicidad no es lo que está al otro lado de la puerta que no te atreves a cruzar, es aquello en lo que te conviertes cuando tomas la decisión de hacerlo.

Eres tú sin resistencias. Tú sin dejarte enredar en pensamientos absurdos ni remover la basura. Tú siendo tú sin culpas ni juicios.

Tu certeza absoluta en ti mismo. Tú.

Si no te atreves, no es porque te dé miedo fracasar, es porque te asusta que salga bien y no te sientas a altura de las circunstancias .

Porque te aterra que ya no haya excusas para seguir renunciando a lo que amas y te toque vivir la vida que deseas.

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Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2023/03/27/por-que-no-te-atreves/

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