¿Qué hacer cuando hay resistencia al cambio?

Por: Sandra Mateus

Si miramos con lupa nos podremos dar cuenta que nuestra vida cotidiana está regida por costumbres, hábitos y modelos que afectan tanto a la forma de alimentarse y vestirse, como a la de trabajar o aún establecer relaciones con los demás. Es por ello, entre otras razones, que la introducción de cambios provoca al comienzo resistencias a menudo considerables.

Me he referido en varias ocasiones a los cambios a nivel personal. En la lista de temas que hay al final de este artículo están algunos de ellos.

A nivel sociedad, esta resistencia puede provenir ante todo del carácter coercitivo que con frecuencia lleva consigo. El ciudadano, el trabajador, el usuario, se ven sometidos a nuevas operaciones sin haber sido informados, en general, ni consultados. Tienen entonces la impresión de que un poder superior los maneja a su voluntad, sin tener en cuenta la forma en que habían sabido adaptarse al sistema anterior, ni las sugestiones que con el tiempo habían podido presentar.

Ahora, r si llevamos esto al ámbito organizacional en donde la sombra de cambios a cualquier nivel generan incertidumbres, conductas de resistencia, conversaciones improductivas y otras manifestaciones que frenan y paralizan en muchas ocasiones el desarrollo de las empresas y de quienes las conforman.

Todo lo que cambie, lo habitual aparece como difícil y peligroso. Esa resistencia abarca también una pérdida de prestigio en caso de fracaso o aun de menor rendimiento. El individuo siente un riesgo de devaluación, tanto respecto de los demás como frente a la imagen que tiene de sí mismo.

Las personas que se resisten a los cambios suelen tener cierto desgaste emocional, producto de las tensiones, la inquietud y la ansiedad que afectan a la personalidad de un individuo durante un periodo de cambio.

¿Hay algunos elementos que se puedan aplicar a cualquier tipo de gestión del cambio a nivel personal, profesional, corporativo, publico para reducir temores y evitar parálisis?
Cuando llegué a vivir a la Argentina uno de mis tantos procesos consistió en adaptarme al cambio climático, pues pasé de vivir en una ciudad con una temperatura promedio de 14% en el año, a una región estacional donde los cambios son esperados trimestre a trimestre.

Esta fue una experiencia enriquecedora porque me permitió observar los procesos de adaptación que van inconscientemente apareciendo en las personas y que varían desde su vestimenta, obviamente, hasta su humor y estado anímico.

Sin embargo, también me encontré con que son muchos quienes a pesar incluso de haber nacido en este contexto no llegan a asimilar ese cambio y estación tras estación se lamentan del frío, o del calor, o de la lluvia y cuando les cuento de Colombia y de sus climas permanentes por regiones, manifiestan su deseo de vivir bajo esas condiciones más estables. Y me sorprendió como este último grupo generalmente es el que más dificultades tiene incluso con las enfermedades estacionarias. Les cuesta más.

Esto mismo sucede a todo nivel. No podemos frenar situaciones externas, como no podemos frenar el cambio estacional, pero sí podemos modificar nuestra actitud frente a eso que en un momento parece ser una amenaza y convencernos que es posible superar la resistencia al cambio.

¿Pasos a seguir?
1. Identificar las señales que nos indican que nos estamos resistiendo o que hay rechazo a cambio en nuestro equipo de trabajo o circulo de acción. No siempre es consciente ese rechazo al cambio.

Entre las formas primarias de resistencia está la CONFUSIÓN – no puedo visualizar las consecuencias del cambio-; la CRÍTICA INMEDIATA – no importa la propuesta siempre voy a tener un inconveniente-, la NEGACIÓN a aceptar que las cosas son diferentes; la HIPOCRESÍA – parece que me conformo cuando internamente no estoy de acuerdo-; el SABOTAJE, el FÁCIL ACUERDO – acuerdos sin demasiadas resistencias pero sin compromiso sobre lo acordado- o la DESVIACIÓN y DISTRACCIÓN – se evade para pensar que olvidándolo no se produce- y el SILENCIO – hay falta de información y por ende no hay opiniones-

2. Identificar el nivel de resistencia que va desde la superficial, pasa por la moderada que es la más común en donde hay miedo a perder lo que se ha logrado en el tiempo pasado y la más fuerte o radical que puede llevar a la inercia total.

3. Cuando se presenta un proceso de cambio en cualquier nivel, se atacan directamente hábitos, valores, costumbres, niveles de poder adquiridos. Por eso es necesario identificar qué es lo que se está poniendo en riesgo, qué no estoy dispuesto a perder si el proceso es personal, o que situaciones dentro de un grupo se están afectando y por qué se sienten amenazados.

4. Una vez hecho este diagnóstico iniciar con un proceso de sensibilización, educación y comunicación. ¿Qué necesito saber para disminuir el temor que me genera este cambio que tengo en frente?¿qué necesita saber mi equipo de trabajo y no se lo he comunicado de forma adecuada?. La comunicación eficaz reduce los chismes y temores infundados.

5. Construir una visión poderosa. Si sé hacia dónde voy, si mi equipo o mi empresa sabe hacia dónde nos lleva este nuevo desafío y comparte la visión, el proceso se hará más sencillo.

6. Acompañados es más sencillo. Permitir la participación de quienes están a mi alrededor es fundamental, pues no se sienten agredidos, desplazados y olvidados, esto es más tangible cuando se trata por ejemplo de un cambio personal que implica reducción del tiempo a compartir con seres queridos como hijos o pareja. Es difícil que la gente se resista si ha participado desde los orígenes de las transformaciones.

¿Es posible entonces gestionar mejor el cambio? La respuesta es Sí. Con conocimiento, información, transparencia y motivación adecuada se logra en cualquier nivel.