por Javier Megias
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por Javier Megias
Si hay un personaje que despierta simpatía en el mundo de los dibujos animados, ese es el Coyote: a pesar de no tener las de ganar, se esfuerza en plantear ingeniosas trampas para capturar al Correcaminos… un comportamiento del que podemos extrapolar un buen número de ideas a la hora de analizar nuestro enfoque de innovación.
Si tratamos de extrapolarlo a nuestra actividad profesional, la conclusión es que debemos hacer más foco en ser creativos, evitando idas preconcebidas y los “siempre se ha hecho así”… y atrevernos a idear nuevas aproximaciones, por disparatadas que puedan parecer.
En nuestras empresas sucede algo similar: cuanto más tiempo llevamos metidos en nuestra zona de confort, cómodos y bien “alimentados”, menor es el incentivo para arriesgarnos y probar nuevas ideas… lo que nos conduce a una gradual pérdida de creatividad organizativa. No hay nada mejor que el hambre para agudizar el ingenio, y una escasez calculada unida a estrategias para no dejar que el equipo se “apoltrone” en su puesto puede ser una de las mejores recetas para conseguir una empresa más ágil e innovadora.
De forma similar, en las empresas tendemos a establecer muchos (a veces decenas) de objetivos con importancias relativas o pesos variables… lo que redunda en la fatídica dispersión organizacional, así como en equipos persiguiendo los objetivos que cree son más fáciles de alcanzar. Si toda la empresa siente un mismo propósito, nada la podrá parar… por eso es absolutamente crítico establecer una meta compartida, clara y desafiante.
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En la situación actual de crisis y debacle de los mercados esta es una de las cualidades más importantes que puede tener una empresa. No importa las dificultades que nos encontremos por el camino, debemos seguir probando nuevas ideas y aproximaciones sin caer en el pesimismo que parece envolver a todo el mundo.
Consecuencia de varios de los puntos anteriores, deberíamos estar menos limitados por nuestras creencias sobre lo que se puede y no se puede hacer. Sin embargo, en nuestras Organizaciones tendemos a intentar prever y modelar hasta la última posibilidad de lo que podría pasar dentro de x meses (o años!), cayendo a menudo en la mortal “parálisis por análisis”… En lugar de eso sería mejor reconocer la incertidumbre como uno de los elementos básicos del entorno de los negocios, y por tanto hacer más foco en experimentar y probar cosas que en planificar un futuro incierto.
Este punto está claramente en contradicción con la cultura reinante del “pelotazo”, en la que muchos empresarios crean negocios más o menos innovadores pero con una visión cortoplacista y centrada en conseguir resultados rápidos. Casi todo lo bueno en la vida requiere esfuerzo, y el mundo de los negocios no es diferente. Dicho esto, perseverar en un camino que se muestra poco fructífero es una mala estrategia, suele ser mucho mejor pivotar el modelo de negocio.
Con todas estas cualidades, y si los productores de la Warner no se hubieran dedicado a alterar las leyes de la física para hacerle la vida imposible a nuestro innovador amigo, el éxito habría llegado hace mucho tiempo.
Autor Javier Megias – http://javiermegias.com/blog/2012/06/6-lecciones-de-innovacion-y-creatividad-que-nos-puede-ensenar-el-coyote/
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