Un empresario sabe en qué fechas debe pagar las cuotas por un crédito con el banco o sus impuestos a la Sunat, pero aun así se suele quejar por su mala fortuna cuando llega el momento de fijarse en asuntos de dinero.
El control de las cuentas, cobros y pagos debe estar en manos responsables, porque de los temas financieros depende en una buena medida la salud del negocio. Si usted no tiene las capacidades para eso, es mejor contratar a un profesional. No es un tema que hay que dejar librado a la suerte.
2. UN MEJOR AMBIENTE DE TRABAJO
Si las cosas en la empresa no funcionan como quisiera, a veces uno suele buscar errores en los empleados, sin reparar en que la cabeza de la organización puede ser la que falla. Asuma sus responsabilidades, defina mejor los cargos y evalúe el desempaño de los otros constantemente. Desarrolle un ambiente laboral en el que cada integrante pueda tener opción de opinar.
3. CAPACITACIÓN CONTRA LA FALTA DE EXPERIENCIA
Es frecuente que un empresario joven le eche la culpa de sus errores y de su mala suerte a su falta de experiencia en un tema. Pero uno debe darse la oportunidad de sumar esas experiencias (con horas de capacitación pagadas o gratuitas, por ejemplo) y que esas experiencias no dependan únicamente de los años de trabajo. Si uno no tiene las suficientes cualidades para resolver algunos problemas es mejor contratar a alguien que sí la tenga. Se aprende preguntando: consultando con asesores o con empresarios con mayor oficio.
4. NO HAY QUE TEMER A LA COMPETENCIA
Imagine que usted tiene el único restaurante de la avenida y le va bien. Eso anima a que otros vean la oportunidad y al año siguiente dos nuevos locales abren en la misma calle. Uno puede quedarse pensando que tiene tan mala suerte que sus clientes preferirán los nuevos sitios. Pero no. Más bien se presenta la posibilidad de mejorar su oferta y convertir en aliados a los otros locales. Un lugar que de pronto sea reconocido por tener tres buenos restaurantes atraerá más público que un solo local.
5. SIGA A LOS NÚMEROS
Cuando se inicia una empresa a veces uno suele preocuparse más por cómo estará listo el producto que por el retorno de la inversión o por si hay suficiente mercado y este puede pagar por lo que hacemos. No se necesita un ejercicio matemático muy complejo para saber esto. Las estimaciones de ingresos y ventas pueden ser muy básicas, pero ayudan a establecer una ruta de lo que se debe hacer para que el producto llegue al cliente.
6. FIJE LÍMITES PARA LA EMPRESA Y LA FAMILIA
Cuando se habla de empresas familiares, algunas personas tienden a creer que un buen ejemplo es una bodega donde atienden por turnos los padres y los hijos. Cuando en realidad las empresas familiares no tienen un techo predeterminado para su expansión.
Sin embargo, este crecimiento puede estar limitado si se sigue una lógica de jerarquía familiar en la gestión más que un modelo de negocio. Si una empresa familiar no crece es porque no ha logrado separar los asuntos propios de la empresa de los que ocurren en el ambiente más doméstico. La familia debe encontrar el espacio para definir claramente sus objetivos.
7. NO ESPERE LA GRAN IDEA
Para comenzar en los negocios o transformar uno que ya está en funcionamiento no es necesario tener una “gran” idea porque es probable que esta nunca llegue. Tener una empresa no significa que más adelante no se pueda mejorar y modificar. En el camino y mientras uno va aprendiendo a llevar adelante la empresa puede darse cuenta de que el producto o servicio inicial tiene todas las posibilidades de ser potenciado. O de que surja algo nuevo, muy diferente y mejor que la idea inicial. Uno no notaría esto si no estuviera viviendo el día a día de tener una empresa.
