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¿Piensas que el poder te dará más autonomía? No es cómo crees

¿Aspiras a ir escalando posiciones hasta conseguir el puesto más alto en tu empresa? ¿Te atrae el poder y el reconocimiento? O por el contrario, ¿prefieres más libertad y no tener que estar coordinando a otros, con todo lo que ello significa? ¿Crees que la política es algo para aquellos a quien les gusta pasillear? o ¿simplemente te gusta centrarte en tu tarea sin abordar otra responsabilidad?

Cuando llevas mucho tiempo trabajando en un mismo sitio y en una misma posición, es habitual preguntarse: «¿Y ahora qué?». Las dudas sobre tu futuro profesional te asaltan, reclamándote tomar una decisión. ¿Me quedo como estoy o intento escalar algunos puestos? ¿Prefiero quedarme así o provocar el cambio? Y eso teniendo en cuenta que en esta reflexión no estamos considerando los cambios laterales, sino solo verticales de ascenso.

Hay que sopesar muchos factores externos e internos antes de decidir qué camino te interesa más. Y precisamente porque es una pregunta que muchos profesionales se hacen y que no resulta fácil de responder, hoy quiero ayudaros a esclarecer un poco vuestras dudas hablándoos sobre la diferencia y el conflicto que existe entre autonomía y poder.

¿Qué significa autonomía? ¿Y poder?

Antes de empezar a hablar más detalladamente sobre el conflicto entre autonomía y poder, creo que es importante recordar en qué consiste cada concepto y cómo se encuentran o no ligados estos dos elementos. Son las siguientes:

  1.  Autonomía: Capacidad para tomar decisiones propias y disponer del tiempo para administrarse libremente.
  2. Complejidad creciente: Necesidad de plantearse continuamente retos nuevos y de superarse, dejando atrás la rutina.
  3. Dinero: Buscar la recompensa económica para financiar otros intereses de la persona.
  4. Poder: Intervenir en la toma de decisiones de una empresa u organización.
  5. Reconocimiento: Sentir el orgullo de cumplir las expectativas que otros e incluso uno mismo tiene sobre sus responsabilidades.

Los que pertenecemos a una cultura latina hemos sido criados con la idea de que aspirar a tener dinero en lugar de reconocimiento es ser menos generoso. Y sin embargo, olvidamos que cada uno vive unas circunstancias y necesidades distintas del resto. ¿Y si tienes hijos a los que tienes que financiar la educación? ¿No es el dinero un combustible de motivación tremendamente lícito? ¿O si te apasiona viajar y explorar otros mundos? ¿Deberías quedarte sin cumplir ese sueño por no negociar un salario adecuado a tu esfuerzo?

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Por otro lado, cuando hablamos de «hacer política» existe un tono de censura y un sesgo negativo en torno a la ambición. Se considera una aspiración profesional más moralmente adecuada el «cumplir responsabilidades», incluso mejor si es con sacrificio, que aspirar a una posición de poder. Como si el poder fuera algo sólo de personas con intereses egoístas y ególatras. Sin embargo, si lo piensas detenidamente, esto no es así. ¿Querer ser el capitán de un buque es egoísta? ¿Querer ser la líder de un equipo es ser ególatra? Sin estas figuras, ¿es posible tener éxito en la empresa?

Tenemos mucho de herencia cultural que superar. Por eso recomiendo practicar la sinceridad para definir tus prioridades a la hora de tomar un camino u otro. Las tuyas y de nadie más, ni de la tradición, ni de la herencia cultural. En caso contrario, puedes acabar perdiendo las ganas de trabajar, el sentimiento de realización o la motivación para seguir en ese puesto o empresa que al principio te parecía más adecuado para ti.

Decantarse por tener autonomía significa querer tener libertad en tu trabajo. Y tener poder significa querer tomar decisiones y liderar a nivel de grupo. Aprende a identificar qué palancas pesan más en tu salario emocional y así podrás gestionar con éxito tu carrera, al orientarte a aquellos roles que te proporcionarán el combustible de tu motivación.

¿Cómo sé si prefiero autonomía o poder? ¿Por qué hay conflicto entre ellos?

Como consultora de talento y marca personal, suelo trabajar con muchos profesionales que ambicionan mejorar y progresar, lo cual varía mucho de caso a caso, teniendo en cuenta dónde están y dónde pueden llegar. Sin embargo, muchas personas no son conscientes de lo que implica progresar. Y es que cuando significa crecer en la organización, requiere de optar a posiciones de poder donde la autonomía se reduce.

Os lo explicaré con un ejemplo práctico. Existen 3 niveles o perfiles profesionales dentro de una misma empresa:

  1. Perfil técnico puro: Persona muy conocedora de una categoría de conocimiento, es decir, experto en un sector o función. Puede convertirse en el máximo líder de un área de conocimiento, aunque no tenga potestad ejecutiva para tomar decisiones sobre la organización (Ej: actividades de medicina, abogacía, arquitectura, diseño, ingeniería, etc). Con orientación a tarea y objetivos concretos.
  2. Manager técnico: Persona con un conocimiento técnico que también tiene responsabilidad sobre equipos y presupuestos, y que debe obtener resultados en un área determinada. Responsable de un área funcional como operaciones, marketing, ventas, finanzas, o también que coordina a técnicos, como jefe de servicio en medicina, gestor de proyectos, etc. Orientado a resultados de unos objetivos concretos.
  3. Perfil directivo: Persona que negocia, hace política, teje alianzas y se relaciona con otros directivos y líderes. Interviene en la definición de objetivos de la empresa y negocia los recursos escasos que existen en la organización. Su trabajo a menudo es ambiguo, porque no está orientado a tarea, sino a objetivos a largo plazo.
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Tener un perfil directivo no implica hacer un abuso desmesurado del «poder» que se te ha concedido. Directivos y líderes deben velar por los intereses de sus equipos y tomar decisiones complejas. A veces creemos que significa decidir absolutamente todo a su antojo, dictar objetivos o mandar constantemente, pero hay que eliminar esta falsa creencia. Porque unos pocos usen mal el poder, no quiere decir que no haya muchos que lo ejerzan sabiamente (o al menos lo intenten). Sin política, la organización no se sostiene.

Hay un momento difícil de paso entre uno y otro, puesto que lo que te ayuda a llegar a manager no es lo mismo que te ayuda a tener éxito como directivo.

Reflexiona: ¿Qué es lo que quieres para tu carrera profesional? ¿Cuál es la mejor ubicación para tu talento?

  • Si quieres trabajar con algún grado de autonomía (también retos continuos), te recomiendo continuar en un puesto técnico.
  • Si te gusta liderar equipos y gestionar recursos con proyectos de objetivos concretos, la posición de manager técnico es la más adecuada.
  • Si quieres tomar decisiones sobre la estrategia de la compañía y alinear a todos los agentes para conseguirlos, debes practicar la política, y el rol de directivo te ayudará a ello.

Medita comparando cada uno de los caminos antes de decidirte por uno u otro. Y recuerda que ninguno lo tiene todo y que serás tu quién tendrá que crear los equilibrios entre los distintos elementos de recompensa emocional.

Fuente:  https://www.historiasdecracks.com/2021/03/poder/

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