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Cuando no aceptas la vida como es

por Vanessa Carreño Andrés

¿Sabes qué pasa cuando no aceptas la vida como es? Que te resistes, que te enfadas, que pataleas, que te frustras, que quieres que las cosas sean diferentes a como son y te llenas de sufrimiento cada vez que te topas con la realidad de que la vida es como es.

He pasado por un par de meses muy malos, a raíz de una decisión de otra persona que me afectaba, que me parecía injusta y que no podía entender. Y al principio seguí todos los pasos que te cuento: lloré, pataleé, intenté hacer cambiar de opinión a esa persona, me enfadé, me llené de rabia y de tristeza, me resistí todo lo que pude, y sufrí mucho.

Hasta que desperté de nuevo. Hasta que me di cuenta de que me había descentrado de algo que sé y que siento con certeza y me había ido al lado del control. En ese momento volví a conectar con la confianza en la vida y la aceptación de lo que es. Y, sólo entonces, volví a sentir que todo estaba bien y a ir cuesta abajo con la vida.

¿Sabes qué fue lo me pasó al principio? Que no estaba aceptando que la vida no es como yo quiero que sea, sino como es.

Ya me habrás leído alguna vez que cuando me quedo enganchada a un tema, cuando le doy vueltas a algo y desde ahí sufro y me doy cuenta de que yo misma me estoy generando ese sufrimiento, una pregunta que siempre me funciona es la de qué es lo que no estoy aceptando. ¿Qué es lo que no estoy aceptando sobre mí, sobre otra persona, sobre la gente en general o sobre la vida? Y oye, no falla, siempre hay algo que no estoy aceptando.

Nos pasa a todos. Cada vez que algo se nos sale del guion que teníamos previsto, nuestro ego salta en automático para resistirse. Se frustra, llora y patalea. Y así es como, una y otra vez, le decimos que no a la vida. Como si la Vida, así con mayúscula, estuviera a nuestro servicio y tuviera que cumplir con nuestra voluntad.

Y, ¿por qué nos pasa esto? ¿Por qué queremos controlar la vida? Pues, sobre todo, porque ponemos nuestra seguridad fuera de nosotros.

Si la vida es como yo quiero, me siento segura. Si no lo es, me siento insegura.

Y, claro, así es como nos convertimos en esclavos de lo que nos pasa, porque dejamos que nuestro bienestar y nuestra paz interior dependan de algo que nos da mil vueltas y que es mucho más grande que nosotros.

Pero es que la Vida no busca que te sientas segura. La Vida busca que crezcas, y para eso necesitas sentirte insegura. Tambalearte y caerte, para aprender lo que te toque y levantarte renovada. Convertida en la persona que la Vida quiere que seas en este capítulo de tu historia.

Y para poder resistir esa inseguridad lo único que funciona, que yo sepa, es la confianza en que la Vida es más sabia que nosotros y que, por eso mismo, lo que es, es lo que ha de ser.

Parece un mundo, lo sé, pero en realidad no es tan difícil. Se trata de soltar el esfuerzo, el miedo, el control y las expectativas por la aceptación de lo que es, la confianza en que es perfecto y el “así está bien”.

Se trata de dejar de ir cuesta arriba con lo que nos pasa y empezar a vivir la Vida tal y como es. A reconocer lo que está siendo, mirarlo a la cara y dejarlo ser. Pero para eso primero necesitamos adaptarnos nosotros a la Vida, en vez de pretender que ella se adapte a nosotros y a nuestras necesidades.

Las dos creencias erróneas que te impiden aceptar la vida

Le he dado muchas vueltas a las creencias que nos impiden aceptar la Vida como es y estar medio enfadados con ella porque no es como queremos que sea. Y, al final, me quedo con estas dos:

Las cosas son buenas o malas.

Los juzgamos todo. Constantemente juzgamos la realidad y lo que nos ocurre como bueno o malo (la misma rigidez de la que te hablaba en este post hace poco). Y, desde ahí, concluimos:

Esto es bueno, pues me sirve.

Esto no es bueno, pues no lo quiero.

Pero la realidad no es buena ni mala. La realidad es neutra, somos nosotros desde nuestra mente quienes le damos ese significado. Quienes, con cada juicio, nos resistimos a ella.

Por ejemplo, imagínate que piensas algo como “estoy enfadada con la vida porque en mi trabajo todos son unos egoístas, clasistas y asquerosos”.

Eso ni siquiera tiene por qué ser la realidad, porque de ninguna manera puedes estar segura de que eso es así. Puedes afirmar que hoy es jueves, pero nunca podrás estar segura de un juicio como ese sobre la gente de tu trabajo.

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Pero bueno, aceptamos que es tu realidad. Y estamos de acuerdo en que la estás juzgando como mala, ¿no?

Muy bien, ¿y de qué te sirve tener ese pensamiento? ¿Qué ganas con eso? ¿Acaso alguien te había garantizado que eso no iba a ser así? ¿Dónde estaba escrito que en un trabajo no ibas a coincidir con personas egoístas, clasistas y asquerosas? ¿Cómo te comportas tú cuando tienes ese pensamiento? (Es probable que te des cuenta de que tú también tienes un poco de eso que juzgas).

Y, si en vez de juzgar la realidad y resistirte a ella, aceptaras lo que es, ¿qué podrías aprender con ello? ¿Quién tendrías la posibilidad de ser si dejaras de contarte esa historia?

Piénsalo, ¿puede haber alguien que se sienta en paz en esas mismas circunstancias? ¿Es posible que alguien acepte esa situación y elija qué hacer con ella? Ya te digo yo que sí. Si incluso las situaciones más horribles y dolorosas puede haber quien las acepte, ya te digo yo que sí (y, ojo, eso no es resignación).

Cuando juzgamos la Vida como buena o mala caemos al lado del victimismo. De que esto es horrible, fíjate lo que me pasa, por qué esto a mí… Nos resistimos a la Vida y por más que los demás intentan ayudarnos, a todo respondemos con un “sísí, yaya, peeeero”. El famoso “pero”, que siempre indica que nos estamos resistiendo a algo.

Reconozco, porque lo he vivido y te acabo de contar que hace unas semanas volví a caer en esa trampa, que muchas veces es más fácil poner la responsabilidad fuera. Culpar a la Vida, o a quien tenemos más cerca, de lo que está siendo.

Y eso precisamente es lo que nos genera sufrimiento. No es la Vida la que nos hace sufrir, sino rechazarla como es. Nos enganchamos a lo que debería ser, a lo que nuestra mente se había montado que sería, y eso es lo que nos hace sufrir.

Tanto que a veces, en vez de dejar pasar una ráfaga de viento, como juzgamos el viento como algo negativo, nos resistimos a ella hasta que se convierte en un tsunami. Nos pasa cada vez que no queremos ver algo, cada vez que nos negamos a que algo sea así porque le estamos poniendo la etiqueta de “malo”.

Por ejemplo, supongamos que no estoy bien con mi pareja. Que llevamos meses, incluso años, que nos comunicamos fatal y que casi todo son discusiones y reproches… Pues si no lo acepto, para poder hacer algo con ello, tal vez cuando me dé cuenta me encontraré con una separación. ¡E incluso ahí, en medio del tsunami, todavía nos resistimos a la Vida como es!

Otro ejemplo de resistencia a la Vida porque juzgamos algo como bueno o malo: Recuerdo a una coachee que cada vez que viajaba a su ciudad de origen y se quedaba unos días en casa de sus padres, tenía unas broncas horribles con ellos y se disgustaba un montón. Y, en vez de aceptar la realidad como estaba siendo, para poder hacer algo con ella, seguía volviendo allí con la expectativa de que esta vez fuera diferente, y dándose de bruces con la misma situación.

“Lo ideal sería ir a casa de mis padres y estar bien con ellos”, me decía. Y después se volvía a frustrar porque volvía a pasar lo de siempre. ¡Claro! Es que la vida no es ideal ni como queremos que sea, sino que es como ha de ser para que evolucionemos a través de ella. Y, cuando una y otra vez nos pasa lo mismo, es que de alguna manera nos estamos resistiendo a ese aprendizaje que la vida nos trae.

Y, ¿cómo sabes que es lo que necesitas aprender? Pues mirando las experiencias que te está trayendo la vida. Tú, las tuyas. Yo, las mías. El otro, las suyas. A cada uno la Vida le trae unas experiencias porque su aprendizaje es diferente.

Esa fe y esa confianza en la Vida como algo mucho más sabio que tú, te ayuda a tener una actitud de aceptación con lo que viene y de responsabilidad en cómo respondes a ello. Te invita a bailar con la Vida desde el desapego a lo que debería ser y te pone en la actitud que necesitas para poder avanzar y no quedarte estancada en lo que te pasa… Estancada en la queja, en el sufrimiento, en la víctima y en los juicios de valor a lo que está siendo.

La vida me debe algo.

Yo también creía esto cuando no aceptaba la Vida como es. Cada vez que me pasaba algo malo pensaba “ahora la Vida está en deuda conmigo, así que después me traerá algo bueno”.

Pero no, la Vida no me debe nada. No nos debe nada, ni a ti ni a mí, aunque a veces pensemos que sí.

Hay como una creencia popular con esto de que la vida ha de ser justa y, si me quita algo, después me dará otra cosa. Pero no es así. En la vida habrá cosas que salgan como quieres y otros que no. Momentos en que la vida te tumbe y otros en los que te levante en sus brazos. Pero siempre, pase lo que pase, seguirá sin deberte nada.

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Y no es que “¡vaya horror descubrir que la vida no me debe nada! No, no es malo, simplemente quiere decir que la responsabilidad es tuya, que tú eliges lo que haces con cada día y tú eliges cómo quieres vivir tu vida. Que tu suerte la creas tú y que el poder lo tienes tú, porque la Vida no te debe nada.

Como dice Viktor Frankl en uno de mis libros preferidos, El hombre en busca del sentido, del que ya te he hablado alguna vez: “En realidad, no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros… Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.

Pues eso, que, en todo caso, se lo debemos nosotros a ella por estar aquí y por poder disfrutar de este regalo. Porque hay alguien que se ha muerto hace un momento y ya no puede disfrutar de él. Por eso la Vida es un regalo y por eso somos nosotros quienes le debemos algo a ella.

Siete claves para aceptar la Vida como es

Ya bastante rollo te he soltado sobre la importancia de aceptar la vida como es y sobre lo que pasa cuando no lo hacemos. Aun así no quiero terminar el post sin dejarte siete claves para conectar con esa aceptación de la Vida y esa confianza en que todo está bien así.

1.Asume que todo es relativo.

Que no hay una sola realidad, sino que depende de cómo lo mires. Y, aún así, esa realidad está en constante cambio. Lo que hoy parece positivo, tal vez mañana no lo sea. Lo que hoy parece negativo, tal vez mañana no lo sea. La Vida es mucho más grande de lo que puede abarcar nuestra mente racional, y no necesitas entenderla, sino simplemente vivirla como es.

2.Diferencia lo que puedes controlar de lo que no.

Y ya te adelanto que lo que puedes controlar es diminuto al lado del resto.

Si te paras a pensarlo, si te paras por un momento a pensar lo diminutos que somos al lado de la Vida, ¿¿¿te das cuenta de lo arrogante que es querer que la Vida, los demás, las cosas, incluso tú misma, sean como tú crees que tendrían que ser???

3.Honra tu libertad personal.

La verdadera libertad que siempre está en ti, porque tú eliges cómo interpretas la Vida.

En vez de luchar y enfadarte cuando las cosas no encajan en el ideal que tu mente había planeado, ¿por qué no elegir la libertad de amar la Vida tal y como es, con todas sus imperfecciones? ¿Por qué no soltar esa imagen de lo que quieres que sea y que te impide reconocer y vivir lo que es?

Esto viene a ser hacerte cargo de ti. Entender que, en cualquier situación, la última palabra la tienes tú. Que eso no quiere decir que algo no pueda dolerte, claro que no. Pero sí que tú eliges desde dónde vives lo que te pasa y qué haces con ello. Porque la Vida no consiste en lo que te pasa, sino en lo que haces con lo que te pasa.

4.Quédate con lo que ganas, en vez de con lo que pierdes.

¿Y si, cuando te pasa algo que no esperabas, pensaras en lo que ganas, en vez de en lo que pierdes? Queremos que todo sea justo y equilibrado y no perder nada, o no perder más que ganamos, pero es que la Vida no es eso.

La vida nos da múltiples posibilidades en cada momento, y somos nosotros quienes elegimos centrarnos en lo que sí o centrarnos en lo que no. Quienes elegimos si encabezonarnos con las puertas que, una y otra vez, se nos cierran en las narices o mirar hacia otras que están esperando a que las abramos.

5.Pon tu energía en lo que es, en vez de ponerla en querer cambiarlo.

Solo entonces, cuando acepto lo que está siendo, puedo hacerme responsable de ello y gestionarlo de la mejor forma para mí. Todo lo demás, toda esa resistencia y ese victimismo, me consumen y me impiden responder a la realidad. Y la realidad sigue siendo la misma, lo quiera yo o no.

La víctima es quien se pregunta “¿por qué me pasa esto a mí?”, pero desde ahí es imposible avanzar. Esto sólo puede darse cuando pongo el foco en qué puedo hacer yo con esto o quién quiero ser para responder a esta situación.

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Y, para llegar a asumir esa responsabilidad, para coger tú las riendas de tu vida, para ponerte al volante de ella, primero ha de haber aceptación. Por algo en los pilares de la autoestima el segundo es la aceptación y el tercero la responsabilidad, porque solo me puedo hacer responsable de lo que acepto que es. ¡No me puedo hacer responsable de algo que niego que esté siendo!

6.Ten confianza.

Lo que sea que hayas crecido en tu vida, lo que sea que hayas avanzado, lo que sea que te hayas transformado, ha sido a través del dolor. Si echas la vista atrás, te darás cuenta de que es así.

El dolor forma parte de la vida y también tiene un sentido y un para qué. Todo lo que te ha pasado, aunque aún no puedas comprenderlo, fue así porque así tenía que ser para tu propio crecimiento.

Claro que no siempre que duele aprovechamos la oportunidad que esa derrota nos trae, sino que, según lo recibas o lo interpretes, puede transformarte o no hacerlo. Pero eso no cambia que estuviera ahí para algo.

Cuando estás en una situación dolorosa no es fácil aceptar que eso es lo que necesitas o que viene para que aprendas algo. Es tu decisión confiar en ello, en la Vida o en algo más.

Tener fe, que es una cuestión de elegir tener fe. No es que unas personas la tengan y otras no, es que unas la eligen y otras no.

La resistencia al cambio desaparece cuando conectas con la confianza en que detrás de ese cambio viene algo bueno para ti, ya sea que la vida te lo trae o, si esto te resulta demasiado intangible, porque ya te encargarás tú de que así sea.

Eso es Confiar en mayúsculas, el tipo de confianza que se merece una Vida en mayúsculas. Confiar en que lo que es hoy será para algo, aunque aún no puedas saber para qué. En que un día mirarás para atrás y comprenderás por qué esto estaba en tu camino.

En que la vida solo te trae las experiencias que necesitas para aprender y convertirte en la persona que mereces convertirte. En que la vida te da lo que necesitas en cada momento. No lo que quieres, pero sí lo que necesitas.

7.Agradece a la vida.

¿Cómo te va a dar cosas buenas si la maldices o no la entiendes o le dices que es injusta? Y, aunque te las de, ¿cómo las vas a apreciar? Valorar la Vida es seguir agradeciendo a pesar de las adversidades. Valorar lo que tengo hoy, que es mucho, a pesar de lo que he perdido. Seguir valorando en cada momento lo que es, porque siempre sigue habiendo mucho que perder. Por favor, que no tengas que perder algo más para darte cuenta de esto.

Te aseguro que cuanto más te resistes a la Vida, más difícil se hace. Que cuanto más quieres comprenderla, más difícil es estar en paz.

Y cuando por fin cambias el chip y te rindes a ella, dices “guaaaau”, ¡qué diferencia tan grande a cómo vivía antes! Es algo que sólo se puede sentir cuando estás en ello y que no se puede explicar con palabras, pero de verdad que no tiene comparación.

En mi caso, gran parte de lo bien que me siento conmigo, de lo que he crecido desde que estoy en este camino, y lo en paz y tranquila que estoy en mi día a día, se lo debo a esto, a haber aceptado la Vida como es y a confiar en ella por encima de lo que yo desearía. Creo que no pasa un día sin que conecte con ese rendirme a la Vida y a su sabiduría.

No sé en qué punto del camino estoy ni cuánto aprendizaje me queda, pero confío en que lo que sea será lo que necesite. Y seguro que en algún momento volveré a desconectarme de la Vida, pero confío en que sabré regresar a la paz. A estar en paz conmigo, porque vuelvo a estar en paz con la vida.

Fuente https://coachingtobe.es/cuando-no-aceptas-la-vida-como-es/

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