En una realidad cotidiana dominada por la desunión y la discordia, el mundo necesita referentes de liderazgo basados en la unión y la concordia que puedan inspirar nuestras acciones, alumbrando así un nuevo estilo de dirección y gerencia que nos ayude a caminar juntos como personas, ciudades, comunidades y países. En la historia que te vamos a contar vas a encontrar ingredientes esenciales que te ayudarán a liderar un proyecto o tu propia vida.
Hace algunas semanas saltaba a los medios de comunicación una noticia que aunque en principio parecía de un reducido impacto local o regional, con el paso del tiempo va a tener un relieve mayor porque encierra lecciones que nos van a ser muy útiles para enfrentar los desafíos que tendremos que enfrentar en los próximos años y décadas. Una lección de liderazgo con mayúsculas.
Para poner en situación a la mayoría de nuestros lectores que son de países latinoamericanos y otras latitudes, se trata de la fusión de dos ciudades (Villanueva de la Serena y Don Benito) en Extremadura (España). Un hecho que parece de poco relieve, pero que en sí mismo encierra un cambio de paradigma para la acción política, completamente a contracorriente de la “lógica” de un pensamiento y acción que nos tiene acostumbrados a poner el énfasis en lo que nos separa y minimizar lo que nos une, invocando permanentemente al “bien supremo” de las identidades.
La historia de dichas ciudades no dista mucho de las rivalidades inherentes entre pueblos y ciudades vecinas en muchos de nuestros países, caracterizadas por la desconfianza, el enfrentamiento, el regate corto y la zancadilla. En definitiva, un campo sembrado de minas para fundar un proyecto común que supone una prueba de fuego para medir el liderazgo y altura de miras de sus dirigentes.
Y como en este blog, uno de nuestros propósitos es desarrollar el liderazgo para ayudar a la transformación de las personas y las organizaciones, aquí tenemos un caso de estudio emblemático para poder aprender algunas lecciones de sus protagonistas. ¡Vamos a ello!
Los regidores de ambas ciudades (Miguel Ángel y José Luís) podrían haber pensado en fomentar el localismo y encastillarse en sus identidades, porque este hecho atiza las bajas pasiones y da buenos réditos políticos de corto plazo. Pero no lo han hecho, han decidido tomar el camino más difícil y lleno de curvas.
Los líderes de verdad hacen el mundo más grande en lugar de reducirlo, crean espacios de juego, no los achican. Ellos, con su iniciativa, han creado en nuestro imaginario una ciudad para vivir con el doble de tamaño, y todo ello sin destruir lo existente. En definitiva, un futuro con más potencial y oportunidades (una identidad que suma en lugar de una suma de identidades, en palabras de Miguel Ángel).
La simple declaración de formar parte de un gran proyecto de futuro, genera un estado de ánimo expansivo entre la gente y altera a mejor el horizonte de posibilidades para la acción.
Las comunidades humanas, las ciudades, son estados de ánimo. Cuando los vecinos nos sentimos partícipes de un nuevo futuro pensado en grande, comenzamos a ver más posibilidades, aumentando nuestra confianza y proactividad. Y es que pensar en grande lo cambia todo.
El liderazgo verdadero es el que cambia el estado de ánimo de la gente, abriendo el horizonte de posibilidades a la comunidad.
Parafraseando a JC Maxwell, si sabes cuales son tus principios, siempre tendrás claro lo que tienes que hacer, aunque vaya en contra de tus intereses.
Echarse la mochila a la espalda,calzarse las botas, llenarse de barro y mirar al futuro, sin reparar en la dificultad, teniendo en cuenta el bien común, no es una elección fácil. Cuando este ejercicio implica un sacrificio personal (ambos ediles han renunciado públicamente a liderar el proyecto de la nueva ciudad una vez esté consumado), nos conecta con otro Arcano mayor del liderazgo (la credibilidad).
Muchas veces con el deseo, el empuje y la voluntad no bastapara construir una gran obra. Si no hay inteligencia y método para llevar a cabo la compleja ingeniería social que implican algunos proyectos, la criatura suele morir antes de nacer por mucho amor que pongan los progenitores.
Conciliar liderazgo y voluntad política, participación ciudadana, acción corrosiva de los medios de comunicación, contaminación de ciertos grupos de presión… exige de un pensamiento estratégico y un trabajo tácito que allane el camino a los mecanismos de la democracia representativa, para que la ciudadanía pueda sumar en torno a una hoja de ruta previamente diseñada, evitando que el ruido y los intereses particulares puedan descarrilar el proyecto.
Todo se levanta y se destruye con el liderazgo. Para construir un gran proyecto no podemos partir de una hoja en blanco, el liderazgo ha de dibujar los primeros trazos para que la gente remate y culmine la obra.
Colocan a la política como lo que es realmente, un instrumento para transformar la realidad, mejorar lavida de las personas y contribuir a su felicidad.
Y con ello, indirectamente dan también un toque de atención necesario a otros gestores públicos para que muevan el trasero del sillón, se empleen a fondo en los problemas de la gente e inventen nuevas oportunidades de futuro. Y se arriesguen y emprendan para que la ciudadanía pueda tener en ellos un espejo en el que mirarse.
Para estar en la política debería ser una obligación que cada persona que se dedica a este menester tuviera claro un legado que entregar, allanando el camino a la gente para que lo concrete y ensanche, en lugar de calentar un sillón y procurar hacer lo mínimo imprescindible para no equivocarse y mantener el cargo.
Es probable que muchos ciudadanos a raíz de esta lección de Miguel Ángel y José Luís, comiencen a preguntar a sus regidores a partir de ahora: ¿Y tú, qué obra vas a edificar? ¿Qué legado vas a dejar a la comunidad?
La política se dignifica cuando el liderazgo asume su papel de crear nuevos futuros superadores del presente, capaces de ensanchar el horizonte de posibilidades y crear un porvenir inclusivo por el que merece la pena luchar, una causa común que levantar y un legado que entregar a las futuras generaciones. El liderazgo verdadero es el que nos invita a vivir una gran aventura como protagonistas, una emoción que nos empuja a dar lo mejor de nosotros mismos.
Con hacer la declaración de futuro no basta, se necesita una hoja de ruta y una carta de navegación que permita dirigirse a la meta. 10 años es una fecha clave para culminar un proyecto de gran calado como el que nos ocupa, esto permite sentar las bases para que las personas, instituciones, empresas y organizaciones sociales hagan su parte del trabajo, sumen sus esfuerzos y coordinen sus acciones en torno al propósito compartido.
Todo gran proyecto comienza con una declaración movilizadora por parte de la persona o personas que tienen poder para hacerla, y una promesa de un futuro superador del presente. El simple acto provoca una explosión de energía y un campo emocional de alta intensidad que ha de ser aprovechado para impulsar la movilización de los actores.
La prueba de fuego de las leyes del liderazgo de Maxwell.
En nuestros programas de entrenamiento en liderazgo, siempre incluimos en el estudio de casos el ejemplo de Kennedy y el diseño político para impulsar la transformación de EEUU, en un momento en el que la URSS estaba ganando la carrera espacial y con ello la supremacía como superpotencia mundial. Un diseño que comenzó con una declaración y una promesa, cuando Kennedy proclamó solemnemente a la nación: “en 10 años enviaremos a un hombre a la Luna y lo regresaremos vivo a la Tierra”. Lo de los 10 años no era una improvisación, es una fecha redonda para concretar un proyecto de gran calado y el tiempo ideal para materializarlo.
Desde ahora también incorporaremos a nuestro estudio de casos la lección que estamos aprendiendo sobre la marcha de la fusión de Villanueva de la Serena – Don Benito. Y lo tendremos en cuenta porque se cumplen la mayoría de las leyes del liderazgo de Maxwell al igual que en el ejemplo anterior. Veamos cuales:
El proyecto, por ahora, cumple con 20 de las leyes irrefutables del liderazgo de Maxwell. Una joya y rara avis para los aprendices en estas lides.
En un mundo en el que hemos dedicado demasiado tiempo en mirarnos al ombligo desde localismos excluyentes, provincianismos paletos y nacionalismos catetos, representan una gran esperanza los proyectos políticos con mayúsculas que nos ofrezcan un ejemplo para trabajar por la inclusión y juntar nuestras energías para crecer en la unidad desde la diversidad, uniendo vigores dispersos y haciendo camino al andar.
El mundo que vamos a vivir nos va a exigir un esfuerzo de integración superador de las identidades, situándonos ante el reto de unir voluntades para enfrentar desafíos descomunales. Unir mi esfuerzo con el tuyo, el nuestro con el del pueblo vecino, nuestros pueblos con otras comunidades, las comunidades con el país, y el del país con otros países, para tener una voz fuerte en el mundo. Y todo esto va a poner a prueba el débil liderazgo de unos dirigentes, que por miedo, inseguridad o cobardía, prefieren invocar las diferencias para mantener su estatus. Si queremos ser influyentes en el mundo tenemos que construir proyectos inclusivos en un concierto internacional que se está orquestando en torno a dos superpotencias (China y EEUU), donde los poderes fácticos juegan a debilitar las estructuras multilaterales, como la apuesta por la desintegración de la Unión Europea. Ante esta situación debemos jugar el juego de la suma en lugar de la división, fortaleciendo nuestras alianzas, sumando nuevos actores y reforzando la integración iberoamericana, para tener peso y voz propia en la escena internacional y, de esta manera, evitar ser utilizados como meros peones como pretenden las superpotencias.
El futuro es impredecible, no sabemos si el proyecto que te hemos contado se materializará, pero pase lo que pase, el futuro que se dibuja en el horizonte siempre será mejor cuando las personas que lideran han hecho bien su trabajo.
Los electores podrán perdonar al líder que se equivoque con su visión, lo que no le perdonarán nunca es que no tenga una visión. Aquéllos líderes que en el futuro entiendan esta máxima, aunque se inmolen en el presente, el destino les tiene reservados siempre otras misiones más elevadas aún, porque, aunque no sean conscientes de ello, han elegido la vía por la que los techos se tornan de cristal.
Adelante!!!
Fuente: http://juancarloscasco.emprendedorex.com/liderazgos-que-unen/