Por Daniel Colombo
La creatividad y la iniciativa propia son dos de las habilidades blandas más requeridas para cualquier tipo de trabajo en el que te postules.
Un episodio doméstico -la rotura de una manija de la puerta interior en mi estudio- inspiró este artículo. Al no poder abrirla, y no saber cómo hacerlo, decidí contactar al cerrajero de confianza. Tras no hallarlo, acudí a Google y llamé a tres de sus colegas, quienes se mostraron sin predisposición para acudir al domicilio -en un radio de diez cuadras- a hacer su trabajo (por el que van a cobrar).
Inmediatamente, sin darme por vencido, contacto al encargado del edificio, consultándole acerca de algún otro cerrajero del barrio. Me respondió que no conocía a nadie. Y hace 15 años que trabaja en esta vecindad.
¿Un encargado de edificio que no disponga de una lista de dos o tres cerrajeros, además de todos los demás rubros domésticos que seguramente necesita, puede hacer brillantemente su trabajo?
Sin hacer un juicio de valor al respecto, el tema para observar la falta de iniciativa, que se liga directamente con la ausencia de proactividad.
Otro aspecto para considerar es que muchas veces se piensa que la falta de iniciativa es una cuestión de formación y de falta de acceso a los estudios. “No le da la cabeza”, enjuician. Debo decir que conozco centenares de personas en tareas de servicio que mantienen bien alta su iniciativa y permanentemente proponen espacios de mejora en sus trabajos y en sus vidas personales.
Las personas se estimulan cuando perciben que el entorno permite oportunidades de aprendizaje, crecimiento, desarrollo, estímulo y gratificación. Y el hacer experiencia en ciertos campos aplicando lo que se sabe -e incluso lo que se va incorporando en el día a día- es uno de los aspectos más relevantes de permanencia de la gente en un trabajo.
La creatividad y la iniciativa propia son dos de las habilidades blandas más requeridas para cualquier tipo de trabajo en el que te postules, independientemente de tu título profesional.
Si no tienes iniciativa, estás destinado a:
Y aquí aparece una interesante elección que puedes tomar:
1. Dan un poco más que el promedio
Hay un componente de entusiasmo dentro de las labores que realizan, y eso se ve reflejado en que ponen el toque personal en lo que hacen y superan las expectativas. En el tiempo, esto marca un estándar de calidad en su trabajo y así, conquistan nuevas oportunidades.
2. Toman pequeñas decisiones para mejorar
Dentro de sus ámbitos de desempeño se animan a decidir, proponer y mejorar. Su pregunta lema es: “¿Qué puedo hacer hoy, mejor que ayer, en beneficio de todos los que estamos en este trabajo?” Un ejemplo es aquel señor o la señora que sirve el café en la oficina, que es un imán de energía positiva para toda la organización. Lo hace con esa intención constructiva, en contraposición a los centenares de empleados desganados y faltos de iniciativa.
3. Tienen apertura al cambio y las transformaciones
Como son personas enfocadas en la experiencia que están haciendo y el aprendizaje que los llevará a su siguiente desafío, abren su mente para abrazar los cambios y las transformaciones, y suelen ser excelentes brindando opciones cuando los demás no encuentran salida a problemas cotidianos.
4. Son flexibles
A su vez, la mente y el espíritu que desarrollan les permite aceptar, proponer y bailar al ritmo de lo que se va presentando, sin resistencia a los cambios y sabiendo que todo lo que ocurre es por algún motivo.
5. Muestran entusiasmo y deseos de crecer
La cualidad del optimismo no solamente se refleja en su temperamento, sino en los aportes que hacen y la calidad de excelencia en su trabajo. Es a través de estos rasgos especiales que logran distinguirse, y tienen el brillo propio que viene de la mano de la gente con iniciativa propia: es decir, alguien con quien bien vale contar.
6. Agregan valor desde las tareas que realizan
Un detalle, una palabra de aliento, un documento bien señalizado para facilitar la tarea de un compañero o del jefe o líder, son características que destacan a este tipo de personas. Siempre están sumando y ponen su milla extra.
7. Transforman las ideas en acciones
Sabemos que en las organizaciones están los que trabajan, y los que dicen que trabajan. Pues las personas con iniciativa propia son pequeños motores que hacen que las cosas sucedan permanentemente, porque no se permiten lugar para excusas y funcionan en un alto nivel de excelencia.
Fuente: https://emprendedor.com/que-puedo-hacer-si-descubro-que-soy-una-persona-sin-iniciativa/