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Aprenda optimismo

por Pedro Arango

“La vida impone los mismos contratiempos y tragedias en el optimista como en el pesimista, pero el optimista que resiste mejor” —Martin Seligman

Gracias a Sam Schooler por la imagen (clic sobre ella para más info.)
Aquí no estoy descubriendo nada nuevo, casi todos lo sabemos o lo sospechamos: ser optimistas es mejor que ser pesimistas.Sin embargo, en algunas cosas los pesimistas lo hacen mejor; como por ejemplo en la realización de diagnósticos.

Los optimistas tienden a ver las cosas, ¡como no!, demasiado positivas, y eso hace que al evaluar una situación sus lentes color rosa distorsionen la evaluación.

Los pesimistas, por su parte, realizan diagnósticos más precisos de la realidad, evalúan con mayor acierto los potenciales peligros en una situación dada. Por ello es mejor que tu abogado sea un pesimista, él será más apto para pensar en todas las cosas que podrían salir mal y de esta manera prepararse mejor para tu defensa.

¿El piloto del avión en el que vas a viajar? ¡Mejor pesimista! ¿El director financiero de tu empresa? Pesimista también.

Hecha esta salvedad, lo que las investigaciones han encontrado es que el optimismo derrota por abultado marcador los beneficios del pesimismo. Esto escribe Martin Seligman en su libro Aprenda optimismo:

Las personas optimistas acaban teniendo éxito. En la escuela, en los deportes, y en el trabajo, el optimista aprovecha al máximo sus capacidades. Y nosotros ya sabemos por qué. Porque el optimista es perseverante. Frente a los contratiempos habituales, e incluso cuando los fracasos son grandes, siempre insiste. Cuando llega el momento de darle con la cabeza a la pared, sigue adelante, en particular, en esos casos cruciales en que se compite al borde de la desesperación… Los optimistas gozan de mejores relaciones… Incluso parece que viven más años y con más salud.

Por el contrario, el pesimismo tiene una gran variedad de efectos negativos. Continua Seligman:
  • El pesimismo causa depresión.
  • El pesimismo induce más a la inercia que a la actividad cuando surgen dificultades y contratiempos.
  • El pesimismo nos hace sentir mal: tristeza, pérdida de voluntad, preocupación, ansiedad.
  • El pesimismo lo impregna todo. Los pesimistas no insisten cuando se enfrentan con desafíos y, por lo tanto, fallan con más frecuencia… incluso cuando el éxito es alcanzable.
  •  El pesimismo va asociado a una pérdida de la salud.
  •  Los pesimistas fracasan cuando intentan ascender.
Ahora bien, ¿qué es el pesimismo? El pesimismo es un sentimiento de impotencia ante las circunstancias. Los pesimistas consideran que poco pueden hacer por cambiar sus condiciones y que son factores externos (como por ejemplo la buena o la mala suerte) los que rigen su vida.

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El pesimismo surge durante nuestra niñez y adolescencia, y son las madres quienes más influyen en ello: madre pesimista, hijo pesimista. Y lo contrario también es cierto.

Este es causado por la explicación que le damos a los hechos que nos suceden. Las explicaciones que los pesimistas dan a los eventos que les ocurren tienden a ser personales, permanentes y generales. Los patrones explicativos de los optimistas, en cambio, son los opuestos; en lugar de ser personales son externos, no son permanentes sino temporales y particulares en lugar de generales.

Veámoslo con un ejemplo. Digamos que durante una crisis económica nuestra empresa hace un recorte de personal y nos despiden.

Los optimistas dirán: “No es mi culpa, debido a la crisis la empresa tuvo que recortar personal” (externo); “Si continúo buscando, tarde o temprano encontraré otro empleo” (temporal); “Mientras encuentro otro empleo puedo hacer otras cosas satisfactorias” (particular).

Ahora veamos la explicación del pesimista: “El despido fue mi culpa” (personal); “Nunca voy a encontrar otro empleo” (permanente); “Mi vida está arruinada” (general).

Póngalo todo junto —afirma el profesor Seligman— y tendrá una manera de pensar particularmente apta para derrotarse a sí mismo: darse explicaciones personales, permanentes y generales para las cosas malas que nos suceden.

Y ¿cómo podemos dejar de ver todo tan negro y empezar a ver las cosas color de rosa? La respuesta de Martin Seligman:

El sentimiento de impotencia aprendido se puede curar demostrando al sujeto que sus propios actos pueden hacer que las cosas cambien. También puede curarse enseñándole que piense de manera distinta acerca de las causas de su fracaso.

El optimismo no es una cura milagrosa para todos nuestros males, pero se vive mucho mejor siendo optimista. Pues como dijo Charlie Chaplin: “Usted nunca encontrará un arco iris si siempre está mirando hacia abajo”.
Fuente http://notasaprendiz.weebly.com/blog/aprenda-optimismo

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