Por Patricia Otero
En cualquier programa del IEEM, el entrenamiento en la toma de decisiones es semanal, ya que, como cualquier habilidad que quiera adquirirse, la constancia es vital. Procuramos trabajar en los hábitos de las personas, y cualquier hábito exige repetición. El otro condimento es la necesaria cuota de tensión que debemos generar para que esa toma de decisiones sea lo más parecida a la vida real, ya que nunca estamos exentos de presiones, falta de tiempo, de datos… Es por eso que precisamos trabajar en esas circunstancias y ayudar a los participantes, sobre todo a desarrollar su propio juicio, a ser un poco escépticos, para que puedan llegar ellos mismos a sus respuestas.
El ayudarlos a convivir con la frustración debe ser de los desafíos más grandes que tenemos como profesores. A lo largo de los años vemos cómo ciertos patrones se repiten, hay una etapa en la que varios sienten que no pueden más, que no dan los tiempos, la vida, y, sin embargo, una vez que superan ese momento, salen cosas espectaculares.
Cuando miran para atrás, lejos de ver ese momento como algo malo, logran percibir de lo que fueron capaces, que se pudieron superar a sí mismos, que llegaron a donde pensaron que no llegarían. Pero claro, ese entremedio, de desborde, de incertidumbre, puede ser difícil, por lo tanto, nuestro rol es tender una mano y ayudarlos a superar ese momento.
También es nuestro rol recordarles que las prioridades siempre deben estar claras: familia, trabajo y luego el programa. Porque si olvidamos las prioridades podemos estar tomando malas decisiones. De alguna forma, es intentar ayudarlos a lograr un balance que siempre es cambiante. Encontrar ese balance suele ser muy complicado, pero así es la vida también luego del programa, la búsqueda de equilibrios que cambian permanentemente. Por eso, luego de esta experiencia, esperamos que salgan con una mayor capacidad de resolver estos dilemas exitosamente.
No sé si primero, pero seguro que esa base técnica debe existir. Se puede ser muy buen técnico y no tener vocación por liderar. Porque, seamos claros, el líder se construye siempre que haya un deseo de liderar. Entonces, una vez que eso está, se deben manejar los elementos técnicos esenciales para ser buen directivo.
Difícilmente pueda liderar bien un área si no entiendo la relación que tiene con otras. Eso no hace que me tenga que convertir un experto en comercial para liderar el área de finanzas, pero también es real que, si quiero que el área de finanzas cree valor para la compañía, debo entender lo suficiente de comercial para poder tener conversaciones con ese otro departamento.
Ahora, al momento de liderar no alcanza solo con ser buen técnico. Está lleno de ejemplos en los que a una persona con mucho conocimiento en un área la ascienden “hasta su límite de incompetencia”, pues las habilidades que muchas veces nos hacen ascender funcionalmente, no son las que nos llevarán a ser un buen jefe, un buen líder. Por lo tanto, sí precisamos tener conocimientos técnicos para poder liderar, pero no será lo que hará la diferencia a la hora de que las personas nos sigan ni nos convertirá en un ejemplo inspirador para otros.
Sin lugar a dudas, el liderazgo es un rasgo deseable en cualquier posición, aunque claramente en algunas posiciones será más relevante que en otras. Cuando comencé a trabajar era analista contable, seguramente en la descripción de mi cargo no aparecía como requerimiento tener capacidad de influenciar a otros, podía hacer mi función técnica sin tener esas capacidades trabajadas.
Sin embargo, debo decir que hace la diferencia tener el liderazgo trabajado en cualquier posición, en la medida en que siempre preciso de otros para sacar mi trabajo adelante. Tener capacidad de incidir en el comportamiento de los demás se vuelve bastante relevante. Y es justamente lo que muchas veces diferencia a un técnico de otro. En el ejemplo, como analista contable, podía influenciar a los otros departamentos para conseguir toda la documentación a tiempo, antes de que cerrara el mes. Si no logro desarrollar esa habilidad de mover a otros, aun cuando no tengo poder formal sobre ellos, me será muy difícil cumplir con mis objetivos en los plazos establecidos.
Cada vez más, los líderes deben estar preparados para los cambios, y es notorio que estos cambios se dan cada vez más rápido. Es por esto que estamos obligados a la actualización permanente, a ir entendiendo cómo cambian las personas, sus necesidades, sus motivaciones y su motor. Quien lidera debe lograr que otros hagan, debe dejar el hacer, para lograr hacer a través de otros. Por lo tanto, es siempre un título muy provisorio, porque estas personas que hoy comulgan con lo que yo tengo para ofrecer, van a ir cambiando y, por lo tanto, requerirán otras cosas de mí como líder. Estar preparados para esta ola de cambios permanentes es vital para todos los que queremos llevar cosas adelante. Por ello, el desarrollo de nuestra capacidad de adaptarnos es continuo, y debemos adelantarnos para ser nosotros mismos los creadores de los cambios que deseamos ver.
Fuente: https://www.hacerempresa.uy/edicion-ser-lider-mano-a-mano-con-patricia-otero/