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El rey está desnudo: una reflexión para las empresas familiares

Por Carlos González-Cassis

Corría el año 1837 y el escritor danés Hans Christian Andersen publicó su cuento “El rey está desnudo”. En él, el autor relataba como un par de estafadores engañaron a un rey muy crédulo, haciéndole pensar que le estaban confeccionando un traje tan pero tan fino y elegante, que su tela sólo podía ser vista por la realeza y la nobleza. La realidad es que no habían tejido absolutamente nada, y cuando le exhibieron “el traje” en realidad no había nada en sus manos.

Pero el rey presa de su manipulación y lleno de dudas sobre sí mismo y temor de que se pusiera en tela de juicio su carácter real, al no poder ver la tela, guardó silencio y se actuó maravillado ante los detalles impresionantemente hermosos del vestido que usaría en la gala, que tenían preparada para esa noche.

Llegada la hora de la fiesta y ya reunido todo el pueblo en palacio, hizo su entrada triunfal el rey. Lo hizo con gran pompa y sumamente orgulloso por estar luciendo el traje que le “tejieron sus sastres”. Todos quedaron estupefactos. Nadie daba crédito a lo que veían. Miembros de la casa real, nobles y plebeyos, no sabían cómo reaccionar al ver a su rey, como Dios lo trajo al mundo. Los presentes se hicieron parte de la pantomima, al ver que nadie comentaba nada al respecto.

Era una verdad que todos compartían y todos ocultaban al mismo tiempo. Aplaudían la entrada del rey, tratando de mostrar admiración por un vestido que todos sabían que no estaba ahí, pero preferían fingir demencia y sumarse a lo que los demás hacían para evitar un conflicto. La escena continuó hasta que un niño gritó a todo pulmón: ¡El rey está desnudo!

Fue ahí, cuando ese niño en su inocencia gritó lo obvio. Fue en ese momento que todos los demás se permitieron reírse a más no poder de la desnudez del rey, de su ingenuidad, de su falta de malicia y sensatez. Esta es precisamente la semejanza entre el cuento y la realidad de las empresas familiares.

Con frecuencia, en las empresas familiares se cometen graves errores que impiden a la organización y a sus miembros, sentirse a gusto y disfrutar de los tres pilares básicos para la buena gobernanza. Pero la mayoría calla. La mayoría imita a los asistentes de esa fiesta palaciega, donde nadie alza la voz diciendo lo que está mal para evitar un conflicto familiar. Y lo que en realidad están haciendo es sembrar, regar y abonar la semilla que más tarde crecerá y hará quebrar la empresa y separar a la familia, al no hablar directamente de lo que se tiene que hablar.

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Usualmente se guarda silencio, aunque los pilares básicos del buen gobierno corporativo familiar no funcionen correctamente. Esos pilares son, la toma efectiva de decisiones, es decir, la capacidad de tomar de forma correcta y expedita las decisiones que son necesarias.

En segundo lugar está la transparencia de la gestión, significando esto, que es posible para los que no están al frente del negocio pero son accionistas, poder acceder sin restricción alguna y en el momento que quieran, a cualquier aspecto del negocio para saber su estatus y en tercer lugar la rendición de cuentas como mecanismo de control donde el que gestiona cada cierto tiempo está obligado brindar información, que permita evaluar su desempeño.

Es por esto que sólo las empresas que fomentan un ambiente donde se pueda libremente gritar ¡El Rey está desnudo! cuando así lo esté, son las que sobreviven el examen del tiempo.

Fuente: https://eldinero.com.do/255759/el-rey-esta-desnudo-una-reflexion-para-las-empresas-familiares/#google_vignette

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