Las características de los actuales escenarios mundiales nos indican, que en el presente, se debe tomar muy en cuenta el rol que la mujer viene desempeñando en lo político, social, educacional, empresarial y en donde su gestión, proporciona una información valiosa de cómo se ha integrado al rol de su liderazgo, como debe manejarse este, cuáles han sido sus efectos y sus alcances.
Ignorar este hecho es un desacierto, más cuando nos interesa evaluar lo que representa el liderazgo eficaz en el comportamiento de los grupos y que casi siempre, ha estado en manos del hombre. En la medida que se ha dado la apertura, la oportunidad de que la mujer se integre, se ha obtenido mucha información, en donde se demuestra sus aciertos como desaciertos, todo lo que su actuación ha generado a través de su liderazgo
Afortunadamente la mujer ha dado ese paso necesario para adentrarse en desempeñar un rol de liderazgo, en donde desde luego ha tomado muy en cuenta como algunos han señalado, que el liderazgo, es una acción que abarca sentimientos, actitudes, intereses y valores. Pero además implica relaciones humanas, porque para que una persona sea líder es necesario que haya un grupo de personas que le sigan, que confíen en él, que se sientan estimulados, apoyados y entendidos por él. El líder por su parte se tiene que sentir como un miembro del grupo que consigue que se produzca un cambio
Aunque el liderazgo implica poder y autoridad, no significa que los tres sean términos sinónimos. El poder es la capacidad latente para utilizar la base de todas las relaciones en las sociedades. El término poder encierra un concepto mucho más amplio que el término autoridad. Autoridad es poder pero dentro de una organización, es el poder que tiene un puesto y, por ello, la persona que lo ocupa. En este sentido autoridad sería sinónimo de dirección. Por su parte, el liderazgo requiere poder, que cuando es ejercido, se convierte en influencia, en liderato. Aunque todos los líderes requieren poder, no todas las personas que tienen poder ejercen el liderazgo.
Con todo estos conocimientos, la mujer ha decidido incursionar como líderes en lo político, social, cultural, científico, dar a conocer y saber usar su potencial, hecho que ya no es novedad y la vemos acompañarse de los hombres y desempeñar un rol de liderazgo muy importante.
Es así que no se puede negar que desde hace ya bastante tiempo el que la presencia femenina se encuentra en puestos de liderazgo político, empresarial, etcétera, dejando de ser esto una novedad. Esa conquista es hoy por hoy algo cotidiano y es así como ya no tiene nada de exótico ver a mujeres ocupando puestos estratégicos, no solamente al frente de un negocio o una empresa sino, incluso, llevando las riendas de un país.
De acuerdo con la firma consultora Hay Group, cuando se trata de liderazgo empresarial el femenino apunta más hacia relacionarse con los miembros de su equipo en lugar de plantarse meramente como una figura autoritaria, busca crear armonía entre los empleados y construye compromisos entre ellos. En contraposición el liderazgo masculino es de tinte jerárquico, demanda inmediato cumplimiento de metas, provee dirección y visión de largo plazo y marca pautas para cumplir metas con altos estándares de desempeño.
Sin embargo, según se desprende del estudio “Quebrando el techo de cristal, hallazgos sobre mujeres ejecutivas” de Hay Group, 77% de las mujeres consideradas como “excelentes” emplean el liderazgo de tipo masculino en sus empleos. Ese estilo más coercitivo, típico de los hombres, es más aplicado por 91% de las mujeres líderes consideradas “típicas”. Es decir, que la gran mayoría de las líderes típicas optan por ejercer su mando y gerenciar como lo haría típicamente un hombre.
Las líderes excelentes, que según la investigación de la consultora, sí aplican más el estilo femenino, demuestran mayores niveles de pensamiento analítico y conceptual, tienen mayor iniciativa y están más ganadas hacia la búsqueda de información. Además este tipo de mujeres líderes producen mayor impacto e influencia en sus empleados y trabajan mejor en equipo, si se les compara con las líderes típicas.
No cabe la menor duda como lo cita Eleonora Bruzual, que hay que celebrar el hecho de que en sectores privados comienza a valorarse los estilos reales de conducción y que estos responden a un amplio repertorio de conductas tanto “femeninas” como “masculinas”, también debemos conocer que por suerte, en este tiempo nuestro, grandes sectores de la sociedad y concretamente hombres y mujeres con experiencias de trabajo bajo liderazgo femenino, consideran que las mujeres son tan capaces como los hombres y que si existe alguna diferencia digna de señalar, es aquella de poseer un marcado estilo de interacción con sus colegas y personal bajo su mando.
Por Carlos Mora Vanegas
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