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Por Angel Alegre
Vivimos en una realidad extremadamente compleja, que es el resultado de la interacción entre muchos agentes y fuerzas diferentes. Eso hace que sea imposible predecir con exactitud el resultado de un evento o la probabilidad de que ocurra un suceso determinado.
Para entender a qué me refiero, piensa en el típico ejemplo del bosque que acaba desapareciendo porque unos cazadores matan a todos los zorros, lo cual causa que aumente la población de liebres, lo cual causa que desaparezca todo el pasto… lo cual, después de varios “lo cuáles” más, acaba rompiendo el equilibrio y mandándolo todo al garete.
El funcionamiento del mundo es demasiado complejo como para explicarlo con una ecuación o con un par de teorías, por mucho que nos empeñemos. Todo está interrelacionado, y los resultados y efectos colaterales de acciones como acabar con todos los zorros o aplicar una nueva ley de empleo son impredecibles.
Este hecho tiene muchas consecuencias interesantes, pero quiero centrarme en dos que nos afectan directamente:
O lo que es lo mismo: una gran parte de nuestra vida depende del azar; de que tengamos buena o mala suerte.
Si eres como yo, que hasta hace poco creía firmemente que nuestro destino dependía exclusivamente de nuestras habilidades, nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, puede que te cueste aceptar lo que te acabo que contar. Pero no tienes más que fijarte en tu situación actual y analizar cómo has llegado hasta aquí.
En mi caso, tuvieron que darse muchas casualidades para que acabase trabajando en Microsoft:
Como ves, tuve suerte. Acabé en el equipo de Windows a raíz de una serie de sucesos casuales, algunos de los cuales no dependían en absoluto de mí, como los relacionados con mi familia, y otros a los cuales contribuí sin saberlo (si no hubiese estudiado duro en la universidad no habría tenido los conocimientos suficientes para superar las entrevistas, por ejemplo).
Pero no soy el único. Si estudias cualquier historia de éxito siempre encontrarás una combinación de habilidad y talento acompañada de una gran dosis de fortuna. Parece, por lo tanto, que el éxito depende en gran medida del azar, pero que al mismo tiempo la probabilidad de que tengamos suerte está altamente influenciada por las decisiones que tomamos.
Teniendo esto en cuenta, en el post de hoy me gustaría compartir contigo algunas reflexiones sobre los pasos que debes seguir si quieres saber cómo tener buena suerte en tu vida.
El primer paso para tener buena suerte es blindarte contra la mala suerte. Más concretamente, necesitas evitar que un golpe de mala suerte te pueda dejar permanentemente “fuera de juego”.
A Pablo le encanta viajar, y todos los veranos se va de vacaciones un mes al sudeste asiático.
El primer año compra un seguro médico que le cuesta 100 euros, y afortunadamente no tiene que utilizarlo. “He tirado 100 euros a la basura”, piensa al llegar a casa.
El segundo año, como anda justo de pasta, Pablo decide ahorrarse el importe del seguro porque “total, es casi imposible que me pase algo.” Le sale bien la jugada y se felicita por su astucia. “¡Qué pardillos son todos esos mochileros que le regalan su dinero a Mapfre!”, reflexiona con una sonrisa en la boca. Con los 100 euros se compra unas nuevas zapatillas de running fosforitas de la marca Asics.
Pablo sigue viajando sin seguro los siguientes 5 años y continúa sin tener ningún percance. “Como tener suerte ya me ha ahorrado 700 euros, voy a seguir así”. Sin embargo, el octavo año, tiene mala suerte y un conductor despistado le lleva por delante cuando iba tranquilamente conduciendo la moto que había alquilado en Chiang Mai. Tienen que trasladarle al hospital y hacerle varias pruebas y operaciones, y acaba pasando un mes ingresado. Los gastos totales de la estancia ascienden a 50.000 euros, que corren de su bolsillo porque el tipo que le golpeó se dio a la fuga.
Aunque hasta ese momento Pablo se había ahorrado 700 euros, el accidente en Tailandia fulmina de un plumazo todas tus ganancias y además le deja ‘fuera de juego’. La deuda de 50.000 euros le corta las alas. Se acabaron los viajecitos y las cenas con amigos durante una larga temporada.
Dos lecciones que extraer de esta historia:
No podemos eliminar ni controlar el azar, así que no nos queda más remedio que aceptar que a veces nuestras decisiones saldrán mal y tendremos pérdidas. La clave está en asegurarnos de que estas pérdidas sean asumibles, estén limitadas y en ningún caso puedan dejarnos fuera de juego.
A la hora de analizar la posible rentabilidad de una decisión hay que tener en cuenta dos factores:
Normalmente nos fijamos sólo en el primer punto, la probabilidad, pero ignoramos el impacto.
Recuerda la historia de Pablo. Digamos que tenía un 99% de probabilidades de que no le pasase nada y se ahorrase 100 euros, y sólo un 1% de que le ocurriese un accidente grave. Aunque en su situación perder era muy difícil, no le compensaba jugar porque si le sorprendía la mala suerte –como acabó ocurriendo– las consecuencias podían ser desastrosas. Pablo tuvo en cuenta únicamente las probabilidades y no el impacto, y lo acabó pagando.
Igual que en el caso de Pablo, la mayoría de las decisiones en la vida son asimétricas. Es decir, la probabilidad de ganar o perder no es la misma y, más importante todavía: el impacto de los distintos resultados tampoco es el mismo. El truco está en ponerte continuamente en situaciones en las que, en conjunto (teniendo en cuenta probabilidad e impacto), tengas más posibilidades de ganar que de perder.
Ángel trabaja como programador en una gran compañía de software a cambio de un sueldo fijo mensual.
Ascender en la compañía de Ángel es un proceso lento. Normalmente lleva dos años subir al siguiente nivel, lo cual supone un incremento de sueldo de un 20%, y la dificultad es mayor cuanto más arriba te encuentras en la jerarquía.
Por otro lado, el riesgo laboral al que está sometido Ángel es muy bajo. Aunque en ocasiones han despedido a algunos empleados en su compañía, este hecho es bastante raro, y en caso de que ocurriese no supondría un gran problema para él porque tiene ahorros y actualmente existe una gran demanda de ingenieros informáticos.
Tras 4 años en su puesto y después de haber acumulado suficiente dinero para sobrevivir sin agobios durante una década, Ángel decide abandonar la gran compañía para viajar por el mundo e intentar ganarse la vida aprovechando las posibilidades que ofrece Internet.
Tal y como habías imaginado, lo que acabas de leer es mi historia. Dejé Microsoft para viajar y montármelo por mi cuenta después de haber ahorrado una buena suma de dinero. La pregunta es: ¿fue una buena decisión o una locura?
Vamos a analizarlo teniendo en cuenta todo lo anterior.
En Microsoft me encontraba en una situación de seguridad. Tenía unas ganancias fijas mensuales y, aunque no iban a crecer ni mucho ni rápido, la probabilidad de perderlas de un día para otro era muy pequeña (y algo asumible en el raro caso de que ocurriese).
El blog y los negocios online, al contrario que mi empleo en Microsoft, no tienen unas ganancias máximas. Los beneficios que pueden generar son ilimitados, pero también fluctúan mucho más (desde 0 a millones de euros al año). En cuanto a los riesgos, sí que están limitados. Emprender en Internet requiere una inversión económica baja, y aunque yo no tuviese ingresos en varios años, podría sobrevivir gracias a mis ahorros. Es más, si acabase arruinándome, no tendría problema en encontrar trabajo como programador ya que la demanda es altísima.
Que un negocio online como Vivir al Máximo sea rentable depende de dos factores: lo bien que haga las cosas y la suerte. El hecho de que tenga bastante dinero ahorrado limita el riesgo al que me expongo, y me permite intentarlo una y otra vez (ensayo-error), aprender por el camino y de esta manera incrementar cada vez más las probabilidades de “dar un pelotazo” (ayudado por un golpe de suerte, claro).
Lo que busco es exactamente lo opuesto a lo que le ocurrió a Pablo: tener pequeñas pérdidas durante un tiempo para luego conseguir una gran ganancia.
Calificar la decisión de dejar Microsoft como ‘buena’ o ‘mala’ es algo subjetivo, pero lo que no es discutible es que ahora estoy en una situación en la que es más lo que puedo ganar que lo que puedo perder, y en la que dispongo de suficiente tiempo para que –si hago las cosas medianamente bien y no dejo de intentarlo– el azar me haga ganar. Cuando eso ocurra, parecerá que ha sido un golpe de suerte, y aunque obviamente la suerte tendrá un papel importante pocos sabrán que la estaba esperando.
El último componente de la buena suerte es el más importante de todos: tener opciones.
Tener opciones te permite cambiar de rumbo a mitad de camino para aprovechar las situaciones ventajosas que se te presentan en la vida, mientras que no tener opciones te obliga a seguir un camino determinado aunque sea negativo para ti.
Ana decide alquilar un piso en el centro de Madrid por el que paga 400 euros al mes.
Al poco tiempo, hay en España un fuerte boom inmobiliario. Los precios del ladrillo se disparan y los apartamentos como el suyo empiezan a alquilarse por 600 euros. Sin embargo, el contrato que Ana firmó con el casero es por tiempo indefinido, así que ella tiene la suerte de poder seguir pagando sólo 400.
Unos años más tarde, con la llegada de la crisis económica, explota la burbuja y los precios de las casas caen en picado. Alquilar un piso como el de Ana ahora sólo cuesta alrededor de 200 euros al mes. Ana le pide a su casero una rebaja, pero él se niega, así que cancela su contrato y se muda a un apartamento similar en la misma calle por el que paga 225 euros mensuales.
Como ves, el que Ana tuviese la opción de quedarse en el piso o marcharse según le conviniera fue lo que la hizo inmune a la suerte, porque pasase lo que pasase siempre iba a salir ganando.
Además, fíjate en que Ana no necesitó ningún tipo de habilidad especial o talento, ni tuvo que comprender el porqué de las bajadas y subidas de precio de los pisos para beneficiarse de ellas. Lo único que tuvo que hacer fue saber identificar las buenas oportunidades y aprovecharlas.
Asimilar esto último es fundamental, porque significa que aunque la inteligencia y el saber cuentan, es mucho más importante tener opciones, saber reconocer una oportunidad beneficiosa y descartar la alternativa de menor valor.
La moraleja en este caso es que para tener suerte tienes que aumentar tus opciones. Y la mejor manera de conseguirlo es mejorando tres aspectos de tu vida:
Yo, por ejemplo, nunca podría haber dejado Microsoft si no hubiese cuidado mis opciones trabajando las tres áreas anteriores:
Lo repito una vez más: tener opciones y aprovecharlas equivale a tener buena suerte. Revisa tu propia vida y estoy convencido de que llegarás a la misma conclusión.
Nuestra vida está fuertemente influenciada por el azar y por sucesos sobre los cuales no tenemos ningún control. En algunos casos no podemos hacer nada al respecto (elegir dónde nacer, por ejemplo), pero en otros casos nuestras acciones tienen el poder de atraer o repeler la buena suerte. Digamos que el destino reparte las cartas, pero nosotros podemos mejorarlas y elegir cómo las jugamos.
Como en cualquier juego de cartas, en la vida existen estrategias para aumentar nuestras posibilidades de éxito, y la mía se puede resumir en una sola frase:
Para tener buena suerte, blíndate ante posibles eventos catastróficos e incrementa tus opciones para poder aprovechar las oportunidades que te brinde la vida y ponerte en situaciones en las que sea más lo que puedes ganar que lo que puedes perder.
Es decir:
Por último, me gustaría compartir contigo una estrategia que propone Nassim N. Taleb en Antifrágil para crear tus propias situaciones con “más ganancias que pérdidas” como la de la gráfica. Se trata de la Estrategia de la Mancuerna (Barbell Strategy) y consiste en combinar siempre dos extremos: uno seguro (pérdidas limitadas) y otro especulativo (ganancias ilimitadas).
Algunos ejemplos:
La idea es jugar sobre seguro en algunas áreas de tu vida, para limitar las posibles pérdidas, y arriesgar al máximo en otras buscando dar el pelotazo.
¡Y eso es todo! Un abrazo… y buena suerte
Fuente: https://viviralmaximo.net/suerte/