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Los mundos que estamos creando hoy y en los que viviremos en los próximos años. De homo sapiens a homo cuanticus.

¡Ha venido al mundo! Se decía cuando nacía un niño, una expresión que ya no es válida porque los niños que nacen hoy tendrán la opción de poder vivir en muchos mundos diferentes. De hecho muchas personas ya viven, trabajan y están atrapadas en el mundo de Internet, las redes sociales, los videojuegos, Second Life… En una ascendente de sofisticación que integra los algoritmos, el big data, la inteligencia artificial, la convergencia tecnológica NBIC, la hibridación ser humano/máquina, la fabricación aditiva, la comunicación telepática, robótica, manipulación mental de objetos, computación cuántica, e incluso el traslado de la mente a un ordenador. 

Con todas estas piezas estamos creando una realidad de multimundos, un cambio civilizatorio sin precedentes, una deriva que no sabemos dónde nos llevará; lo que está claro es que nos convertirá en nuevos seres, un salto exponencial de homo sapiens a “homo virtualis” y de ahí a “homo cuanticus” en una fracción de tiempo insignificante.

Sapiens, un incansable creador de mundos.

El ser humano tiene una tendencia natural a inventar nuevas realidades y habitarlas. Las cuevas fueron los lugares donde se crearon los primeros mundos mágicos con el arte rupestre, auténticos santuarios de experiencias sensoriales primigenias, e inicio de una ascendente de sofisticación en la que estamos inmersos con la creación de mundos virtuales sin espacio ni tiempo donde nos hemos trasladado a vivir, trabajar, viajar, jugar y crear.

Tras la pintura rupestre vino el desarrollo de las artes y el cine. Luego, la realidad virtual, Internet y la digitalización nos llevaron a la reproducción de mundos con ceros y unos. Y a partir de aquí la era cuántica de mundos paralelos, planos de realidad múltiple y ubicuidad total.

Nuestro diseño como especie nos impulsa a crear nuevos universos. Cuando colonizamos uno nuestro instinto nos lleva a inventar otro que nos proporcione nuevas experiencias, y otro, y otro. Al ser humano le abruma el tiempo anodino y aburrido (Cronos) y busca permanentemente otro más vibrante y lleno de aventura (Kairós).

Así, durante milenios, hemos utilizado el arte, la arquitectura, la literatura, la música, el cine, la ciencia y la tecnología para crear experiencias inmersivas, micromundos donde sumergirnos. Pero es la llegada de la digitalización la que nos ha permitido un salto cuantitativo y cualitativo en la creación de mundos virtuales sofisticados en torno a los videojuegos, la realidad aumentada, las redes sociales, la inteligencia artificial, los asistentes personales, Second Life… Y todo este fenómeno no es nada más que la punta del iceberg de lo que está por venir. El futuro ya está aquí.

Los rasgos de la nueva era de la desmaterialización.

Estamos asistiendo a una aceleración en la pérdida de la parte física de los objetos, un proceso que también afecta al ser humano; la desmaterialización ya está aquí.

Así, los universos que creamos no tienen materia, los seres que los habitan no tienen cuerpo, los lugares no tienen espacio y las coordenadas temporales las alteramos a nuestro antojo. Utilizamos prótesis como prolongación de nuestro cuerpo (teléfonos inteligentes, mandos, asistentes de voz, robots, aparatos de aumento de la visión, comunicación por ondas cerebrales…) para acceder a otras realidades como lo hacía Alicia en el país de las maravillas.

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Ya no necesitamos desplazarnos para recorrer distancias y hacer tareas porque tenemos artefactos que nos conectan. Las vivencias que experimentamos desde la realidad virtual son tan intensas como las de la vida “real”. La fusión fantasía/realidad es imparable, como lo es la conversión de analógico a digital y de digital a cuántico.

A diferencia de los “mundos tangibles” donde la realidad es rígida (objetos, espacios, tiempo) y poco manipulable, los “mundos digitales” son plásticos; los podemos transformar y utilizar sus partes para construir otras realidades como si de piezas de un mecano se tratase.

En cuanto a las relaciones, aparecen nuevas modalidades de relación entre seres humanos y la tecnología. Hablamos e intimamos con la inteligencia artificial representada en algoritmos, software, robots o asistentes personales, a medida que las relaciones entre humanos se convierten en más líquidas porque los soportes con los que interactuamos permiten más rápidamente las desconexiones y las conexiones.

El vector de los nuevos mundos lo podemos ejemplificar en el videojuego. A partir de su lógica estamos realizando creaciones para el trabajo, el aprendizaje, el ocio, nuevas industrias, profesiones, actividades, negocios, productos y servicios.

Entender cómo funciona la mente humana.

La mente humana no distingue entre realidad y ficción. Por ejemplo, cuando la exponemos a una película de terror, no es capaz de separar ambas y nos depara las mismas reacciones sensomotoras y emociones que si la vivencia fuera real. Algo similar ocurre cuando soñamos. Nuestras pulsaciones y ritmo cardiaco se comportan como si estuviésemos físicamente en la escena del sueño. Lo mismo podríamos decir cuando aprendemos a volar en un simulador, realizamos un entrenamiento militar virtual, visitamos un museo o echamos una partida en un videojuego; parecido también a las sensaciones que nos proporcionan las drogas o la inmersión en lo que nos apasiona y atrapa desde el ensimismamiento en la producción de una obra creativa. De ahí la expresión popular «vive en su mundo» para referirse a la persona que construye y habita su propia realidad.

La búsqueda de experiencias auténticas nos lleva a crear y recrear universos para habitarlos y apropiarnos de ellos en el juego, el deporte, el ocio, el trabajo, la cultura, el arte…  Su sofisticación depende de los medios y tecnologías disponibles, y los que nos aparecen en el horizonte son tan avanzados que las creaciones en los próximos años nos resultarían increíbles a día de hoy.

La creación de mundos virtuales moverá la economía y el empleo a escala global.

La “creación de mundos” es un fenómeno tan rico que en los próximos años será el principal sector económico, el que más economía, empleos, actividades y riqueza creará. De una forma u otra, todos seremos consumidores y productores (prosumidores) que alimentarán esa nueva economía. La mayor parte de la humanidad trabajará en la Cuarta dimensión.

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Sin embargo asistimos al riesgo de convertirnos en «consumidores zombis” en manos de gigantes tecnológicos.

Es en este tema donde los gobiernos deberían estar poniendo su energía para rediseñar la educación, la planeación económica o las nuevas políticas industriales y de empleo. Un ámbito al que la mayoría son completamente ciegos y ajenos.

Hibridación ser humano / máquina.

Hibridación ser humano / máquina es una ascendente imparable de fusión entre la biología y la tecnología.

Las tecnologías que creamos se convierten en prótesis y extensiones de nuestro propio cuerpo que terminarán fusionándose físicamente con nosotros.

Los artefactos que producimos, como el teléfono, surgen con una función específica (aparato para conversar a distancia) y se sofistican integrando paulatinamente otras (máquina de escribir, cámara de fotos, cámara de vídeo, escáner, radio, televisión, reproductor de música, traductor, acceso a Internet, oficina de trabajo…). Al final, un aparato aislado e inmóvil pegado a una pared y prisionero entre cables, da un salto a nuestra mano convertido en una prótesis de nuestros brazos de la que no nos podemos separar para acceder a otras realidades donde vivimos (redes sociales, juegos, creaciones audiovisuales…). El siguiente salto vendrá cuando el artefacto con sus funciones se funda con nuestro cuerpo, como un marcapasos o un ojo biónico.

Sin darnos cuenta nos estamos convirtiendo en nuevos seres a medida que estamos construyendo nuevos mundos cada vez más numerosos, versátiles y sofisticados.

En las próximas décadas vamos a crear mundos y experiencias inmersivas en todos los campos.

Experiencias que involucran los 5 sentidos. La gran industria del futuro será la creación de mundos virtuales y cuánticos para recrear todo tipo de experiencias que no sabremos distinguir (ni nos importará) si son “reales” o “inventadas”. Estamos ante una nueva economía, la Economía de la experiencia.

Realidad o ficción ¿Qué es el mundo?

Porque, al final ¿qué es realidad y qué es ficción? ¿Lo que llamamos realidad no es acaso la construcción interesada de un observador que mira el mundo? Incluso la ciencia normal se encuentra en esta diatriba, que por otro lado no es una preocupación nueva, ya Platón y Aristóteles andaban intrigados con el tema buscando un encaje entre los objetos y el observador para definir la realidad.

Para que algo exista se necesita un observador que de fe de ello. La realidad adquiere carta de naturaleza cuando alguien la mira (al desaparecer el observador, la realidad se esfuma con él).

Diferentes seres perciben y crean realidades distintas al observar, por ejemplo, la percepción de una mosca, un murciélago y un ser humano de los mismos objetos genera imágenes completamente diferentes ¿cuál es la buena? No sabemos.

En todo caso, lo que llamamos mundo, universo y realidad, pudiera ser la creación o el juguete de una súper inteligencia que estaba aburrida y decidió hacer una prueba con variables inventadas de espacio y tiempo en torno a reglas físicas (gravedad, electromagnetismo, fuerza nuclear -fuerte y débil- ) y seres y objetos regidos por algoritmos. Una explicación tan plausible o poco plausible como otras de tipo religioso, filosófico o científico.

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De la misma manera que nuestro planeta podría ser un “zoológico espacial” creado por extraterrestres, nosotros como seres humanos nos hemos lanzado a la construcción de mundos sofisticados que rompen la barrera de separación de los conceptos clásicos de realidad y ficción, para crear una única categoría de “mundos” a los que ya nos estamos trasladando a vivir. De hecho ya trabajamos en mundos virtuales (Cuarta dimensión), muchos dedican la mayor parte de su tiempo a jugar en la red, a viajar sin desplazarse, a operar pacientes a miles de kilómetros sin estar presentes, a construir y recrear todo tipo de escenarios versátiles con piezas reutilizables y recombinables, a generar productos y servicios inmersivos que involucran los 5 sentidos…

La sofisticación en la que hemos entrado es imparable, la parte física de nuestro ser se verá invadida por dispositivos que se integrarán en ella. Y en el siguiente salto cuántico perderemos nuestro cuerpo (ya hay equipos científicos trabajando en el traslado de la mente humana a un ordenador).

¿En qué nos convertiremos? Es una auténtica incógnita, aunque los escenarios por donde discurrirá el futuro no dejan lugar a la duda. Lo absolutamente innegociable es la deriva imparable de creación de nuevos mundos sin soporte físico dónde vamos a trabajar, vivir, crear, disfrutar…  Nos envolverán de experiencias sensoriales invasivas. A los seres que las habiten les importará un bledo la categoría de real o irreal que les asignen los filósofos, para sus habitantes será su mundo y punto.

Y esos mundos inventarán sus reglas, categorías y éticas al margen de la oficialidad, con su propia gobernanza. Una progresión que preocupa especialmente al poder establecido por la ruptura de las jerarquías oficiales y la creación de espacios de poder nuevos de los que tú te puedes hacer cargo.

¿Empezamos?

Fuente http://juancarloscasco.emprendedorex.com/los-mundos-que-estamos-creando-hoy-y-en-los-que-viviremos-en-los-proximos-anos-de-homo-sapiens-a-homo-cuanticus/

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