“Visión de futuro” es el nombre que pusimos en el trabajo a una serie de ponencias en el que invitábamos a los asistentes a imaginar futuros cercanos que se harán realidad.
Y es que la gran paradoja que vivimos en la actualidad es que no se puede de dejar de mirar hacia adelante si no queremos que el toro nos pille por detrás.
Leer e informarse es siempre conveniente, en estos tiempos yo diría que imprescindible. Si nos quedamos con los titulares de la prensa supuestamente seria, la IA generativa nos va a quitar el trabajo, el metaverso las relaciones con el resto de los humanos, y la computación cuántica va a hacer que hombres y máquinas actuales vayan de la mano al desguace. Yo no creo en estos titulares catastróficos, hace tiempo elegí creer más en Darwin y en la capacidad para evolucionar y adaptarnos que tenemos las personas. Y desde ese punto de vista, estoy convencido que los primeros que se adapten jugarán con ventaja en un sociedad en que a la larga se verá beneficiada por todos estos cambios.
Las nuevas tecnologías citadas en el párrafo anterior son un camino de única dirección, variará la velocidad en que nos moveremos por él, pero lo que parece seguro es que no hay marcha atrás.
Una vez más, como en toda la historia de la humanidad desde que un mono cogió un hueso y lo convirtió en herramienta (estaban echando 2001 una odisea en el espacio en la tele, justo antes de ponerme a escribir este artículo) la tecnología representará el cómo de los cambios, pero somos los humanos los que tenemos que decidir el para qué (y el porqué). Cualquier transformación debe poner al ser humano en el centro, no sólo para proporcionarle beneficios, si no para dotarle de la responsabilidad sobre lo que suceda. Las máquinas pondrán el músculo, pero nosotros tendremos que poner el criterio.
Cuando Satya Nadella, CEO de Microsoft, afirma que “…busco lo que puede ser incluso más grande que la revolución industrial, y hacer lo que esta hizo por occidente, pero por todos en el mundo” debemos tener claro que algo importante se está cociendo.
Caminamos hacia un mundo donde las tareas repetitivas y complejas las va a hacer nuestro copiloto de IA y donde cualquiera con un smartphone podrá plantearse desarrollar su propia app que le ayude a trabajar mejor. Por mucho que la experiencia, el conocimiento acumulado y otras habilidades como la empatía, el pensamiento crítico, o la capacidad de aprendizaje vayan a seguir jugando un papel fundamental…. Los que gestionen con mayor eficacia las bondades de la IA tendrán un desempeño mejor que los demás.
Se plantea un futuro apasionante que los que nos dedicamos al mundo de la formación tenemos la responsabilidad de intentar vislumbrar en las primeras filas, para luego ayudar a guiar al resto que vengan por detrás. No es tiempo de ponerse a cubierto esperando que pase la tormenta, porque está tormenta no va a pasar.
Debemos leer, experimentar, trastear, vivir en primera persona lo que queremos que llegue a los demás, y debemos hacerlo sin complejos, porque está ola de cambios tecnológicos no es apta solo para tecnólogos, el único requisito necesario a nivel de competencias es la curiosidad.
No debería faltar en nuestra maleta tecnológica de este verano, un libro que nos ayude a ponernos al día, una playlist de cursos que nos ayuden a sensibilizarnos, o un podcast que nos acompañe en nuestros paseos por la playa.
Cuando hablamos de futuro, no hablamos de tiempos lejanos llenos de ciencia ficción, hablamos de un realista pasado mañana o incluso antes, porque la democratización de la innovación puede deparar sorpresas en cada instante. Visión de futuro ya no significa jugar a ser profeta, significa vigilar nuestro próximo paso para estar seguros de no pasar de largo una oportunidad que podría resultar transformadora.
Fuente https://www.enbuenacompania.com/vision-de-futuro/#more-1885
