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“La palabra “poder” es tabú. Todos tratan de eludirla. Por eso, existe una confusión enorme alrededor del poder y la dirección, esto es nocivo porque, para una dirección efectiva, hay que tener poder y saber usarlo. La dinámica del poder es un componente necesario e importante del proceso gerencial” – Kotter.

El “poder” es un concepto atractivo, o repudiable, según los métodos que se utilicen para obtenerlo y los propósitos para los que se utilicen. Rosabeth Moss Kanter dice:

“Desafortunadamente, para muchas personas, poder es una palabra por la que sienten aversión- es más fácil hablar de dinero, inclusive de sexo, que sobre el poder-, la asocian con el dominio y manipulación de los subordinados por los jefes, con formas primitivas de ejercicio del liderazgo. Esta es una forma estrecha de ver el poder, que no necesariamente está asociado con la agresión, la fuerza bruta, la manipulación o el engaño. También puede verse como señal de eficiencia personal, como habilidad para movilizar recursos, para reconocer y estimular a la gente”.

El “poder” evoca la posibilidad de ejercer influencia sobre alguien para obtener algo. Si se tiene en cuenta que, la definición más convencional de lo que es dirigir, es “obtener resultados a través de otros”, se comprende la atención que le prestan los especialistas del “management”. Lo reconoció Mintzberg a inicios de lo ochenta, cuando expresó “Actualmente todo el mundo parece estar investigando cuestiones relacionadas con el poder en el seno de las organizaciones. Se ha convertido en un tema respetable”.

Whetten y Cameron en su texto “Developing Management Skills”, utilizado en programas de MBA de universidades norteamericanas y canadienses, lo consideran entre las habilidades interpersonales principales que deben desarrollar los que dirigen, le llaman “Ganar poder e influencia”. Robbins y Gordon, autores de dos de los textos de “Comportamiento Organizacional”, más difundidos en América Latina le dedican sendos capítulos. Mintzberg, un “tratado” de cientos de páginas.

Excluyendo las referencias a las recomendaciones de Maquiavelo en “El Príncipe” y de William Jones en “El arte de la manipulación”, entre otros autores y obras, en los que prevalece la filosofía de que “el fin justifica los medios”, el tratamiento de este tema por especialistas del management se relaciona con temas como: motivación, liderazgo, ejercicio del mando, delegación, y más recientemente con “empowerment” y coaching.

El tema se analiza, por los especialistas en temas gerenciales, desde diferentes enfoques: como un factor de motivación; como una habilidad gerencial; su relación con las estrategias y estructuras organizacionales; también, el papel de las coaliciones externas e internas y los sistemas de influencia, entre otros.

Por su actualidad e interés, como complemento de temas más difundidos en la literatura sobre administración, como motivación y liderazgo, entre otros, en este presente trabajo se presenta un resumen sobre los principales enfoques que se utilizan en el estudio de este tema, por especialistas del “management”.

El poder como factor de motivación.

En los textos utilizados para la enseñanza de la “administración”, la primera referencia sobre el poder en las organizaciones puede encontrarse en el capítulo dedicado a las teorías sobre la motivación. Se presenta, cuando se analiza la “Teoría de las necesidades y la motivación”, de McClelland. En lugar de analizar las necesidades de las personas en un orden jerárquico, como había planteado Maslow, las investigaciones de McClelland y su grupo se centraron en identificar los factores que, preferentemente, pueden motivar más a cada cual. Como resultado de sus estudios identificaron, como factores de motivación, tres tipos de necesidades.

    * Necesidad de logro: Cuando prevalece el interés por alcanzar objetivos y demostrar competencia o maestría. Las personas que tienen esta necesidad en alto grado, centran su energía en terminar rápido y bien sus tareas. Les gusta recibir retroalimentación específica y expedita sobre lo que hacen. Es típica de investigadores y profesionales especializados.

    * Necesidad de asociación: Personas que disfrutan en alto grado tener relaciones interpersonales afectivas y que se les tenga estimación. Mantener buenas relaciones sociales y experimentar la sensación de comprensión y proximidad son sus preferencias. Están prestos a auxiliar a quienes se ven en problemas y a disfrutar las interrelaciones amistosas con los demás. Característicos de los que se dedican a las relaciones públicas y vendedores exitosos.

    * Necesidad de poder: Las personas en las que prevalece esta necesidad, se interesan por ejercer influencia y control sobre los demás. Disfrutan cuando “están a cargo”. Prefieren ser situados en posiciones competitivas y orientadas al estatus. Tienden a estar más interesados en el prestigio y la obtención de influencia sobre los demás. Característico de dirigentes y líderes, que asumen el poder como una vía para la obtención de una visión y objetivos.

En el test ¿Qué lo motiva a usted?, que presenta Robbins en su texto, para el autodiagnóstico de los tres factores de motivación que planteó McClelland, las personas que tienen preferencia por la “Necesidad de poder e influencia”, se identifican con los siguientes comportamientos.

    * Disfruto al competir y ganar.
    * Disfruto estar a cargo.
    * Confronto a la gente que hace cosas con las que no estoy de acuerdo.
    * Gozo al influir en otras personas para que sigan mi camino.
    * Con frecuencia, trabajo para obtener más control sobre los eventos a mi alrededor.

Aun cuando todas las personas tienen, en alguna medida, estos tres tipos de necesidades, en un momento determinado, prevalece una de ellas, como factor de motivación principal. Las organizaciones utilizan esta información en la asignación de tareas a su personal de manera que, en la medida de las posibilidades, se correspondan con sus preferencias personales. Darle a una persona autonomía y responsabilidad de supervisión que le permita ejercer el control de su trabajo, y tal vez el de otros, podría satisfacer su “necesidad de poder”.

El “poder” como una habilidad gerencial.

Whetten y Cameron, en el texto mencionado anteriormente, consideran que “Ganar poder e influencia” es una de las cuatro habilidades interpersonales principales que deben desarrollar los que dirigen. Las otras tres son: las comunicaciones interpersonales, el manejo de conflictos, y la motivación de otros.

Plantean que el desarrollo de esta habilidad tiene como objetivo, elevar las competencias en:

    * mejorar el poder personal y posicional;
    * utilizar la influencia para estimular un trabajo excepcional;
    * neutralizar los intentos de utilizar métodos de influencia inapropiados;
    * mejorar el comportamiento y resultados de otros (empowerment).

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Para esto, proponen que deben aprenderse habilidades para: construir una base amplia y acertada de poder y uso de la influencia, estrategias para ganar poder organizacional, así como tácticas para transformar el poder en influencia.

Sobre la “construcción de una base amplia de poder” informan que, en una investigación realizada por Warren Bennis, con un grupo grande de personas identificadas como “líderes de mucha influencia” en diferentes campos, se encontró que estos individuos compartían una característica significativa: “hacen que otros se sientan poderosos”. Estos líderes eran “poderosos” (tenían mucho poder) porque habían enseñado como construir una base de poder fuerte en sus organizaciones. Eran “influyentes” porque usaban su poder para ayudar a otras personas y subordinados a la realización de tareas excepcionales.

En investigación de Rosabeth Moss Kanter se reveló que “las personas tienden a preferir jefes “poderosos e influyentes”. Los subordinados tienen tendencia a sentir que gozan de un estatus superior y una moral más elevada en la organización cuando perciben que su jefe tiene una influencia considerable. Cuando perciben lo contrario, se debilita la efectividad y la moral de trabajo. Kanter identificó, entre los indicadores del poder e influencia de los “managers”, los siguientes:

    * intercede favorablemente en beneficio de otros que estén en problemas en la organización;
    * consiguen una ubicación deseable para subordinados talentosos;
    * obtienen aprobación de partidas de gastos que rebasen el presupuesto;
    * consiguen acceso rápido a los niveles superiores de decisión;
    * logran incorporar asuntos en agendas de reuniones importantes;
    * mantienen contacto regular y frecuente con el nivel superior de los que deciden;
    * consiguen tempranamente información sobre cambios en políticas y decisiones.

Whetten y Cameron también analizan las estrategias para “ganar poder en las organizaciones” y para “transformar el poder en influencia”, que se comentarán en trabajos posteriores.

Modelos para analizar el poder en las organizaciones.

Judith Gordon define “el poder en las organizaciones” como “La capacidad, real o en potencia, para influir en otros en el sentido deseado”. Plantea que los teóricos y los practicantes han traducido una vieja concepción del poder, que lo consideraba como algo malo, derivado primordialmente de la coacción, a modelos que reconocen que el poder puede ser tanto constructivo, como destructivo. Señala que, para entender el poder, “podemos analizar diferentes modelos” y presenta cuatro modelos que se resumen a continuación.

* Poder y dependencia:
En este “modelo” se explica el poder como expresión de la dependencia entre las personas. Si A tiene algo de lo que depende B, entonces tiene poder sobre este último. Es lo que plantea Fisher en su análisis sobre el “Poder de negociación”, que le sirve de base para proponer la tecnología del MAAN (Mejor Alternativa de Acuerdo Negociado) que se analizó en un artículo anterior.

* El poder como factor de intercambio:
En este “modelo” se considera que el poder es más bien una propiedad general de una relación social y no un mecanismo de “defensa contra la dependencia”. Lo considera como un proceso de intercambio, en el cual, la persona que domina algunos servicios que necesitan otros, los intercambia por el cumplimiento (obtención) de lo que necesitan. Las personas o grupos desarrollan una red de intercambios sociales que les ayuda a negociar la asignación de recursos valiosos.

Minztberg coincide con esto, cuando expresa: “Algunas veces el acceso al poder es debido al intercambio de favores: amigos y compañeros se garantizan, unos a otros, influencias sobre sus respectivas actividades. En este caso, el poder no procede de la influencia, sino de la reciprocidad, ganar poder en una esfera a cambio de concederlo en otra… el juego de poder en las organizaciones se caracteriza tanto por las relaciones (asimétricas) de reciprocidad, como por las de dependencia”.

El poder como necesidad individual o rasgo de la personalidad:
Este “modelo” coincide con la teoría de McClelland que se comentó anteriormente. Considera el poder como una preferencia de algunas personas por ejercer influencia y control sobre otras. La personalidad de cada cual influye sobre la forma en que la persona ejerce el poder y la influencia. Gordon plantea que, según investigaciones más recientes, las personas con personalidad “muy maquiavélica” usaban tácticas indirectas y poco racionales (engaño, manipulación consciente) con más frecuencia. Las “poco maquiavélicas”, tácticas directas y racionales (razón, persistencia, confirmación). Las personas con “gran necesidad de aprobación”, usaban tácticas racionales e indirectas (sugerencias, negociaciones). Finalmente, las personas con “poca necesidad de aprobación”, usaban tácticas poco racionales y directas (amenaza, evasión, premios).

El poder como recurso que se comparte. (empowerment):
Los modelos anteriores consideran que el poder es un recurso limitado, que puede inspirar competencia y luchas por el poder. Un modelo “mas moderno”, como el “empowerment”, afirma que las personas y organizaciones pueden adquirir más poder si lo comparten con otros. Los trabajadores que han recibido más poder (preparación y autoridad), se sienten más comprometidos, tienen mayor satisfacción en su trabajo y es más probable que apoyen las metas, plantea Gordon. El enfoque de este modelo coincide con la investigación que realizó Warren Bennis que se comentó en el enfoque de “el poder como una habilidad”.

El poder y las estrategias y estructuras organizacionales.

Especialistas en “Dirección Estratégica” analizan la relación entre el “poder”, con la toma de decisiones estratégicas y las interrelaciones entre funciones dentro de una organización. Hill y Jones, en “Administración Estratégica. Un enfoque integrado”, lo abordan en la sección que dedican a los temas relacionados con “La implementación de la estrategia”, donde incluyen, además: el Diseño de la estructura organizacional, y de los Sistemas de control estratégico. El capítulo donde lo presentan lo titulan “Implementación del cambio estratégico: política, poder y conflicto”.

Fundamentan la necesidad de ocuparse de este tema en que “las luchas por el poder y la creación de coaliciones constituyen una parte importante de la administración estratégica. En un alto grado, el poder relativo de funciones y divisiones en una organización proviene de las estrategias a nivel corporativo y de negocios de una empresa”. En una estrategia de “liderazgo en costos”, el mayor poder lo tiene el área de producción, pues es la que garantiza las competencias distintivas para lograrla. En una estrategia de “diferenciación”, el mayor poder relativo lo tendrá el área de investigación-desarrollo, por ser el que debe generar nuevos modelos o soluciones para los clientes.

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Esta relación estrategia-poder, puede tener un sentido inverso. Coaliciones de individuos o grupos, dentro de una organización, pueden influir en la adopción de una estrategia que favorezca sus intereses. Según estos autores, en la toma de decisiones estratégicas, pueden operar dos perspectivas: la “racional” y la “política”. En la “perspectiva racional”, la formulación de la misión y de las estrategias corporativas se dirige a luchar por maximizar el bienestar de la corporación. Supone que hay información completa y que no hay incertidumbre. El proceso empieza por la información disponible y se concreta en acuerdos sobre las metas y medios para lograrlas, que toman cuerpo en un “Plan Estratégico”.

“En realidad, la toma de decisiones estratégicas es bastante diferente”, plantean estos especialistas. Muchas veces, la incertidumbre sobre los resultados previsibles de las decisiones y los intereses de individuos y grupos conducen a la “perspectiva política”, en la que las decisiones estratégicas se establecen a través del compromiso, el regateo y las concesiones.

Para precisar esta perspectiva, estos autores definen “la política en las organizaciones” como: “las tácticas mediante las cuales los individuos y grupos interesados, pero interdependientes, buscan obtener y utilizar el poder para influir en las metas y objetivos de la organización, con el fin de apoyar sus propios intereses”. (Esto puede ser una expresión del modelo de “el poder como mecanismo de intercambio” que plantea Gordon y que también comenta Minztberg).

El proceso, en esta perspectiva, transita por las siguientes etapas: información seleccionada disponible, desacuerdo sobre las metas organizacionales y los medios apropiados para lograrlas; finalmente, toma de decisiones mediante negociación, regateo y compromiso.

El supuesto de que los intereses personales, o de grupos, manejan las acciones corporativas, es lo que proporciona a la palabra “política” (manejo e intercambio de intereses) una connotación negativa, plantean Hill y Jones. Pero, debido a que nadie sabe con certeza qué decisión es la mejor, el “juego político” puede propiciar, a la larga, mejores resultados para la organización. “Si se maneja con moderación, la política puede constituir una herramienta administrativa útil para superar la inercia y generar el cambio estratégico”, concluyen estos autores. (Es la estrategia de “estimular el conflicto”, que sugieren especialistas en manejo de conflictos para romper la inercia en las organizaciones).

Finalmente, Hill y Jones analizan “los efectos del poder y la política en el cambio estratégico”. Plantean que el poder y la política (intercambio de intereses) influyen fuertemente en la selección de la estrategia y estructura de una empresa, puesto que ésta debe mantener un contexto organizacional que responda a los intereses de las diferentes divisiones, funciones, y gerentes, así como a los cambios en el entorno externo. “El problema que enfrentan las compañías consiste en que la estructura interna de poder siempre se atrasa ante los cambios registrados en el entorno, puesto que estos últimos ocurren más rápido de lo que las empresas pueden responder”, señalan.

Si las luchas por el poder se mantienen incontroladas, el cambio se hace imposible puesto que las divisiones comienzan a competir y acumular información o conocimientos para maximizar sus propios resultados, el intercambio entre ellas se hace costoso y es difícil generar sinergia, alertan.

Para enfrentar esto, recomiendan que las organizaciones diseñen disposiciones organizacionales que creen “un equilibrio de poder entre las diferentes divisiones y funciones”, de manera que una sola no predomine sobre las otras, y pueda imponer sus intereses. El papel del Gerente General, como “mediador”, es fundamental. Pero, además, deben utilizarse herramientas y mecanismos que promuevan la coordinación e integración del trabajo entre las áreas y gerentes.

Las coaliciones externas e internas y los sistemas de poder en las organizaciones.

El enfoque de Minztberg en el estudio del poder en las organizaciones es diferente a los comentados. Lo presenta en una obra voluminosa (más de setecientas páginas), “El Poder en la Organización” que, según confiesa, le llevó diez años (con algunos intervalos) “porque el concepto mismo es tan escurridizo y las cuestiones relacionadas con él tan complejas que nunca me sentía satisfecho con la supuestamente última versión y siempre quería escribirlo de nuevo”.

Con esta obra, Minztberg cierra una trilogía, precedida por “La naturaleza del trabajo directivo”, su tesis doctoral que defendió en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) en 1968 y “La estructuración de las organizaciones; una síntesis de investigación”. Con esta trilogía, Minztberg se propone formular lo que denomina “La Teoría de la Política de Gestión”, que fundamenta en lo siguiente:

“Las teorías son útiles porque reducen la necesidad de almacenar grandes volúmenes de datos… Estoy firmemente convencido de que la mejor vía hacia una elaboración más eficaz de políticas consiste en mejorar los conocimientos que actualmente tienen en mente los que las ejecutan… Para mí, una buena teoría descriptiva, en las manos adecuadas, es una herramienta normativa, tal vez la más potente de que disponemos… Asumo la palabra “política”, para denominar la disciplina dedicada al estudio de la gestión de la organización en su totalidad, con un interés especial por el comportamiento en las decisiones…”.

A diferencia de los especialistas en “Comportamiento Organizacional”, que en el estudio del poder en las organizaciones se centran en el individuo y las vías que utiliza para obtenerlo y cómo lo usa, Minztberg se centra en la organización, su interés principal es:

“…comprender los elementos básicos del “juego de poder” en la organización, en particular saber quiénes son sus jugadores, o “agentes de influencia”, cuáles son los medios o “sistemas de influencia” que utilizan para obtener el poder, cuáles son los “objetivos y sistemas de objetivos” que resultan de estos esfuerzos. Posteriormente, queremos reunir todos elementos para describir varias “configuraciones” básicas de poder y finalmente, ver cómo podemos utilizar estas configuraciones para comprender mejor el comportamiento de las organizaciones…”.

Aunque toma como punto de vista la organización, y no el individuo, aclara que “… esto no significa que en el libro se adopte siempre una postura a favor de las organizaciones…”. Consecuente con su propósito, define el “poder en la organización” como objeto de estudio, como “…la capacidad de afectar (causar efecto en) el comportamiento de las organizaciones…”. Resumiendo, su interés está más dirigido a estudiar “el impacto” de los mecanismos de poder e influencia en las organizaciones, que los procesos para obtenerlo y utilizarlo, aunque en la práctica los estudia con profundidad.

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Otra diferencia con los enfoques que prevalecen en el tratamiento de este tema en la bibliografía sobre administración, es que estos se centran en lo que sucede “adentro” de las organizaciones. Minztberg empieza estudiando la influencia de factores externos. Lo trata en la Parte I que titula “La Coalición Externa”, que está “… formada por los agentes con influencia, que tienen una relación con la organización que no es a tiempo completo (es decir, que se encuentran en el entorno…)”. Los cuatro grupos más importantes de agentes externos que identifica son: los propietarios, los asociados, las asociaciones de empleados y los distintos públicos que los rodean.

Después de comentar las particularidades de estos “agentes externos”, pasa a analizar los “medios externos de influencia” que inicia con la pregunta “¿Cómo experimenta la organización las presiones de los agentes externos con influencia?”. Como particularidades de esta influencia destaca que puede ser: regular o episódica, general o concentrada en algún aspecto, indirecta (la prensa) o personal, constructiva u obstructiva, formal o informal. Las cinco formas de influencia que identifica son: normas sociales, restricciones formales, campañas de presión, control directo (inclusión en la Gerencia de un representante de agentes externos), y colocación de miembros en los consejos de administración.

La Parte II la dedica al estudio de “La Coalición Interna”, donde se desplaza, del poder existente en el entorno de la organización, al poder dentro de ella. Plantea que “una gran cantidad de poder informal procedente de la coalición externa se desplaza hacia la interna a través del Director Ejecutivo (que es nombrado por el Consejo de Administración, o Directorio)”. Comenta las necesidades que tiene cada uno de los cinco tipos de agentes internos con influencia que son: el director ejecutivo, los directivos intermedios, los operadores, los analistas de la tecnoestructura y el personal de apoyo. Después analiza los cuatro sistemas que estos agentes internos tienen a su disposición, como medios de influencia, que se comentarán en un trabajo posterior.

Mintzberg concluye su extensa y documentada obra con una Sección con el sugestivo título ¿Quién debería controlar las grandes empresas?”, que fue tema de una de las conferencias que impartió en La Habana en 1993, donde analiza temas como: la nacionalización, la democratización, la regulación, la presión, entre otros.

Conclusiones.

1. El “poder” es un término controversial. Para unos es algo repudiable, lo relacionan con: la manipulación, el engaño, el autoritarismo, el abuso. Para otros, puede ser un instrumento efectivo para el ejercicio de la autoridad y la influencia y, con esto, el logro de resultados organizacionales, que pueden beneficiar a todos sus miembros.

2. El poder, en si mismo, no es algo “bueno” o “malo”. Su valoración ética estará en función de los métodos que se usen para obtenerlo y de los propósitos con que se utilice.

 3. El estudio sobre el papel y funcionamiento del “poder en las organizaciones” ha interesado a muchos especialistas del “management”. Lo relacionan con temas tan significativos como: motivación, liderazgo, autoridad, influencia, “empowerment”, entre otros.

4. La mayoría de los estudiosos del tema lo considera como un componente fundamental del proceso gerencial, que debe despojarse de los prejuicios y tabúes de los que se ha rodeado su tratamiento.

5. Los enfoques principales que se pueden identificar, en la bibliografía sobre administración, en el estudio de este tema son: el poder como rasgo de la personalidad y factor de motivación; el poder como una habilidad gerencial; los “modelos” con que se puede analizar el poder en las organizaciones; su relación con las estrategias y estructuras y; la influencia de las coaliciones externas e internas.

6. Un análisis de cómo “opera” el poder en las organizaciones debe completarse con el estudio de sus fuentes posibles y de las estrategias y tácticas que se utilizan para obtenerlo y convertirlo en “influencia”, que será analizado en artículos posteriores.

Autor : Alexis Codina

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