por Angel Gavin
Cuando uno emprende algo, una empresa, un proyecto (personal o profesional), lo que sea, lo hace esperando que le vaya bien. Una buena manera de tratar de asegurar que las cosas salgan bien es analizar qué puede llevar al fracaso.
Obviamente, una de las cosas que tenemos que hacer escontrolar e identificar los riesgos, para evitar que se materialicen, o mitigar su impacto caso de que terminen ocurriendo. En el mundo de la ingeniería, y hablando de sistemas y/o proyectos, hablamos de sistemas seguros.
De manera un tanto simplificada, la seguridad de sistemas (system safety, en inglés) se encarga de la identificación y control de riesgos durante todo el ciclo de vida del sistema. La seguridad es vital cuando hay en juego vidas humanas (caso de la aviación, por ejemplo), grandes inversiones que se pueden ir al traste (misiones espaciales), o sistemas críticos de cualquier naturaleza. Interesante, ¿no? Veamos qué consejos podemos aprender de esta disciplina de la ingeniería.
Hace ya algún tiempo, mi amiga y compañera de trabajo Amaya Atencia, experta en seguridad, me pasó una lista con los principios generales de la seguridad de sistemas, sacados del libro Safeware: System Safety and Computers. Básicamente dichos principios establecen lo siguiente:
Bajo el epígrafe de cada uno de los principios de seguridad, traduciremos el mismo fuera del ámbito de la misma y discutiremos brevemente sobre él.
Vamos a ello.
Cuántas veces ignoramos aspectos fundamentales de las cosas en las que trabajamos o, peor aún, somos conscientes pero no les damos la importancia necesaria y decidimos quevendrán solos/as o ya pensaremos en ello después. Receta segura para el fracaso.
Podemos estar pasando por alto aspectos que nos obliguen a tener que tirar casi todo a la basura. Llevado al mundo de los negocios, coged cualquiera de los puntos que constituyen un plan de negocio (bien hecho) y pensad en las veces que se dejan alguno de ellos para el final, no teniéndolos en cuenta ni para la viabilidad del proyecto (por ejemplo, los canales de distribución).
Hay que tener todos los aspectos en cuenta desde el principio, o al menos identificarlos, anticipando los problemas para poder mitigar sus consecuencias lo antes posible (gestión de riesgos) y planificando adecuadamente todas las actividades.
Las cosas deben abordarse desde una perspectiva global. No basta con centrarse en un aspecto dado, sino que todos contribuyen de una cierta manera para conseguir un fin.
Todo, absolutamente todo, contribuye al éxito o fracaso de una empresa o proyecto. Un error bastante común es centrarse en los aspectos tecnológicos de un producto, y obviar todos los demás. Total, si hacemos un producto que mola, seguro que arrasaremos. O ignorar cosas como la usabilidad del producto, el acabado, el empaquetado.
Todo contribuye en mayor o menor medida, y los esfuerzos que les dediquemos deben ir ponderados en la misma medida, pero nunca ignorados. Es decir, al final algo triunfa o fracasa, como un todo, de manera que la perspectiva global debe ser muy tenida en cuenta.
No todo fallo conduce al fracaso. Analiza aquellas cosas que sí pueden hacer que fracases.
En sistemas complejos, un fallo no necesariamente conduce a un accidente. Los accidentes pueden tener lugar incluso cuando todo funciona como se espera. No te centres solamente en asegurarte de que las cosas funcionan.
No disperses esfuerzos. Si un coche tiene estropeada la ventanilla, puede ser incordio pagar en los peajes de las autopistas, pero aún así podrás hacer el viaje. Ten en cuenta qué puede pasar, que no hayas contemplado, que pueda llevarte al fracaso.
Dale importancia a los análisis, no solo a la experiencia
Y es que, más claro, agua. La intuición, la experiencia, es necesaria. Pero si va acompañada de los análisis, mejor. Los profesionales que tenemos una formación científica, como yo, sabemos de lo que hablamos.
Tan importante es la intuición para explicar un determinado fenómeno, como el respaldo que puedas tener de los análisis y los datos. Y, cuando no cuadran, surgen las grandes revoluciones.
En el mundo empresarial debería suceder lo mismo. La intuición y la experiencia son impagables, como lo son la capacidad analítica, los datos y las decisiones meditadas. Puedes emprender una revolución, pero sabiendo a qué te expones.
Dale importancia a los hechos, no solo a los números
Aquí pincho hueso seguro. En la vida tendemos a agarrarnos a los números, y tomar decisiones en base a lo que ellos nos dicen. Y no siempre debe ser así (que esto os lo diga un matemático tiene su mérito).
Cuando queremos convencer a la empresa o a un inversor, de que invierta en un determinado proyecto, normalmente nos pedirá que le demostremos la viabilidad del asunto con cifras como el retorno de la inversión (ROI) y similares. Siendo importantes y útiles como lo son, no me cabe la menor duda de que muchos grandes proyectos e ideas no han sido desarrollados porque fallaron en demostrar un buen ROI (o la métrica de turno).
Por muy bien que esté hecho el estudio, por muy buenas que sean las intenciones que se tengan, siempre hay un conjunto de intangibles que, o bien no podemos medir, o bien tienen una incertidumbre que no se puede fijar a la hora de analizar la propuesta.
Súmale a este hecho que muchas veces las ideas vienen de gente con amplia formación técnica, pero escasa financiera (por no decir nula; las cosas de nuestro sistema de enseñanza). Cuántas buenas ideas no habrán muerto víctimas de una hoja Excel.
¿Cuántos copos de nieve tienes que soplar para disfrutar el momento, o para que salga una fotografía bonita? No importa.
Ojo que con esto no estoy diciendo con esto que no se analicen los diferentes indicadores financieros. A lo que me refiero es que estos no son ni condición necesaria ni suficiente. Son solo unos ingredientes más de la ecuación.
Las decisiones no son fruto de un solo factor, sino de una combinación de ellos sopesados en su justa medida.
En cualquier decisión que debamos tomar influirán una serie de factores, cada uno de ellos con mayor o menor importancia. Centrarse en uno solo de ellos es un error. Por ejemplo, en el desarrollo de un nuevo producto influirán factores como el coste, el calendario, las prestaciones técnicas, la usabilidad, los aspectos legales, los políticos, etc.
Y como todos tenemos la tendencia de mirarnos demasiado el ombligo, creemos que lo nuestro es lo más importante, sino lo único. Hay que tomar cierta perspectiva, sopesar los diferentes factores, compararlos, ponderarlos y entonces decidir.
Involucra a todo aquél que tenga algo que aportar.
Nadie es capaz de comprender totalmente un sistema complejo como para poder aportar las recomendaciones necesarias para construir un sistema seguro. Y esto es válido en general para cualquier decisión que debas adoptar. Involucra a ingenieros, a comerciales, a clientes. Involucra a cualquiera que pueda aportar algo en cualquiera de las facetas de lo que pretendes abordar. Descubrirás cosas que se te pasaban por alto.
Además, en muchas ocasiones, tendrás un beneficio extra. Sucede con frecuencia que las mismas personas que te van a asesorar van a estar involucradas en el proyecto. Que sus opiniones sean tenidas en cuenta, que se reconozca su experiencia y criterio, contribuirá a una mayor implicación en el proyecto que vayas a emprender.
En ocasiones uno intenta resumir los principios que rigen en alguna disciplina. Dichos principios suelen estar excelentemente resumidos por ahí (un libro, un blog, …) A mí, que me gusta siempre darle vueltas a las cosas y mirarlas desde otro punto de vista, me parece un ejercicio de lo más interesante el ver los planteamientos que se proponen en un sitio y ver cómo aplican a los demás.
Es curioso ver cómo personas de diferentes disciplinas llegan a los mismos principios generales sin necesariamente inspirarse las unas en las otras, sino simplemente por pura lógica, y no se puede decir qué fue primero (el huevo o la gallina).
En esta ocasión he encontrado una buena fuente de inspiración en cómo se diseñan y construyen sistemas seguros. No es extraño. La identificación y gestión de riesgos es una tarea fundamental de cualquier proceso de gestión, y está en el ADN del system safety. Espero que encuentres útiles los principios generales que la rigen, tal y como los he presentado.
Senior Project Manager en GMV
Zaragoza y alrededores, España
Fuente http://manuelgross.bligoo.com/20150707-gestion-del-riesgo-siete-principios-generales-para-evitar-el-fracaso